miércoles, 31 de diciembre de 2014

Mirando al horizonte

Está por concluir un año más, un giro de la tierra alrededor del sol. Es momento de felicitaciones, revisiones, pensamientos, agradecimientos y deseos; una época en donde podemos ver hacia atrás y proyectarnos hacia adelante, un espacio de tiempo donde se siembra la semilla de los retos, se nutre la tierra de los deseos y se divisa el cielo de las oportunidades.

El año que termina es el testimonio del exigente camino que hemos recorrido y el que llega, se abre como libro abierto listo para escribir las nuevas historias que harán diferencia y las conquistas personales que vamos a tener. Abrirse a una nueva ventana de tiempo, es saber que continuamos en la tierra cumpliendo con la misión que hemos venido a desarrollar, con la declaración de victoria de la cual somos herederos y que nadie nos puede arrebatar.

Los nuevos 365 días que están por comenzar, nos indican el lienzo blanco donde nuestros sueños cobrarán vida, con los paisajes que estamos dispuestos a recorrer, las horas que vamos a invertir para que se hagan realidad. El artista deberá estar listo para enfrentarse al reto de darle tonos claros y oscuros a su nueva pintura, esa que momento a momento dará fe de la imaginación, el genio y figura que vive en cada uno de nosotros.

Cada año que pasa, es el recuerdo de sueños cumplidos y de metas alcanzadas, de nuevas esperanzas y aprendizajes que nos hicieron personas diferentes. Finalizar, es experimentar el logro de aquello que realizamos y las contradicciones de aquellos pendientes; las lecciones aprendidas y por aprender, esa misteriosa fuerza interior que no se sacia con lo alcanzado, sino que exige salir nuevamente para avizorar nuevas cumbres para escalar y superar.

Cuando se llega el último día del año parece que entramos en modalidad resumen, en revisión general, en la generación de balances de pérdidas y ganancias. Este estado natural en los seres humanos, debe servirnos no para saber qué cosas quedaron pendientes, sino para ver que vamos a potenciar en el futuro. El modo resumen no debe ser solamente para evaluar cómo nos fue, sin para ver qué cosas vamos a transformar y superar en el siguiente ejercicio.

Mirar en el retrovisor es un buen ejercicio, pero mirar sobre el horizonte es mucho mejor. No te quedes con la vista de “lo anterior”, más bien descubre en los nuevos 365 días que vienen que vas a hacer distinto, qué cosas nuevas harás que no habías hecho, que nuevas habilidades vas a desarrollar, que nuevas propuestas vas a lanzar, qué retos nuevos vas a asumir, qué cosas nuevas vas a aprender.

Así las cosas, concluir un año es un ejercicio dual de resumen y proyección, una escena de sentimientos encontrados de logros y nuevas ilusiones, las cuales marcan el principio y fundamento de lo que somos y seremos, la promesa renovada que nos hace nuestro Dios (cualquiera que sea tu imagen de él) para evocar lo mejor de nosotros y hacer realidad sus deseos, sus sueños y pensamientos; un nuevo espacio para dirigir una nueva historia, un nuevo comienzo donde no haya limitaciones o restricciones, sino potenciales que están esperando una oportunidad.


El Editor

domingo, 21 de diciembre de 2014

El regalo desconocido

Estas fechas del año invitan a la reflexión y a revisar lo que hemos hecho o dejado de hacer. Si bien este ejercicio es beneficioso para efectos de documentar las lecciones aprendidas, no deja de ser una vista post mortem, una vista de lo que pasó, un registro del pasado. Estos días no deben concentrarse en el pasado, sino en el futuro. La natividad, es anuncio, es llamado, es anhelo de futuro, vocación trascendente, en pocas palabras, noticia anticipada de un acontecimiento que no se ve con los ojos del cuerpo, sino desde la esencia del alma.

El anuncio de un “redentor”, en cualquiera que sea tu lectura de lo trascendente, es la esperanza, el futuro que llega para decirnos que hemos sido seleccionados desde la eternidad para ser coherederos de la gracia y custodios de la pureza, esa que rodea todo lo que en la proclama se nos dice. Una luz en el horizonte marca el punto y la hora, para aquellos que quieran atender la invitación, para los que se lanzan valientemente al encuentro con su propia vida y sus propias miserias.

Navidad, es nacer, destruir y revelarnos contra el orden sugerente del mundo comercializado, lleno de espejismos tecnológicos, comodidades lujosas, deslumbrantes elogios y premios, para salir al encuentro con nuestras propias limitaciones y así, abandonar la zona cómoda e interrogarnos sobre qué estamos dispuestos a sacrificar para aceptar el reto de alcanzar el siguiente nivel de evolución, el próximo escalón de la vida espiritual, la exigencia de parecernos al maestro y no mirar hacia atrás, para ser dignos de la vida superior.

En navidad, muchos entregamos regalos, presentes y generosos abrazos como muestra de nuestro afecto y cariño para los conocidos y algunos desconocidos. Sin embargo, el regalo más importante que se debe ofrecer, no está en una dimensión conocida, no corresponde a intereses humanos ni a prebendas concertadas. Ese regalo nos demanda una apertura de los ojos del alma, de la sensibilidad del espíritu y de nuestra postura atenta a los signos de sagrados.

Podemos pasarnos tratando de encontrar el mejor presente para entregar esta navidad, pero no será suficiente, pues todo aquello será una ofrenda desconocida y misteriosa, un regalo difuso a los ojos de tu “maestro”, quien te reclama que dejes de leer tu vida en clave de los símbolos humanos, para que te abras a la gracia que se encuentra viva en tu interior, en las entrañas de tu propia conciencia, para que veas el significado de lo que significa dejar de “huir de la oscuridad de tus miedos e inseguridades” y hallar “el amanecer de aquellos que viven ligeros de equipaje”.

Así las cosas, que esta navidad no te encuentre buscando en medio del mundo la oportunidad para regalar algo a alguien, sino que sea la oportunidad para descubrirte y regalarte eso que tanto necesitas, la respuesta a tus inquietudes y la fuente de la alegría permanente que tanto reclama tu vida; una victoria anticipada y definitiva sobre nuestros propios temores, que transfigura nuestro corazón, crucifica nuestras oscuridades, transforma nuestra voluntad y eleva nuestro espíritu: Darnos a nosotros mismos.


El Editor

domingo, 14 de diciembre de 2014

Feedback y Feedforward

Generalmente en las organizaciones se establece un procedimiento que permite cada cierto tiempo adelantar la evaluación de desempeño. Esta es una actividad que busca establecer tanto los aspectos positivos como aquellos que se deben mejorar para fortalecer los resultados individuales y avanzar en el logro los corporativos.

