domingo, 22 de diciembre de 2013

El don de la Navidad

Revisando algunas reflexiones sobre los "dones", llama la atención dos vistas particulares que nos ponen en sintonía de esta realidad: "Un don espiritual que es una habilidad dada por Dios para el servicio" (Dr. Charles C. Ryrie. Teología Básica. Pág.420) y por otra parte, el catecismo de la Iglesia Católica establece: "Los dones son disposiciones permanentes que hace al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo."

 

Al ver estas dos posiciones, tienen en común, que son regalos o donaciones de un ser supremo, de una vida superior que actúan sobre la humanidad con un propósito: servicio, entrega o donación. Los dones son muestras generosas del infinito sobre los hombres, para sacarlo de su zona de confort y confrontarlo con la realidad para que la transforme.
 
Nótese que la vista del catecismo implica que el hombre debe estar en disposición para recibirlos, en una posición de docilidad, de ductilidad, de maleabilidad para que la abundancia del Universo se materialice en su vida, para que en su esencia, se abandone en esa nueva realidad y se libere de su propia voluntad para ponerla al servicio de un bien superior, de una meta trascendente que no entrega gloria terrena, sino paz interior.
 
Los dones, esas habilidades especiales que el Creador nos regala, que armonizan la vida del hombre para acelerar su desarrollo y madurez; son una invitación permanente para activar su potencial, mantener la atención en los detalles, la intención sobre su obra y la actitud para hacer que las cosas pasen. Los dones son la puerta abierta para animar el fiel combate personal y espiritual, que busca conquistar nuestros propios temores y someter nuestra arrogancia delante de la divinidad.
 
De acuerdo con las dos definiciones tenemos a dos actores que despachan dichos dones. Mientras una habla de “DIOS”, la otra comenta del “Espíritu Santo”, dos actores con esencia propia y trascendencia en diversos contextos. Cualquiera que sea la visión de tu Creador, estamos ante la vista de una “moción espiritual y sobrenatural” que no actúa sobre vacío, sino que requiere las “vasijas de barro” para movilizar sus deseos y desafiar su propia obra.
 
Esto es, los dones son pensados y fundados desde la eternidad, son visualizados desde la antigüedad para que hagan y transformen lo que se requiere a lo largo del tiempo, para que todo lo que está previsto se haga realidad. Los dones, por tanto tienen origen y continuidad sin límites, son ofrecidos a largo de las eras, para que aquellos que los acepten, se hagan parte del plan divino y se conviertan en herederos del poder sobrenatural que supone hacerse parte de ese regalo y del reto que ello implica.
 
Si lo anterior es correcto, la frase del Romano Pontífice, Francisco, cuando declara que la navidad es un don: “Dios nos ofrece el don de la Navidad”, es una expresión universal que genera "guerra interior", "docilidad", "servicio", "incomodidad" y "abandono" palabras que deben motivarnos a explorar esta cortesía divina, no solamente desde la vista exterior de una celebración comercial, sino provocar una reflexión interior, que acepte nuestra humanidad (con sus virtudes y vicios) y nos ponga en camino para contemplar en un portal, lo que significa Navidad para cada uno de nosotros.
 
 
El Editor


sábado, 14 de diciembre de 2013

El futuro: desafiando el status quo

El académico de la Universidad Autónoma de Barcelona, Joaquín Gairín Sallán, en su artículo “Cambio de cultura y organizaciones que aprenden” comenta: “(…) Más que decidir lo que vamos a hacer en el futuro, parece necesario tomar ahora las medidas que nos pongan en condiciones de poder decidir adecuadamente cuando en el futuro sea necesario. (…)”. Una frase que nos pone en perspectiva sobre lo que debemos hacer para enfrentar lo inesperado del mañana.

Para poder anticiparnos al futuro, es decir, poder construir desde hoy lo que queremos sea nuestra vida mañana, el académico nos ilustra que debemos tomar aquellas medidas fundamentales y establecer las condiciones necesarias y suficientes para que podamos decidir adecuadamente cuando el momento llegue. Esto es, mantener una visión concreta de nuestro mañana, para motivarnos a crearlo y perseguirlo desde hoy para que se haga realidad.
 
