sábado, 28 de julio de 2018

Escuchar: Habilidad, Capacidad y Competencia

Escuchar, un verbo que muchas veces nos negamos a conjugar en la vida diaria, parece ser que cada vez más se convierte en una actividad necesaria para sobrevivir y avanzar en un mundo donde el ruido y el afán se consolidan como normales para los seres humanos. Revisar el concepto de escuchar, nos remite a una reflexión sobre la esencia de lo que significa la palabra: ¿es una habilidad? ¿es una capacidad? o ¿una competencia?

Cualquiera que sea la respuesta, se darán elementos que concretan el escuchar en cada una de las preguntas planteadas. Cuando definimos la habilidad, hablamos sobre el desarrollo y aplicación de una metodología o técnica, que con la práctica diaria se logra llegar a un nivel de maestría que puede ser evidenciado en un hacer concreto.

Para poder escuchar es necesario desarrollar la habilidad de encontrarse con el otro, de asumir una postura amable y cercana, de tal forma que, el interlocutor encuentre el espacio propicio para entrar en comunicación con la otra persona. Escuchar, no es sólo sentarse y percibir las palabras de la otra persona, sino de destreza personal, corporal y emocional para leer y descubrir las experiencias, retos y necesidades del otro, como una oportunidad para crecer y aprender sobre sí mismo, desde la generosidad de su próximo que se abre a vivir la presencia de la otra persona.

Cuando hablamos de una capacidad, se habla de condiciones personales para aprender y cultivar distintos campos del conocimiento; de esa disposición humana para enfrentar los inciertos y los retos intelectuales, que da cuenta de la flexibilidad y facilidad con que un ser humano se reinventa a sí mismo frente a los escenarios de la vida. En este sentido, escuchar es una capacidad, es un movimiento y moción interior, una disposición interna del hombre, que con su mirada y silencio interior, es capaz de desnudar la “conversación paralela” que las palabras ilustran, mientras el cuerpo danza sobre la esencia de la emoción interior no revelada.

Si lo anterior, no fuese suficiente, entender el escuchar como una competencia, es entrar en los espinosos terrenos educativos, donde las posturas sobre el tema, son diversas, con grandes tensiones y aireados debates. Teniendo esto claro, la definición que se usará en esta reflexión se aleja de aquellos que la entienden asociada con el desempeño de una persona al realizar una actividad, y la reivindica como un saber situado, que refleja una interacción compleja entre los conocimientos previos, aquellos que se aprenden y los que se aprenderán.

Si escuchar es una competencia, implica el reconocimiento de dos personas que buscan encontrar lugares comunes para descubrirse a sí mismos, enriquecerse en la manera como conocen su entorno y establecer nuevos linderos de aprendizaje donde cada una incorpora nuevas experiencias y saberes, basado en un acuerdo de colaboración, que es explícito o implícito en la relación que se plantea entre dos sujetos. En pocas palabras, escuchar es un acto de aprendizaje donde se abre cuerpo, mente y emoción para construir distinciones y estructuras mentales antes inexistentes.

Así las cosas, escuchar es una habilidad, que debemos perfeccionar como técnica y método que nos permita una mayor facilidad de conexión con el otro. Es una capacidad, que debemos potenciar para tener mayor plasticidad y decisión frente a los aspectos inestables e inciertos de la vida y así, prepararnos para acompañar a otros, y finalmente una competencia humana, que yace en nuestro saber ser, saber hacer, saber convivir y saber aprender como un reto permanente que nos exige reconocer al otro en un contexto particular, para así, descubrir más, saber más, entender mejor y convivir más.

El Editor

Referencias consultadas:
(Sin autor) Competencias, Aprendizaje Significativo y Aprendizaje Situado. Recuperado de: http://lettbaso132.blogspot.com/2008/09/competencias-aprendizaje-y-aprendizaje.html
Mulder, M., Weigel, T. & Collins, K. (2007) The concept of competence in the development of vocational education and training in selected EU member status: a critical analysis, Journal of Vocational Education & Training, 59 (1), 67-88 

sábado, 21 de julio de 2018

Incertidumbre: espacio de posibilidades

La incertidumbre es una característica propia del entorno, y una realidad concreta en cada una de las personas. Quieran o no, la incertidumbre siempre estará rondando sus actividades y sus retos, como esa presencia vigilante y detonante de tus mejores capacidades, cuando se trata de liberar tus propios miedos y asumir el reto de dar un paso, en medio de lo que aparentemente no conocemos.

Se quiera o no, los seres humanos viven en un rango de probabilidades, pero mejor, aún en un espacio de posibilidades. La incertidumbre por defecto produce angustia, desesperación e incomodidad, pues el ser humano está acostumbrado a la certidumbre y la concreción de escenarios que sabe que puede manejar y conoce de antemano. Sin embargo, es en el incierto, donde es posible liberar la ansiedad; cuando el hombre es capaz de aceptar sus limitaciones y reconocer sus virtudes, podrá llenarse de razones para saber de qué está hecho y retarse para superar sus propias marcas.

La incertidumbre siempre ha sido la responsable de muchas decisiones calificadas por “algunos” como inapropiadas, audaces por “muchos” y visionarias por “otros”. Dichos criterios de calificación responden a marcos conceptuales desde donde cada persona mira el mundo, y por lo tanto, son relativos a cada realidad humana. Es decir, el criterio dependerá del reto que cada ser humano está dispuesto a asumir como la cuota de aprendizaje y renovación que le exige la vida para ganarse el derecho a alcanzar el siguiente nivel.