Si bien este ejercicio, que por cierto generalmente no es muy afortunado por la forma como se adelanta y por las consecuencia que tiene, es una herramienta fundamental para la persona y una fuente de riqueza empresarial, por tanto es necesario repensarlo para sacarlo de la “zona oscura” del colectivo corporativo y darle la dimensión positiva que requiere, con un deseo sincero de llevar a un individuo al desarrollo de su máximo potencial.

El reto de las empresas modernas no es tratar de “exprimir” al máximo sus “recursos humanos” para lograr las estrategias corporativas y alcanzar los niveles de ingresos requeridos por la junta directiva, sino plantear una teoría alternativa que permita, “potenciar” al máximo los “talentos individuales” para desarrollar nuevas capacidades empresariales que proyecten y sintonicen las expectativas de las personas y los objetivos corporativos.

Cuando se concentran los esfuerzos corporativos en los talentos de sus colaboradores, otra es la lectura que se puede hacer del famoso “feedback” e introducir el desafío del “feedforward”, como vistas complementarias que destruyan la lectura nociva de la lucha competitiva inherente en las evaluaciones de desempeño, donde “el éxito de los demás es una amenaza que evidencia que hay mejores personas que tu”.

Lo anterior supone tener una vista personalizada y real de un individuo con sus expectativas, con sus sueños, con el listado de sus talentos y una revisión de sus potencialidades, así como una declaración honesta de la empresa para abrir los espacios donde es posible “aprender y avanzar” con la inversión que esto implica y la seguridad psicológica que demanda “declarar que no sabemos”.  

Con estos elementos, el “feedback” tiene una lectura constructiva donde, de acuerdo con Stein y Rábago (2014), se convierte en un estímulo para mejorar, una oportunidad para aprender, una motivación interna para esforzarse y la inspiración para lograr un mejor desempeño. Si a lo anterior, le sumamos el “feedforward”, técnica propuesta por el psicólogo Phil Daniels, donde lo que se pretende es identificar conductas que deben observarse en lo sucesivo en las personas y las organizaciones para aumentar su sintonía con los retos y metas empresariales, estaremos revelando y liberando el potencial escondido en los colaboradores que funda la energía y la capacidad estratégica para alcanzar los resultados esperados.

Así las cosas, debemos dejar de mirar exclusivamente en el retrovisor de los desempeños personales y organizacionales, para colocar el énfasis en lo que viene; para animar una vista proactiva, propositiva y centrada en las fortalezas y así, entender que es aquello que debemos dejar de hacer, que es eso que nos distingue y  qué cosas no hemos hecho y que es clave desarrollar ahora.

El Editor

Referencia

Stein, G. y Rábago, E. (2014) Dirigir personas. La madurez del talento. Pearson.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Desafíos

Afirma César Romao, en su libro “Motívese: Venza sus desafíos”: “Todo desafío que nos presenta la vida es un momento que nos conduce hacia un aprendizaje superior al nivel en que nos encontramos”, una afirmación que nos muestra que sólo en el ejercicio de nuestras habilidades y talentos en situaciones de reto, somos capaces de movilizar nuestros deseos para quebrar la inercia y mudar nuestras “viejas victorias”, para reconquistar y reconectarnos con la vida.

Los desafíos son alertas que se nos presentan para que no perdamos de vista el verdadero camino, para que estemos vigilantes de nuestros propios “consuelos” y exigirnos para salir de nuestras reflexiones, para conectar con las propuestas de otros. Ignorar las señales que nos envían los desafíos, es autoanular y limitar nuestras posibilidades para ir más allá de nuestras metas; es olvidar la presencia del entorno como fuente de sabiduría para pensar nuevos escenarios.

Quien asume los desafíos como fuente de crecimiento y conocimiento propio, está labrando una construcción espiritual superior, una condición de compromiso de alto nivel, que poco a poco irá brillando en su interior, para que luego se proyecte en el exterior. Decídase a soltar las amarras de su embarcación para que navegue en aguas profundas, en territorios desconocidos, para que toda su preparación y talento brille, confiando en su referente sagrado y asistido por la fuerza que viene de lo alto.

Los desafíos nos permiten revisar nuestro equipaje, nuestro equipo de soporte conceptual, técnico, humano, financiero, social y político. Es una forma de hacer inventario personal, para asumir una condición diferente, un quiebre de lentes propios, para reconstruir la realidad, desde mi propia historia. Saberse desafiado implica, cuestionar lo que hemos hecho hasta hoy, cómo lo hemos hecho, qué hemos aprendido, qué tenemos por aprender y hasta donde queremos llegar.

Un desafío implica despertar a un gigante dormido en ti o asustarte con tu propia sombra. Este sentido los desafíos, no hablan por sí mismos, sino por medio de la acciones concretas de las personas. El desafiante es la condición base de los resultados, su disposición para sacrificar su comodidad, para movilizarse fuera de sus discursos internos y quebrar la inercia de su condición actual, es la esperanza de la transformación que requiere el mundo. No hacerlo, es demorar la ejecución del plan previsto, que muchas veces estará en contra de nuestra voluntad, pero a favor de nuestra humanidad.

Vencer los desafíos que se nos imponen revela la potencialidad y la madurez de nuestra realización. Cada ser humano es una creación perfecta, única e irrepetible que irradia energía y poder en cualquier lugar donde se encuentre, pues su grandeza y estatura humana, no radica solamente en conocerse a sí mismo, sino en ponerse en los zapatos del otro, aún le queden grandes, para crucificar su orgullo y practicar la humildad.

Cuando tenga un desafío en la vida, no piense en “porqué me pasa esto”, sino “para qué llega esto a mi vida” y así no tendrás autoconsuelos o justificaciones para no hacer, sino razones para salir de la hipnosis de la rutina y responder al llamado de la vida para pagar el precio de un nuevo amanecer, de un nuevo momentum de grandeza que está en la puerta de tu existencia para que tomes control de tu propio destino.

El Editor

Referencias

Romao, C. (2009) Motívese: Venza sus desafíos. Ed. Panamericana.

domingo, 23 de noviembre de 2014

El juego oculto

En un mundo que constantemente está en movimiento y que a cada momento nos demanda una postura particular frente a situaciones disímiles, se hace necesario estar atento a los cambios o propuestas retadoras que la realidad nos propone para descubrir el “juego oculto” que yace en ellas. En este sentido, de acuerdo con Perkins (2010, pág.168) “para ser realmente bueno en el juego completo” es necesario “aprender también los juegos debajo de la superficie, capas, dimensiones y perspectivas que pueden marcar grandes diferencias en la comprensión y el desempeño”.