Pensar en el mañana, debe ser un ejercicio del presente y de realidades concretas. Entrar en un superávit de futuro, puede llegar a ser contraproducente y dispersar la atención de los interesados. Más bien, se quiere explorar y conocer nuestras habilidades actuales y capacidades reconocidas, para crear el contexto y la fundamentación requeridas, que permitan cambiar y transformar las estructuras conocidas, para crear nuevas cuando sea necesario.
 
El futuro es un juego de expectativas humanas y asimetrías de los mercados, lo que para un analista es un posible escenario, para el otro es algo diferente o totalmente divergente. Estamos atrapados en nuestra propia historia y manera del ver mundo, por lo que el ejercicio de anticipar o pronosticar basado en tendencias documentadas, es una respuesta a nuestro deseo de certidumbre, a nuestra necesidad de certeza y no una apuesta abierta para rasgar el velo de los nuevos retos emergentes.
 
En este sentido, nuestra apuesta no puede estar atada a lo que vemos hoy, a lo que percibimos y creemos actualmente, sino a preparar nuestra mente, nuestro entorno para desarrollar una plataforma que nos permite repensar el presente y cruzar los dominios del futuro, una realidad latente en cada uno de los individuos y que es impulsada por sus sueños y anhelos.
 
No preparar el escenario actual para crear el mañana, es atentar contra el plan celestial que se ejecuta día a día en nuestras vidas. Es retrasar la obra generosa y valiosa que nuestro buen DIOS tiene para cada ser humano, es detener las bendiciones y logros que debemos alcanzar, y los temores que debemos conquistar para cruzar la línea que divide el mundo conocido de aquellos que ven que las cosas pasan y el mundo inexplorado de aquellos hacen que las cosas pasen.
 
Por tanto, que vivamos fielmente nuestra vocación para desafiar el status quo, que nuestros talentos se maximicen en el ejercicio de la misma, para que podamos superar las barreras autoimpuestas por el mundo y por aquellos que se han quedado en la comodidad de sus logros, y así demos testimonio abierto de la renovación de nuestros retos, esos mares profundos, donde existe un encuentro personal permanente de tu humanidad con la divinidad.
 
El Editor.
 
Referencia
GAIRÍN SALLÁN, J. (2000) Cambio de cultura y organizaciones que aprenden. Revista Educar. No. 27. Pp 31-85.  Disponible en: http://educar.uab.cat/article/view/245/222 (Consultado: 14-12-2013)

domingo, 8 de diciembre de 2013

Los próximos 30 años

Revisando el libro de Álvaro González-Alorda, “Los próximos 30 años”, es importante mantener el foco y la energía, en aquello que nos motiva, nos eleva y transforma. El autor citando a Bertrand Russell, afirma: “Cuando un hombre sabe a dónde va, el mundo entero se aparta para darle paso”, una expresión que habla sobre nuestra capacidad de enfocarnos y ensanchar todo lo que tocamos para lograr y materializar nuestros sueños.
 
De acuerdo con el autor, los próximos 30 años serán de transformaciones y retos interesantes para los profesionales y todos aquellos que quieran ser protagonistas de su propio futuro. No habrá espacio para aquellos que se queden en la mitad o para los que se encuentren en su zona cómoda, toda vez que la revolución en la que estamos les exigirá lo mejor de ellos para superar los desafíos que están por venir.
 
La vida como la conocemos estará marcada por un fuerte influjo digital, que nos demandará mayor disciplina y selectividad en un mundo lleno de información y sobre carga de datos. No es posible sobrevivir a una era de redes interconectadas, contenidos digitales masivos y redes sociales intensivas sin una disciplina personal para mantener el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu requerido para superar las vicisitudes del entorno.
 
Los próximos 30 años debemos mantener y cultivar una energía intelectual y vital arrolladora para comprender las variaciones disruptivas que están por venir y tener la capacidad para anticiparse y posicionarse en un sitio privilegiado, que nos permita combinar nuestra hambre de logro con el balance familiar requerido, para encontrarnos con nosotros mismos y los demás.
 
Si revisamos las tendencias actuales y la evolución acelerada de las tecnologías de información y los servicios de información, cada vez más se privilegia la comunicación asincrónica, de mensajes y recados electrónicos, que lesiona las relaciones cara a cara generando distancias entre las personas, aumentando la brecha emocional y de contacto, tan necesaria para reforzar y enriquecer relaciones con vocación transcendente entre los seres humanos.
 