La incertidumbre crea un escenario compartido entre la realidad y la imaginación. Mientras las cegueras cognitivas privan al hombre para ver ángulos distintos de su entorno, la imaginación habilita espacios de reflexión inéditos para su análisis. En este sentido, se hace necesario explorar desde la imaginación, con sentido positivo, posibilidades que no se han contemplado antes, contrastando dichas condiciones, frente a las capacidades disponibles en el momento y frente a aquellas que se requieren desarrollar.

La incertidumbre no es un juego de azar que aparece y desaparece sin razón aparente, es una tendencia propia del entorno que se manifiesta, en palabras de Charán (2015), como rarezas, inconsistencias y contradicciones, las cuales deben ser identificadas y leídas, como insumo para avanzar y proponer alternativas que hagan del “incierto”, una oportunidad para crear incentivos y motivaciones, que quiebren el status quo y revelen aquello que no era posible ver previamente.

Cuando la incertidumbre trata de dominar los pensamientos del hombre, deberá saber que se enfrentará a las acciones con propósito, a la vocación y el sentido trascendente del ser humano, que estará dispuesto a encontrarla y desafiarla en su propio terreno. Nada más cierto que, un hombre decidido, empoderado, abandonado en la divinidad y con propósito superior, es capaz de sobrepasar sus propios miedos y superar el umbral de la desesperanza que le plantea la incertidumbre.  

Así las cosas, cuando la incertidumbre se revele en la vida, no la combata con su propias armas, muéstrele que es capaz de construir escenarios tan retadores como los que ella propone, para superar los imaginarios del “error” y construir la ruta impensada, que destruye el miedo, aumenta la confianza y renueva la fe: el reto de ser sal del mundo y luz para las naciones.

El Editor

Referencias:
Charan, R. (2015) The attacker’s advantage. Turning uncertainty into breakthrough opportunities. New York, USA: Perseus Books Groups.


domingo, 15 de julio de 2018

Reinvención personal: Un ejercicio de aprendizaje profundo


Uno de los grandes retos que tiene la educación en la actualidad es que los estudiantes alcancen un aprendizaje profundo, es decir aquel que construye conocimiento en el interior de cada individuo, que es capaz de crear distinciones nuevas desde su propia experiencia y que sorprende e incomoda su saber previo y el de otros.

De acuerdo con Richards (2018) el aprendizaje profundo viene de explorar, cuestionar y usar las ideas (aprender haciendo – proyectos, laboratorios, experimentos), de abrir espacios para la imaginación que conecte las habilidades de las personas, sus motivaciones y sus retos, con el fin de aprender rápidamente de aquellas cosas que no salieron como se planearon y reinventase rápidamente para volver a intentar.

Aprender de forma profunda, significa ensayar y capitalizar lecciones de cada experimento, aumentar la capacidad de reflexión y crear puentes inexistentes entre conceptos o dominios de conocimiento antes inexplorados. Aprender implica necesariamente intentar diferentes caminos, encontrar salidas inesperadas y callejones sin salida (aparente). En este sentido, aprender de forma profunda, no implica que no se tengan momentos de incomodidad, al contrario, son esos instantes los que muestran que se avanza por el camino más interesante para romper con el statu quo.

En consecuencia, el aprendizaje profundo es un camino de desafíos personales que se plantea en medio de un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, donde luego de cada acción realizada, lo que tenemos son datos y experiencia acumulada para pensar sobre las decisiones que se han tomado para llegar hasta este punto. Es entender, que tenemos cegueras cognitivas que nos impiden ver un fenómeno y que debemos encontrar diferentes puntos de vista para reconocerlos, entenderlos y superarlos.

Cuando se entiende que aprender implica necesariamente caminar por rutas inciertas y atreverse a experimentar en sitios o lugares inesperados, claro está con arreglo a una vista de juicio ético y de valores sociales acordados, es posible superar la “emocionalidad” que implica no cumplir con lo esperado y transformarla en aprendizajes significativos, que generen nuevas motivaciones para seguir intentando.

Aprender de manera profunda significa en palabras de Fox & Pollack (2017) “juzgar tanto el éxito como el error no por sus resultados, sino por la calidad de las decisiones tomadas”, así como, por los cambios en las estructuras internas del pensamiento y las reflexiones humanas que sacan al individuo de la zona cómoda y lo lanzan a crear nuevas conexiones más allá de su saberes previos.

En este sentido, el aprendizaje profundo implica una honda conexión con la intimidad del hombre, en la esfera de lo cognitivo y lo trascendente que busca hacerse nuevas preguntas, para continuar explorando nuevas respuestas. Un proceso que implica una práctica espiritual, experimental y mental para reinventarse a sí mismo, desde los hechos de sus acciones, el reconocimiento del otro y la visualización de su propio futuro. Es decir, mantenerse en modo aprendizaje, como norma de vida que entiende “la falla” como una forma de reconocerse necesitado, abierto a las oportunidades y crear en perspectiva desde la sabiduría del error.

El Editor

Referencias
Richards L. D. (2018) Changing the Educational System: The Bigger Picture. Constructivist Foundations. 13(3): 331–333. Recuperado de: http://constructivist.info/13/3/331.richards
Fox, O. & Pollack, J. (2017) The net and the butterfly. The art and practice of breakthrough thinking. New York, New York. USA: Penguin Random House LLC.