Siguiendo a Perkins (2010, pág. 191) y parafraseando sus análisis sobre el aprendizaje pleno, podríamos decir que la realidad cuenta con al menos cinco formas de ocultar sus juegos: debajo de la alfombra de la simplicidad, lejos del sendero del sentido común, dentro de los márgenes decon eso alcanza”, bajo el manto de lo tácito, y más allá del horizonte de la disposición, las cuales revisamos a continuación.

La alfombra de la simplicidad: El retador quiere hacer un trato con su realidad: lo mantienes simple y nosotros haremos un esfuerzo para descubrirlo y lograr resultados razonables sin complicarnos la vida; un trato que a todas luces no es posible alcanzar, como quiera que se hace necesario entrar en profundidad de lo que ocurre en la realidad, para aumentar nuestra capacidad para conocer y motivarnos a adquirir formas novedosas para comprender nuestro entorno. La simplicidad es una excusa de la realidad que nos acomoda para olvidar que en ella subyacen elementos que nos revelan la esencia de lo que ocurre en la superficie.

Lejos del sendero del sentido común: Las personas solemos proyectar intenciones donde no las hay, usamos un sentido común proclive a excederse en sus límites. En este sentido, tratamos de enfrentar situaciones problemáticas tratando de encontrar modelos causales que se acomoden a nuestra propia lectura del mundo, con lo que las propuestas para enfrentar la situación inédita, terminan siendo una revisión de estrategias anteriores modificadas o de ciclos que cumple la forma como vamos entendiendo la realidad. El sentido común es una herramienta útil, pero no la fuente del saber. Muchas veces lo que debemos aprender puede parecer equivocado y contario a nuestra lectura del mundo; no deje que su rutina de defensa le impida descubrir una forma alterna para leer su entorno.

“Con eso alcanza”: Una frase que anestesia nuestra capacidad de análisis, nos inicia en la inercia del pensamiento. Debemos encontrar y motivar las posibilidades que tenemos a nuestro alcance para liberarnos del escenario particular, de la primera impresión. Esto supone entrar en una zona insegura donde claramente no tenemos todas las respuestas, pero si las ganas de alcanzarlas. Debemos advertir que existen discrepancias y diferentes puntos de vista, para ver que “con eso no se alcanza” para revelar los patrones emergentes más profundos y comprender que estamos ad portas de entrar en un dominio de mayor nivel y reto.

El manto de lo tácito: Traer lo tácito a la superficie es parte de descubrir el juego oculto. Está demostrado en muchos estudios que existen distinciones que permiten a uno y otros hacer cosas con mayor habilidad, sin una explicación particular. Una predisposición personal o social para sintonizar y actuar que les permite una posición ventajosa en contextos específicos. Los hábitos y rutinas que supone el entendimiento de esta habilidad, exigen una revolución interna (en personas o sociedades) para exigirse a sí mismos y elevar su nivel de aprendizaje y lanzarse a comprender cómo vencen sus miedos para construir un entendimiento superior de la realidad.

Horizonte de la disposición: La pregunta fundamental sobre este elemento es ¿qué tanto está preparada la persona o comunidad para aprender?, ¿qué comprensiones están a su alcance y cuáles están más allá de su horizonte? Con estas preguntas, no queremos insinuar que existe una limitación per se en la persona o comunidad, sino ilustrar y exigir la capacidad intelectual de los involucrados. Esto es, que debemos estar siempre más adelante de las condiciones, explorar y conectar los “puntos relevantes” de la realidad y demandar nuevas posibilidades de reflexión, sólo así podemos salir de las tinieblas de juego oculto y aprender a refinar la gramática que usa de manera asimétrica la realidad.

Revelar el juego oculto de la realidad, significa dejar de jugar nuestro papel habitual para cuestionar las reglas del juego actual y diseñar referentes alternos para distanciarnos de nuestros propios marcos de comprensión y paradigmas, y así despertar la curiosidad para exigirnos respuesta de órdenes superiores que desafíen el statu quo vigente.

El Editor.

Referencia
PERKINS, D. (2010) El aprendizaje pleno. Principios de la enseñanza para transformar la educación. Editorial Paidós

domingo, 16 de noviembre de 2014

Principios "No negociables"

Dice Joel Barker, futurólogo: "Si descuidamos el futuro, nunca vamos a tener un buen presente. Pero si descuidamos el presente, vamos a comprometer rápidamente nuestro futuro." Una frase que nos debe mover hoy mismo para tomar las acciones que corresponden para crear el futuro que queremos, concentrarnos en los logros que queremos alcanzar y las transformaciones que vamos a concretar.

Si pensamos demasiado en el futuro, creamos ansiedad y superávit de expectativas, lo cual es nocivo para nuestra psiquis, des-enfocándonos de aquello que sabemos debemos lograr. De igual forma, sino retamos lo suficiente nuestros propios sueños, poco será lo que vamos a movilizar para lograrlos. Así las cosas, los que se atreven a crear su futuro, tienen claridad de lo que quieren alcanzar, reconocen sus talentos y potencialidades y actúan en consecuencia.

Hablar sobre el futuro, es una reflexión que inicia en el presente. Así las cosas, quien quiere traspasar las condiciones de su presente, debe contemplar las renovaciones que quiere en su futuro; debe ver aquello que se desea, transformado y realizado. Esto significa, crear una expectativa positiva de lo que va a suceder, para inspirarse en sus experiencias pasadas, motivarse con los logros presentes y lanzarse a conquistar su futuro.

Dic Suárez en su libro "The leader of one" que: "Tu concepto es un problema de saber escoger. La manera como tú piensas acerca del futuro, te impactará en la forma como actúas en el presente", lo que supone que debes entrenar tu mente para enfocarte en aquello que quieres obtener, canalizar tus energías para insistir inteligentemente con flexibilidad y claridad, y decidirte a prepararte en aquello que requieres para abrirte camino en medio de los retos que plantea la ruta para llegar a donde tu quieres.

No confundas los medios con los fines. Si te concentras en los medios, más que en el fin, estarás buscando en el lugar equivocado, donde claramente perderás tiempo y no estarás en la vía para alcanzar tu potencial. Los medios son opciones y estrategias, que hay que seleccionar con cuidado, sin descuidar los fines. Habida cuenta de lo anterior, aprende de aquello que te inspira, para que puedas focalizarte en tus fines y transformar el entorno donde te encuentras.

No hay nada más contagioso que una persona propositiva, generosa, emprendedora, simpática, talentosa y carismática, pues su energía para lograr sus metas, brilla por encima de todo, atrayendo a otros, persuadiéndolos de que es posible hacer que las cosas pasen. Contagiar lo positivo, teniendo claro nuestra “caja de herramientas”, abrir posibilidades para que otros intenten, para que otros se animen y sus deseos se materialicen. Recuerda que, somos parte del eslabón que conecta la gracia divina y la difunde en el mundo.