En los próximos 30 años debemos aunar esfuerzos para catalizar compromisos y organizar equipos humanos para hacer realidad visiones de futuro, que inspiren a muchos otros para crear grandeza, logro y transformación más allá de lo que hemos conocido. Somos una generación privilegiada llena de determinación y pasión para hacer que las cosas pasen y no podemos evadir nuestra responsabilidad para lograr llevar la humanidad a su siguiente nivel de evolución.
 
Iniciar nuestro viaje a los próximos 30 años, requiere la firme convicción de que podemos construir un futuro lleno de oportunidades para todos y alcanzar la maestría de nuestros talentos, como fundamento de la audacia, sensatez e inspiración requerida para lanzarnos a explorar la ventana del mañana, donde el presente es la puerta de entrada para sincronizar nuestros sueños con la generosidad del universo presente en todo cuanto vemos, experimentamos y sentimos.
 
El Editor
 
Referencia
GONZÁLEZ-ALORDA, A. (2012) Los próximos 30 años. 9ª Edición. Editorial Alienta

lunes, 2 de diciembre de 2013

El poder interior

El poder de la fuerza interior es una energía que vive y anida en el corazón del hombre. Es un fuego interno que está cual volcán dormido, esperando el momento justo para mostrar su poder. Ese misterio de la conexión interna, nos refleja las bondades y talentos que tenemos para conectarnos con los otros, para lanzarnos a descubrir el mundo, para conquistar nuestros propios temores.
 
Vivir fuera de la zona cómoda, es la esencia de la presencia del fuego interior, de una actitud abierta hacia la vida, donde el aprendizaje y desaprendizaje son la fuente donde reside la motivación para renunciar a los logros inmediatos y aspirar a los premios trascendentes. Encontrarnos con nosotros mismos, es el camino de esperanza que construimos cada día, la ruta que nos permite encontrar el propósito de servicio y logro donde los otros son la parte clave de la estrategia.
 
El poder interior escucha las voces retadoras de tu vocación, hereda las memorias del futuro de tu visión y explora las nuevas fronteras de tu pasión, allí donde lo desconocido e inesperado, son la constante, para revelar aquello que transformará tu entorno, tu práctica y quebrará el statu quo vigente a la fecha. No temas enfrentar tu voz interior, pues allí está el plan maestro que refina tu madurez y tú fe.
 
Revelar tu poder interior, es aceptar a los demás sin prejuicios, es conquistar la inteligencia emocional para alcanzar la sabiduría personal, es liberar nuestras fronteras egoístas para alcanzar gracia y bendición delante de la Creación. Por tanto, cultiva y conecta tu vida interior con la luz de la verdad, esa invitación permanente de tu DIOS (cualquiera que sea tu imagen de él) para encontrarse personalmente en el tribunal de las virtudes en lo profundo de tu alma.
 
La vida interior, cultivada por tantos santos, es la puerta estrecha para conectarnos con el infinito, el secreto a voces de los místicos para domesticar la mente y alinear el espíritu. No dejes de buscar esa conversación interior, esa autopista de reconocimiento propio, de abandono personal, es puente natural tendido entre la eternidad y tu humanidad para que la sonrisa del Universo se desborde en toda clase de dones sobre tu vida.
 
Aprende a conversar contigo mismo, esa gran virtud que hoy no se potencia, ni se motiva, pues muchas veces no es conveniente para muchos, que tú descubras los potenciales y grandes dones que tienes para transformar el mundo. Busca insistentemente ese diálogo contigo, con el elogio de la libertad, de la energía que reside en todo tu ser, para confrontar las diferencias de criterio que el mundo te propone, no para enfrentarlo, sino para superarlo y experimentar el regalo de ser único e irrepetible.
 
El tiempo avanza inexorablemente para los que viven centrados en el mundo, pero es flexible para los que viven en conexión con su espíritu. El ritmo, la cadencia, las pausas, los momentos son escenarios para el advenimiento de una nueva realidad, para escuchar la buena noticia, esa que está resonando desde antiguo, donde la historia no termina y que solo está disponible para aquellos que han dejado el “cómo y el cuándo” en manos del dueño de la vida.
 