Construir el futuro que queremos está basado en nuestros principios “no negociables”, en aquellas declaraciones que proveen la fuerza, la mentalidad y la acción de las personas. Así las cosas, mientras no actuemos en consecuencia, no nos quejemos por los resultados que obtenemos, más bien tomemos acción para que se rasgue el velo de la virtud, de la gracia y la bendición, esa energía vital que habita en nosotros para vivir el presente y revelar nuestro futuro.

Referencia
Suárez, G. (2014) Leader of one. CreateSpace Independent Publishing Plataform.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Entorno VICA


El cambio es la única constante y por lo tanto debemos mantener una posición abierta para enfrentar un entorno VICA – Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo, donde los conocimientos que hemos adquirido entran en tensión conceptual con esta realidad y nuestra capacidad de respuesta ante lo inesperado se compromete. En este sentido, se hace necesario transformar nuestra forma de comprender la realidad y enfrentarnos a la inseguridad de no saber, para nuevamente repensar la forma de delinear nuestro contexto.

De acuerdo con Shea y Solomon (2013) liderar un cambio exitoso, requiere de dos pilares fundamentales: focalizarse en los comportamientos que se quieren cambiar y diseñar el entorno de trabajo para promover dichos comportamientos. Estos dos elementos, establecen la base de la metamorfosis que se quiere desarrollar en las personas y en las organizaciones, como quiera que sólo allí es viable renovar los supuestos base, sobre la cual los individuos actúan y toman decisiones.

Muchas veces los cambios no generan las transformaciones esperadas, pues los gestores de los mismos no son capaces de especificar los comportamientos que se deben renovar y menos lo que ellos significan en el hacer práctico de las personas. Adicionalmente, no se armoniza el entorno de trabajo donde deben darse los nuevos comportamientos, los cuales generalmente entran en conflicto, como quiera que se promueve un cambio en la persona, que no es reforzado por su entorno.
 
En este contexto, las personas quedan atrapadas en un conflicto de cambio, es decir, la necesidad de cambiar para renovarse, que es restringida por el entorno de trabajo que envía mensajes encontrados para que la transformación se dé. Así las cosas, es necesario advertir tanto los comportamientos como las condiciones del cambio para enfatizar el proceso de quiebre que se requiere para suspender lo que ocurre en la realidad y dar paso a la nueva práctica que derriba la inercia previa.

El cambio, es una realidad contingente y sistémica, que constantemente se construye con base en variables inesperadas o patrones emergentes, las cuales confrontan la forma en que entendemos el entorno, para mantenernos alerta y fuera de la zona cómoda, habida cuenta que sólo en una permanente tensión creativa entre nuestro filtro de la realidad y las propuestas inesperadas del escenario, podemos avanzar para superar nuestras propias autorestricciones.

No podemos quedarnos con aquello que hemos conocido y experimentado para enfrentar un entorno VICA, se hace necesario desarrollar la capacidad de cambio, como esa exigencia personal que cada individuo tiene para superar su propia condición actual, para potenciar los talentos desconocidos, que sólo serán revelados cuando la incertidumbre y la certeza se armonicen en un ejercicio que demanda abandonar tierras conocidas y sumergirse en un camino incierto.

Somos producto del cambio y el cambio nos transforma a nosotros. Por tanto, el cambio no puede ser una condición para repensar, sino la fuente misma para renovar nuestra episteme y crear una realidad emergente que sólo fluye y nunca se detiene.
 
El Editor.


Referencia
SHEA, G. y SOLOMON, C. (2013) Leading successful change. Wharton Digital Press.

sábado, 25 de octubre de 2014

Renovar la caja de herramientas

Revisando recientemente un artículo sobre patrones que se encuentran en los CIO Efectivos se menciona el modelo de competencias propuesto por Microsoft que detalla los atributos, comportamientos, áreas de conocimiento, destrezas y habilidades requeridas para alcanzar un desempeño exitoso en la educación.
 
En este sentido, se resalta una destreza estratégica denominada “tratar con la ambigüedad”, un elemento clave en el ejercicio de mirar al futuro y desarrollar una visión transformadora. De acuerdo con Microsoft, cuando una persona alcanza el mayor nivel de desarrollo de esta competencia, ésta es capaz de:
 
  • Prosperar en situaciones que implican riesgo e incertidumbre.
  • Utilizar su ingenio para hacer frente a situaciones ambiguas, y guía a otros a hacerle frente de manera efectiva
  • Anticipar los impactos del cambio, y se dirige a sí mismo y a los demás con suaves cambios de velocidad.

Si revisamos estas declaraciones, estamos ante elementos que son requeridos en el contexto de una realidad inestable y asimétrica, donde los cambios son la norma y la incertidumbre la regla permanente. En este sentido, se requiere motivar al entendimiento e incitar a la inteligencia para que desarrolle su capacidad creativa, y encontrar en la ambigüedad una forma para quebrar los moldes y movilizarse por sendas inexploradas.
 
En este contexto, si la incertidumbre es el mandante de la reflexión profesional actual, la visión de futuro no puede ser la repetición de lo que previamente ha ocurrido, sino la renovación y la revelación de nuevas posiciones y comprensiones de la realidad, que permiten anticipar y transformar el entorno para preparar las nuevas capacidades y competencias requeridas en la novedad que trae consigo abrir nuestra mente y liberarnos de las autorestricciones.
 
Entender la ambigüedad o mejor, tratar con ella, es una exigencia para todos los habitantes del nuevo milenio. El mundo acelerado, con quiebres permanentes y la inminente obsolescencia del conocimiento, hacen que debamos destruir la zona cómoda, donde lo conocido nos instala y a la vez nos condena. Lanzarnos a cruzar el umbral de la zona inexplorada y experimentar la inseguridad que supone estar allí, es abrir las puertas al aprendizaje, a la renovación de la “caja de herramientas”, con el fin de alcanzar un nuevo nivel de transformación que incorpore los nuevos normales que el contexto demanda.
 
Si estamos rodeados de una sobrecarga de información, de mensajes instantáneos, comunicaciones inmediatas, de información en tiempo real, no podemos esperar mucho tiempo para entender lo que pasa; se hace necesario aprender rápidamente, desaprender otro tanto y conectar los diferentes puntos en el espacio, para construir la nueva realidad que se nos presenta.
 
Lo anterior, supone entender la vida como un sistema interconectado donde fluyen significados y contextos, situaciones inesperadas y emergentes como fuente de sabiduría y experiencia que se conecta y nutre a todos aquellos que la descubren en medio del laberinto de las relaciones visibles e invisibles.
 
El Editor.
 
Referencias
LANGER, A. y YORKS, L. (2013) Strategic IT. Best Practices for Managers and executives. John Wiley & Sons.
EICHINGER, R. W y LOMBARDO, M. M. (s.f) Microsoft in Education. Education Competencies Information from Microsoft for Teachers and School Leaders. Recuperado de: http://www.microsoft.com/en-us/education/training-and-events/education-competencies/default.aspx#fbid=SG231AGCsK6  

domingo, 19 de octubre de 2014

El dragón oculto

Dice una máxima de la estrategia china: “No despliegues a un dragón oculto”, una frase algo extraña y contradictoria, pues nuestro sentido común nos dice que si es algo que es poderoso como un dragón debería poderse revelar.
 
La explicación de esta frase va como sigue: “No despliegues un poder, cuando debe estar oculto. Un poder debe esconderse mientras esté inmaduro y sea insuficiente para influir sobre una situación de manera constructiva”. Una explicación que cobra sentido y habla de la prudencia y el tiempo requerido para que ese “poder” tome forma y fuerza para poderse desplegar.
 
Cuántas veces hemos visto salidas en falso de personas, que no estaban preparadas lo suficiente para impactar de manera positiva. Cuantos intentos fallidos de personas presurosas que querían sorprender a otros con sus nuevas habilidades. Cuantos profesionales que se arriesgan a hacer cosas para las cuales aún requieren mayor entrenamiento. Tanto momentos que sólo por el afán de sobresalir, terminan opacando el poder que tienen en sus manos.
 
Un poder, es una responsabilidad. Por tanto, cuando tal poder está en formación, debe pasar largas horas de preparación, sometida a estrictos regímenes de disciplina y seguimiento para que esa capacidad, esa habilidad, esa destreza, esa vocación cada vez más se perfeccione y se haga una con su fuente, para que puede salir a conquistar el mundo, no para su beneficio, sino para el de todos.
 
Muchos tenemos poderes ocultos, habilidades inexploradas, vocaciones olvidadas, que requieren atención, pues allí vibra la esencia de la transformación que espera el mundo de cada uno de los seres humanos. Es tan peligroso dejarla salir sin preparación, que nunca haberla tomado en consideración. Pues en la primera, no es posible canalizarla de la mejor forma para producir todo el bien que puede hacer y en la segunda, es renunciar a los triunfos futuros para los cuales ellas te preparan.
 
No podemos anticiparnos a actuar con nuestros poderes, sin madurarlos; ni tampoco dejar de usarlos, para olvidarlos. Se requiere estar conscientes del compromiso que implica brindarles toda la atención y la formación, pues al hacerlo se estarán potenciando nuevas posibilidades para hacer que las cosas pasen y tomando en consideración talentos que estaban latentes esperando su oportunidad para revelarse.
 
Muchos hoy pueden estar preparando sus “poderes” para impactar positivamente el mundo, otros sólo viendo que las cosas pasan, que otros deciden por ellos y que existen personas que se lanzan a descubrir sus dones. Cualquiera que sea la distinción que selecciones habrá implicaciones para tu vida, unas que te obligarán a salir tu comodidad y otras que te llevarán a la inercia que todo lo acaba y lo destruye.
 
Así pues que comienza a domar el “dragón” que llevas dentro, esa figura y poder invaluable con el que has nacido, para que surtiendo las exigencias del entrenamiento y fatiga propias del dominio de sí, puedas revelar al mundo, la transformación de un ser ordinario en una persona extraordinaria.
 
El Editor
 
Referencia
CLEARY, T. (1996) El arte de la estrategia. Lecciones de negociación basadas en la antigua sabiduría china. Ed. Edaf.

lunes, 13 de octubre de 2014

¿Para qué educar?


Una pregunta que me ha surgido durante estos días, pone en contexto una realidad que muchas veces ignoramos y que pocas veces reflexionamos. Sólo hasta cuando observamos situaciones en nuestro diario vivir que nos interrogan sobre el porqué se presenta una cosa o la otra, nos cuestionamos sobre los retos que implica la convivencia de los seres humanos.


La pregunta clave aquí no es ¿qué es educar?, sino ¿para qué educar? En ese sentido, Humberto Maturana detalla: “(…) Para recuperar esa armonía fundamental que no destruye, que no explota, que no abusa, que no pretende dominar el mundo natural, sino que quiere conocerlo en la aceptación y respeto para que el bienestar humano se dé en el bienestar de la naturaleza en que se vive. Para esto hay que  aprender a mirar y escuchar sin miedo a dejar ser al otro en armonía, sin sometimiento.(…) (Maturana 1998, pág.36)”.


Revisando esta afirmación de este académico queda manifiesto que el educar como lo entendemos hoy, es muy más profundo y demanda un ejercicio de generosidad y humildad para encontrarnos con el otro, no en la competencia o lucha por una posición, sino en el escenario de los consensos y reconocimiento del otro como ser social. El educar es diferente a escolarizar. Mientras la segunda implica pasar por un aula y exponerse a los métodos y procedimientos propios de la institución educativa para abrirse a la producción de conocimientos y saberes, la primera es una búsqueda más trascendente que recaba en la razón de ser del hombre en la sociedad.


No podemos entender el educar, sólo desde la academia, pues hacerlo de esta forma negaría los múltiples actores y relaciones que existen en este proceso, toda vez que la formación, es decir darle forma a un individuo, exige recabar en una travesía personal donde nos lanzamos a experimentar las incertidumbres propias de salir de nuestra zona cómoda, para dejarnos sorprender por las fuerzas que definen el entorno y encontrar nuevas formas de entender la realidad, crear nuevas competencias de acción que nos permitan superar las olas disruptivas de los cambios sociales.
 

Cuando hablamos de la intolerancia de otros frente a situaciones humanas, estamos diciendo en el trasfondo, como afirma Maturana, que los otros están equivocados. Es decir, que si me encuentro con el otro “desde una posición en la que pretendo tener un acceso privilegiado a la realidad, el otro debe hacer lo que yo digo o está en contra mía” (Maturana 1998, pág.55). En este sentido, el educar nos debe advertir de las diversas posibilidades que podemos tener para ver la realidad, donde ésta no es un bien propio de quien la revisa, sino de todos aquellos que la nutren desde las acciones que ejecutan cada día, en la esfera de lo visible como desde la cosmovisión de cada persona.


Por tanto, al educar podemos motivar una lógica positiva de la realidad, basada en mi entendimiento de ella, como ejercicio de búsqueda de expresiones que no puedan ser refutadas, o bien otra donde se puedan reconstruir subjetividades para producir acuerdos intersubjetivos, donde se vinculen los significados y realidades de cada uno de los participantes, con el fin de buscar una postura superior, que si bien podrá ser sometida a los rigores de la validación científica tradicional, estará mediada por la experiencia de los que participan y los intereses comunitarios para validarlos como legítimos otros.