El Editor.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Trampas espirituales

Cada persona tiene derecho a sentir lo que quiere sentir. Cada ser humano tiene derecho a experimentar y demostrar lo que siente y quiere, pero igualmente tiene el deber de considerar al otro, si eso que experimenta y siente puede mancillar la dignidad de su prójimo.
 
Muchas veces observamos como personas se “dejan para sí” sentimientos tóxicos que las envenenan, que las deterioran, que las consumen y enferman. Dichos comportamientos, no solamente, terminan minando su propia mente, sino comprometiendo su salud corporal. No es sano que sentimientos como los anteriores, se queden dentro de la persona, es necesario encontrar momentos, personas o lugares para que ese “bagazo” espiritual salga y su espíritu descanse y se renueve.
 
El mundo está lleno de trampas espirituales, de sofismas y verdades efímeras, que no buscan que encuentres tus propios motores y motivaciones internas, sino que fijes tu mirada lejos de ti, para distraerte de lo que es importante y de aquello que te hace diferente y dispuesto para ocupar el lugar que tienes en el mundo.
 
Cuando experimentes contradicción interior, lucha permanente entre lo que el exterior te pide y lo que tu corazón anhela, piensa en aquello que te hará una mejor persona, en aquello que quedará cuando no estés en este plano conocido, cuando dejes de existir como materia viviente, pues allí encontrarás la respuesta definitiva para que enfrentes cualquier distracción exterior, cuya gloria siempre será pasajera y limitada, frente a los bienes superiores para los cuales estas hecho.
 
No has venido al mundo a ver pasar las cosas, has venido a hacer que las cosas pasen y ese compromiso exige de ti, una declaración abierta y concreta, para superar tus propios miedos y limitaciones, para luchar por tus ideales y contagiar a todos aquellos que comparten contigo, el fuego interior que te consume, que te motiva y eleva para jamás darnos por vencidos en la conquista de nuestros sueños.
 
Tenemos derecho a sentirnos bien, a elegir qué sentimos con las palabras de otros, a moldear nuestra mente y corazón para mantenernos en el camino. No te dejes distraer por las locuras o expresiones ajenas, que cuando no edifican o motivan positivamente, sencillamente son basura espiritual que debe ir a las cañerías del olvido. Cuanto más pienses en lo que quieres alcanzar y medites en tu interior en ese objetivo, más conexión habrá con el infinito para que todo lo que necesites y quieras, se haga realidad.
 
Que hoy empieces a construir el reflejo del futuro que quieres, las imágenes de los logros que deseas, para que desde este momento cada conexión espiritual y declaración personal comience a trascender y sintonizarse con el universo, haciendo de cada actividad y acción diaria una forma de avanzar y construir las memorias de un libro que se escribe en este momento y que alcanza una realidad más allá de nuestros límites.
 
Nunca dudes de lo que eres capaz, de los talentos y dones que has recibido, porque tu convicción en aquello que crees te dará el poder de “transformar el agua en vino”, es decir trascender el momento presente y hacerlo realidad en una vida sin límites.
 
El Editor.

domingo, 17 de noviembre de 2013

El éxito no es envidioso

Anota Ismael Cala en su libro “El poder de escuchar”: “(…) Un gran secreto que aprendí en el camino de la vida es que el éxito no es excluyente ni egocéntrico y se saborea mejor si es compartido. (…) La gente de éxito se potencia y se amplifica a través de otros. (…)”
 
Leer estas expresiones despierta grandes reflexiones sobre aquello que llamamos éxito, ese gran anhelo de las personas que necesitan transformarse y lograr lo que siempre han querido. Muchas podrían ser las definiciones de éxito o logro, pero sólo una tiene sentido en el corazón de la gente, aquella que le permite trascender y motivar los sueños en los otros.
 
Si el éxito no es excluyente, como menciona Cala, porqué nos empecinamos en construir sin ayuda, avanzar sin contar con los comentarios de otros, demostrar nuestra autosuficiencia para lograr lo que nos proponemos. Si bien, es importante poner nuestro interés y esfuerzo para movilizar las metas que queremos, igualmente debemos rodearnos de aquellos que quieren mantenernos fuera de la zona cómoda, pues son ellos, lo que realmente nos motivan a quebrar nuestra propia inercia y lanzarnos a navegar en el campo de las posibilidades y no de las probabilidades.
 