El Editor.
 
Referencias
MATURANA, H. (1998) Emociones y lenguaje en educación y política. ED. Dolmen - Tercer Mundo Editores.

domingo, 5 de octubre de 2014

Planeación, objetivos y prioridades

Se escucha con frecuencia que personas no logran aquello que se han propuesto, el lamento por la frustración de no haber logrado lo que han querido. ¿Qué será lo que determina que una persona llegue y otra no, a conseguir sus objetivos? Mucho se ha escrito al respecto, quedando en el ambiente un halo de práctica inconclusa que no aclara, sino que mantiene la expectativa para aquellos que no se atreven a conquistar sus sueños.
 
¿Te has preguntado que estarías dispuesto a hacer si supieras de antemano que no vas a fallar? Creo que la respuesta es clara: “todo lo que he querido”, pues bien, esa es la base para movilizar los esfuerzos para alcanzar el objetivo, que si bien no está asegurado, si existe un plan y el compromiso firme que alimenta la fuerza de un deseo focalizado y superior que destierra las dudas y hace realidad el camino.
 
En primer lugar está la planeación. Bien decía un asesor de tesis a su asesorado: “recuerda, la planeación es el mejor sustituto de la buena suerte”. Planear es la estrategia para darle forma al logro, es la partitura que debemos tocar para sintonizar nuestras energías, con los retos que demanda el producto de lo que soñamos. En la planeación se encuentran los significados de nuestra declaración y deseo, no como simples expresiones de lo que se quieren alcanzar, sino como hechos concretos que hemos alcanzado.
Luego vienen los objetivos, esas expresiones que delimitan y orientan las acciones de la planeación. Los cauces que focalizan la energía que debemos invertir para movilizar y alinear las fuerzas del universo, con el fin de que seamos parte de la energía que construye y evoluciona la humanidad. No podemos ser inferiores al reto que se nos impone, por tanto los objetivos deben elevar nuestra capacidad para transformar y cruzar el umbral de lo conocido.
Finalmente las prioridades, ese juicio de valor para establecer aquellas acciones que más valor y relevancia tienen para alcanzar nuestros objetivos. Establecer prioridades es una virtud  que implica pensar en el final de aquello que se quiere lograr, valorar el contexto de ejecución, reconocer nuestras ventajas y limitaciones, para capitalizar las oportunidades que se presenten en la ejecución de nuestro plan.
Tener un plan, unos objetivos y unas prioridades son elementos claves para concretar una aspiración; una manera de visualizar y aterrizar un deseo, y así, delinear una ruta que nos permita desacomodarnos y pensar nuevamente en aquellas cosas que nos elevan y comprometen para ser mejores seres humanos.
Sabrás que en este ejercicio y en el proceso de ejecución habrá momentos de desesperanza, aguas turbias y peligrosas, contradictores, circunstancias contrarias que querrán dar por terminado tu reto, las cuales sólo son fuerzas delineadoras de tu esfuerzo, pruebas de tu compromiso con tu sueño, que deben animarte para renovar tus votos de fidelidad con la causa y la confianza en tus capacidades para sobreponerte a tus propios temores.
Nunca pienses que eres una obra acabada, pues nuevas cimas estarán dispuestas para que las conquistes y sólo aquel que se ha comprometido con una vida plena, sabe que no es posible dejar este mundo sin la impronta que nos corresponde imprimir.
El Editor.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Armonía de los contrarios

El siglo XXI nos exige desarrollar una capacidad para aprender y desaprender rápidamente, como quiera que la obsolescencia del conocimiento, es una realidad que cada vez más se hace evidente, no solamente en el contexto educativo, sino en el empresarial. En este sentido, los profesionales de esta época de cambios vertiginosos y asimétricos, deben renovar su “caja de herramientas” para hacerla portable, dinámica y atractiva, con el fin  de atender los retos actuales y futuros que les demanda estar en una realidad impredecible.
 
En consecuencia, estos profesionales deben considerar la formación de competencias que le permitan, no solamente sobrevivir a la avalancha de cambios, sino desarrollar aquellas que les anticipe una posición estratégica y táctica en el mediano plazo en su área de conocimiento o mejor aún, tengan la virtud de ver la realidad a través de diferentes lentes disciplinares, para crear una vista holística del entorno.
 
Así las cosas, en lectura de Jorge Yarce, podríamos decir que, se demanda un cambio de enfoque y de mentalidad, donde todos aprendemos de todos y cada aprendizaje nos permite abrir una nueva puerta para ver lo que estaba oculto a nuestra vista. Para Yarce, la competencia de aprender a aprender supone tres elementos fundamentales: aprender a conocer, aprender a crear y aprender a comunicar.
 
Aprender a conocer, establece el doctor Yarce, “implica la reflexión constante y la repercusión de ella fuera del sujeto …”. Seguidamente anota: “aprender a conocer es una condición necesaria que le permite mantenerse actualizado para lograr un nivel estable de productividad …”. Conocer es una invitación permanente a descubrir su propio entorno, ver relaciones diferentes o crear nuevas, con el fin de enriquecer allí donde la persona actúa, para discernir nuevas aproximaciones de la realidad antes inexploradas.
 
Aprender a crear, comenta el académico en mención, “es fomentar la capacidad de observación y atención para hacerse preguntas e intentar responderlas, primero por sí mismo, y luego ayudado por otros. …”. En palabras de Ackoff, retirar nuestras restricciones autoimpuestas y explorar el resultado de haberlas eliminado. En pocas palabras, es una invitación a cuestionar el statu quo, aquello que se establece como referente o dogma, con que el fin de hacer una lectura fresca y novedosa, que corra el velo de nuevas revelaciones y liberen la energía potencial de la inteligencia atrapada en los límites conocidos.
 
Aprender a comunicar, en este punto Yarce detalla: “comunicar es el arte de transmitir información, pensamientos, ideas, sentimientos, creencias, opiniones o datos, de una persona a otra, a un grupo, o entre dos o más grupos. …”. Es claro que la transmisión de información no es suficiente, para lograr comunicación. Se requiere crear una “conexión”, una red de significados compartidos, que vinculan diferentes realidades, generando confianza, seguridad y participación entre los interesados. Una experiencia de intereses compartidos que suman en la diferencia y crean identidad cada vez que se reconocen unos a otros.
 
Así las cosas, en un mundo complejo, (Como anota Morin, mencionado por Tobón (2013), pág. 30: complexus – lo que está tejido en conjunto), se requiere penetrar el tejido inexplorado del entorno y desarrollar la habilidad para reconocer las interconexiones emergentes de la realidad, para que renovemos cada vez los lentes del observador y así poder conocer, crear y comunicar con una nueva racionalidad humana donde prime la armonía de los contrarios: la certeza y la incertidumbre.
 
El Editor.
 
Referencias
YARCE, J. (2014) Liderazgo trascendente. Editorial Panamericana.
TOBÓN, S. (2013) Formación integral y competencias. Pensamiento complejo, currículo, didáctica y evaluación. Editorial ECOE.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Caja de herramientas

En un mundo altamente competitivo y lleno de permanentes desequilibrios, encontrar un lugar para pensar y reflexionar es una tarea retadora, y resulta contradictorio, frente a las velocidades que nos imprime estar al día, cumplir con lo que exige el cargo que se desempeña y la necesidad de “parecer” estar ocupados.
 
En este sentido, pareciera que el conocimiento y la experiencia, entraran en una ruta frenética de actualización permanente que les impone estar alineados y ajustados con cualquier reto que se presente, tanto en la vida laboral como en la vida personal; como quiera que si no se hace, se hará evidente la obsolescencia del individuo y comenzará a desvalorarse su perfil, su empleabilidad; una pérdida de su encanto profesional.
 
En la vida los educadores nos dicen que debemos mantenernos aprendiendo y renovando nuestros saberes, buscando mantener el ciclo virtuoso de crecimiento intelectual, personal y espiritual, que genere valor y pertinencia al colectivo del cual hacemos parte. Lo que en el contexto académico se denominan “competencias”, que no es otra cosa que “la caja de herramientas” que cada persona tiene para potenciar sus habilidades y descubrir cómo, en el encuentro con el otro, es capaz de sorprender y anticipar el futuro.
 
Las competencias específicas, anota Tobón (2013, pág.119), “son aquellas propias de una determinada ocupación o profesión. Tienen un alto grado de especialización, así como procesos educativos específicos …”, esto exige una preparación y actualización continua, habida cuenta que el entorno cada vez se mueve más rápido y nos demanda respuestas más oportunas, más ágiles, menos complejas y ajustadas a los requerimientos, y preferiblemente generosas en creatividad.
 
Lo anterior, nos ilustra que cada vez más se requiere una mirada más holística de la realidad, más sistémica y transdisciplinar. Esto es, una reflexión más conectada entre disciplinas; desde diferentes puntos de vista, con el fin de enfrentar el reto de la incertidumbre, como fundamento del contexto corporativo y de los modelos educativos, que permita forjar las nuevas generaciones de profesionales, para que sean capaces de moldear y ajustar “su propia caja de herramientas”.
 
No podemos negarnos a vivir actualizados en el ejercicio de la profesión, hacerlo, sería cavar día a día la muerte laboral o comprometer la empleabilidad en el mediano y largo plazo. La obsolescencia del conocer, contrapone la esencia del ser. Esto es, el individuo, ese ciudadano educando debe identificar cómo evolucionan los estándares de reconocimiento social, generalmente basados en capacidades financieras, políticas, sociales y académicas, para ajustar su lectura del mundo y permanecer en sintonía con el sistema que lo envuelve.
 
Así las cosas, competir en un mundo donde sólo los más aventajados tienen las oportunidades, donde ayudar al que se queda en la vera del camino, es retrasarse; o motivar a quien no tiene ilusiones o sueños, es una pérdida de tiempo, supone una contradicción que debe enfrentar el modelo educativo actual, que debe buscar no solamente una formación intelectual sólida y relevante, sino reconectar al ser humano con su propia historia, con sus propios anhelos y deseos, para que pueda dar lo mejor de sí y de esta forma descubrir al otro.
 
El Editor

Referencia
TOBON, S. (2013) Formación integral y competencias. Pensamiento complejo, currículo, didáctica y evaluación. ECOE Ediciones.
 

sábado, 6 de septiembre de 2014

Aprehendizaje Estratégico

Revisando algunos apartes del libro “Strategic IT” de Arthur M. Langer y Lyle Yorks editado por John Wiley & Sons en 2013, se establece que la “strategic advocacy” o “promoción o venta de la estrategia” debe ser una forma de pensar y actuar particularmente de los directores o gerentes de tecnología de información. Para ello, los autores establecen dos conjuntos de competencias claves:
 
1. Participar y desarrollar un aprendizaje (un saber) estratégico y actuar estratégicamente.
 
2. Tener la habilidad política para construir un capital social y efectivamente influenciar a otros sin depender de la autoridad formal.
 
Desarrollar la primera competencia implica que la persona debe sentirse cómoda con la ambigüedad y tomar riesgos calculados. Esto significa que sus estructuras mentales deben estar adecuadas para enfrentar segmentos no lineales de la realidad, combinar las probabilidades con las posibilidades y forjar una visión sobre lo que puede y debería ser el futuro. Es una apuesta, que supone poner a prueba lo que ha conocido de la realidad, aquello que le sorprende del presente y eso que lo desvela del futuro.
 
Esta competencia clave para abrir posibilidades en el hoy, que permite transformar el futuro, demanda un cambio de paradigma, de enfoque, de marco tecnológico de las personas, pues supone entender las expectativas políticas e intereses primarios de los ejecutivos de primer nivel, para luego generar conversaciones estratégicas; aquellas que repiensan la realidad, más allá de las relaciones causa-efecto, creando nuevos caminos para leer el ambiente fuera del statu quo.
 
La segunda competencia implica el desarrollo de una inteligencia política, una capacidad para divisar y delinear los intereses y necesidades ejecutivas con el fin de articular, sus ejercicios estratégicos en el lenguaje de la alta gerencia. No son los indicadores de volumen o de logro en los planes de trabajo lo que hace la diferencia en esta temática, sino la forma como una persona es capaz de persuadir y sintonizar el discurso, con las sensibilidades gerenciales, para que sus propuestas tengan eco en la agenda de las juntas directivas.
 
Dirían en la actualidad que esta competencia es lo que se denomina ser un “perro viejo”, un toro “lidiado en muchas plazas”, cosa que puede ser cierta, sin embargo, es mucho más que eso, pues alcanzar este nivel de alineación y movilización de ideas con recursos, exige desarrollar sensibilidad a los cambios directivos, capacidad de interlocución en ese nivel y mente abierta que perciba cambios y patrones emergentes en sus intereses, conversaciones y decisiones.
 
En consecuencia, todo aquel que aspire a transformar algo en la vida, no solamente debe tener conocimiento experto en un dominio de conocimiento, sino advertir la capacidad de aprehender estratégicamente, es decir, descubrir y revelar la estrategia, esto es, no solo entender los objetivos del negocios, sino habilitar el escenario para descubrir sus fracturas y crear las condiciones para que evolucione de manera anticipada frente al entorno.
 