Si el éxito no es egocéntrico, como menciona el periodista de CNN, porqué nuestro vocabulario está plagado de primeras personas: yo, mi, mío; porqué nuestro corazón desea en primera persona y no en plural; porqué insistimos en tener siempre la razón y no experimentar el alivio que otros la tengan; porqué queremos solamente nuestro beneficio y no el de los demás. Es claro que somos seres únicos, con virtudes y grandes talentos, los cuales sólo tienen sentido si los ponemos al servicio de los demás, si nos donamos para que otros se transformen y surjan.
 
Podríamos agregar a lo indicado por el autor, que el éxito no es envidioso, no se acelera ni se desespera. Esto significa que la sensación de logro, es una experiencia que descubre lo mejor que hay en ti y lo proyecta en el ejercicio de reconocimiento propio de los otros. No es un modelo para seguir, pero si una experiencia para consultar, un esfuerzo para estudiar y una vida para meditar.
 
El éxito no se acelera ni se desespera, es un camino que se hace al andar, un ejercicio de hacer todo el tiempo nuestro mejor esfuerzo, de vencer nuestras propias marcas para alcanzar inicialmente las victorias personales y luego compartirlas con los otros. Quien alcanza el éxito, no cae en la trampa de compararse con otros, insiste en el reconocimiento de sus limitaciones y virtudes, con el fin de, estudiar las primeras y potenciar las segundas.
 
Ismael Cala, termina su capítulo “Calando Sueños” con una advertencia: “No confundamos deseos con sueños, porque los deseos casi siempre son egoístas. (…)” por tanto busca alcanzar tus sueños, esos que te elevan al siguiente nivel de excelencia, esos que se escriben con cada declaración y acción que tienes para hacerlos realidad, esos que son decretados y vividos intensamente en tu mente y corazón, pues sólo allí con la complicidad de tu Creador se harán realidad.
 
El Editor
 
Referencia:
CALA, I. (2013) El poder de escuchar. La guía esencial en tu camino al éxito. Ed. Penguin Group.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Creatividad. Laboratorio de madurez

Afirma William Poundstone en su libro “¿Eres lo bastante inteligente como para trabajar en Google?”, “Uno de los misterios de la creatividad que se cita frecuentemente es que las ideas revolucionarias suelen proceder de los no expertos con una perspectiva externa.” Más adelante en otro capítulo declara: “las personas denominadas creativas son aquellas que no se aburren, o las que están motivadas para perseverar …”.
 
Revisar estas dos afirmaciones nos pone de manifiesto que la creatividad, ese proceso de retirar nuestras propias autorestricciones, que requiere una mente desprevenida, sin limitaciones, sin prejuicios y lo más importante, abierta para imaginar. Es un ejercicio, para dejarnos sorprender y experimentar aquello que, sin pretensiones, nos permite ver una cara nueva de la realidad.
 
Los creativos bien anota Poundstone, no se aburren, permanecen en el contexto de lo fresco y renovado, pues son capaces de encontrar oportunidades en sitios y momentos inesperados, activando su capacidad de admiración y sorpresa para advertir una forma novedosa de hacer las cosas. Esta nueva raza de personas, usan esa flexibilidad natural que tiene su mente para cambiar de contexto y aplicar aquello que su intuición y conocimiento le indican.
 
La creatividad exige tenacidad, un deseo permanente de romper el molde de la realidad, de experimentar fuera de la “caja” que lo contiene, lo cual supone muchas veces ser atacado e incomprendido por su entorno. La tenacidad de los creativos, es rebeldía mental y prudencia táctica, es decir lograr evidenciar una nueva visión disruptiva o renovada de la realidad, con una propuesta motivadora para movilizar su realización.
 
Los que desean experimentar la creatividad, deben dejar sus propias seguridades mentales y creencias fundadas, pasar por el crisol de la contradicción y entender porqué en este nuevo estado, no es posible cruzar el umbral, sin experimentar la crisis. La crisis es un momento de exigencia para superar nuestras propias respuestas y crear el espacio para construir nuevas. Las crisis en sí mismas, son fuentes de creatividad y laboratorios de madurez.
 