El aprehender estratégico demanda interiorizar la esencia de un pensamiento que cuestiona la realidad existente, encuentra en la incertidumbre sus fundamentos y habilita a la persona para crear quiebres: aquellos aspectos invisibles de la realidad que se manifiestan cuando nos desinstalamos de lo conocido.
 
El Editor.
Referencia
LANGER, A. y YORKS, L. (2013) Strategic IT. John Wiley & Sons.

domingo, 24 de agosto de 2014

Santa intransigencia

Muchas veces existen momentos y situaciones que demandan una dosis de firmeza y contradicción, con el fin de que aquello, que no se define o que no se comprende con claridad se revele. El arte de decir “NO”, es precisamente una habilidad que los seres humanos deben desarrollar para comprender mejor quiénes son y cómo encuentran y descubren a los demás.
 
El declarar que no se quiere hacer algo, puede ser sinónimo de “terquedad”, “testarudez”, o de “inflexibilidad” para aquellos que están convencidos de que las cosas se deben hacer de una forma particular. De igual manera, se puede leer como una forma de “tomar distancia” y preguntarse “¿qué es eso que ésta persona está observando y que yo no veo?”. Cualquiera que se la lectura que se haga, no deja de incomodar a las dos partes, pues en últimas los intereses que median no se hacen presentes y la necesidad de avanzar no da espera.
 
En este marco conceptual, se instala una virtud que se denomina la “santa intransigencia”, donde San José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei comenta: “(…) el hombre santamente intransigente es hombre que tiene las cuatro virtudes cardinales. Además, es hombre de fe firme, de esperanza segura; es hombre con caridad, porque ceder ante el mal, propio o de los demás, no es caridad.  (…)”
 
Esta virtud propia del hombre temeroso de DIOS, es una ruta de apertura del corazón y de iluminación interior, no solo para descubrir sus propias manchas personales, sino advertir elementos “turbios” o incomprendidos de la realidad. Recorrer la ruta de la “santa intransigencia” es retar a aquellos con intenciones no reveladas, incomodar a los que no quieren hacer cosas diferentes y sobre manera, confrontar esos intereses escondidos que tratan de maquillar la realidad.
 
La “santa intransigencia” es una virtud peligrosa, pues los poderes políticos e intereses ocultos, verán en ellos “piedras en el zapato”, obstáculos que deben ser removidos o desaparecidos para que, sus currículos ocultos continúen y pasen inadvertidos, y así evitar que se cuestionen sus posiciones o estrategias. Vivir la “santa intransigencia” es tensionar las fuerzas de los “movimientos invisibles” para que salgan a la luz pública y se exija un debate abierto y sin agendas clandestinas.
 
Los intereses de los seres humanos, la tendencia natural de privilegiar unos sobre otros, el tener la ventaja en escenarios particulares, son realidades que no podemos evitar, momentos y condiciones que son propias e inherentes al egoísmo de los individuos; o acaso, ¿no se siente bien aquel que tiene una posición aventajada?
 
Este escenario denota una confrontación natural que debe ser asumida con firmeza de espíritu y templanza individual, para que no solamente surja la verdad, sino que brille la caridad; esa virtud que supera nuestra posición personal y privilegia una equidad social.
 
EL Editor

sábado, 16 de agosto de 2014

Dos desafíos claves



De acuerdo con Llopis y Ricart, en su libro “Qué hacen los buenos directivos. El reto del siglo XXI” publicado por Pearson en 2013, se establecen dos desafíos y dilemas fundamentales de los ejecutivos en el desarrollo de su trabajo: (pág.12 y 13)
* Saber qué hacer a pesar de toda la incertidumbre que afrontan y la cantidad de potencial información relevante que deben asimilar.
* Llevar a cabo sus objetivos a través de un largo y diverso grupo de personas sobre las que tiene un escaso control y supervisión directa. 

Estos dos retos ponen de manifiesto el carácter, la constancia, la capacidad empática y política, el poder de persuasión y el aseguramiento de resultados que debe tener todo ejecutivo de una empresa. Pareciera que es un encargo donde siempre hay respuestas para todo y orientación para movilizar aquello que se pretende alcanzar. 

Enfrentar el exceso de información y la incertidumbre al mismo tiempo, exige de cualquier ejecutivo conciliar sus expectativas y planes estratégicos con el momento presente. Esto es, revelar aquellos datos relevantes inmersos en la información disponible que le permitan maniobrar en el corto plazo y advertir diferentes tendencias que lo motiven a tomar riesgos calculados para cambiar el entorno donde opera.

Lograr los objetivos que se trazan exige desarrollar una red de contactos, una red de personas claves, una serie de interconexiones con líderes de opinión naturales, que le permitan armonizar las voluntades necesarias, desde el proyecto y motivaciones del ejecutivo, en el cual todos son parte fundamental para hacer que las cosas pasen. 

Estos dos dilemas establecen los rasgos requeridos para los ejecutivos actuales y futuros, definen las características personales de aquellos que deben movilizar a las empresas para permanecer en el tiempo y orientan las competencias de acción que son necesarias para darle sentido al ejercicio de dirección que exige operar desde la incertidumbre y en un mundo lleno de asimetría y realidades emergentes.

Los ejecutivos de las empresas, nos enseñan que la vida es un proceso de quiebre permanente, una oportunidad para mostrar lo mejor de nosotros mismos y la validación continua de aquello que quiere lograr y transformar en su vida y en la de los demás. Como ejecutivos tienen la responsabilidad de mostrar un horizonte, de brindar seguridad física y psicológica a su equipo y sobre manera el respaldo para que tomen decisiones en condiciones cambiantes y dinámicas.

En este ejercicio directivo de contradicciones de pensamiento, de presiones políticas, de intereses cruzados y agendas paralelas, los ejecutivos no solamente deberán inspirar y comprometer a aquellos que han comprado su proyecto, sino crear la red de conversaciones para la acción que motiven la transformación de cada uno de los actores para llevarlos a su siguiente nivel; esto es liberar el potencial de sus colaboradores, como requisito para crear un entorno de innovación y variedad que enfrente la complejidad y la disparidad de la realidad empresarial actual y emergente.

Los dos desafíos nos enseñan, que al ser ejecutivos de nuestra propia empresa, de nuestra propia marca, es necesario desarrollar la sensibilidad frente al entorno para el tratamiento de los riesgos conocidos y el análisis de los latentes, focales y emergentes. De igual forma, plantea la realidad de la red de contactos, como el circuito moderador y potenciador que descubre como “la savia alimenta al árbol” y traza la ruta política de conversaciones claves para actuar en consecuencia y reformar el mundo conocido.

El Editor 

Referencia
LLOPIS, J. y RICART, J. (2013) Qué hacen los buenos directivos. El reto del siglo XXI. Pearson