Cuando nos enfrentemos a retos, bien sean personales o profesionales, desocupa tu mente, libera tus ansiedades y disponte a abrir tu corazón, para que se abra un canal de esperanza entre la eternidad y el momento presente, y así tu mente se integre con el universo en pleno, con la divinidad soberana y el poder sobrenatural que habita en ti, desate tu mente de sus propios bloqueos y alcances todo aquello que has querido.
 
Cuando somos capaces de abandonarnos en la presencia suprema del Creador, de ese ser personal y sobrenatural, cualquiera sea tu idea de él, y dejamos que su señorío y gobierno habite en nosotros, nuestro deseo de control se apaga, nuestro deseo de seguridad esfuma, pues él nos imprime la revelación y energía requerida para que se materialice en nosotros su creatividad, el impulso divino que nos libera de la zona de confort y nos empuja hacia aguas profundas.
El Editor

Referencia:
POUNDSTONE, W. (2012) ¿Eres lo bastante inteligente como para trabajar en Google?. Ed. Conecta.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Disruptor digital

La evolución acelerada del mundo, nos indica que cada vez más el cambio se inserta en nuestras vidas, como algo natural y cotidiano, diferente a lo que ocurría diez años atrás. Las plataformas informáticas, las demandas de servicios de información y los nuevos productos expuestos sobre la densidad digital, esa que está articulada en el flujo de información permanente entre las personas, nos advierten que cualquier momento es bueno para generar una nueva disrupción en el contexto social y tecnológico que vivimos.
 
Esto nos implica tener una mente que observe el mundo y sus movilidades actuales de manera asertiva y exploradora, para reconocer allí, una nueva forma de crear el futuro, una nueva forma para hacer que la densidad digital cambie y la sensación de la realidad sea renovada. Ver con los ojos de la holística y crear con la agilidad de la mente, dos condiciones básicas para motivar nuevos comportamientos que liberen las “almas” de los procesos corporativos y quiebren los silos donde siempre han habitado.
 
Alterar la realidad circundante con propuestas novedosas, no necesariamente depende de la tecnología o herramientas especiales, es cambiar la mentalidad de lo análogo, para migrarse al mundo digital, donde nuestro comportamiento modela parte del mismo entorno y somos capaces de influir en él. Movilizar nuestro talento en el contexto digital, significa ver en la nube de información disponible, como encontrar sentido a nuestras pasiones y quebrar los límites de nuestras respuestas.
 
La mentalidad digital se define a sí misma como una motivadora de oportunidades, donde nada es inherentemente brillante o inexperto, donde las posibilidades se imponen sobre las probabilidades, donde la ingeniería, el producto y el mercadeo superan su vista de islas, para crear una experiencia diferente en el usuario final, en la mente del cliente, donde yacen las ideas disruptivas que superan el tradicional “no se puede”, por el “vamos a intentarlo”.
 
Cuando logras encontrar tu propia mentalidad digital, pasas de un estado estático y anquilosado, a uno dinámico y demandante de tu capacidad, para ver “lo que no se ve” y “oír aquello que no se oye”. Es una etapa, donde te liberas de lo que tradicionalmente te ofrecen, para pensar en el margen de las hojas y desatar el deseo interior de transformación que tenemos y al que constantemente somos llamados.
 
Recuerda que cuando encuentres esa movilidad interior, esa nueva vida digital, que busca intentar y alcanzar, habrá condiciones exteriores que tratarán volcarte a tu realidad análoga, que no cambia y que permanece. Por tanto, deberás perseverar en la nueva condición que has alcanzado, cuestionando cada vez el statu quo y explotar la plataforma digital que has elegido seguir, que has optado crear, para nunca más ser parte de una foto histórica y gastada, sino de un permanente presente que cambia y evoluciona contigo.
 
Ser un disruptor digital, es ir más allá de las tecnologías y dispositivos modernos y comprometer la vida con una renovación permanente, que nos libere de la “comodidad” de lo que sabemos y entendemos, que nos quiebre el modelo conceptual que tenemos y podamos crear nuevas condiciones del entorno para que otros puedan encontrar su ruta hacia su propio destino, ese que todos tenemos y debemos cumplir para hacer pleno nuestro llamado a la libertad.
 
El Editor
 
Referencias
MCQUIVEY, J. (2013) Digital disruption. Unleashing the next wave of innovation. Forrester Reserach. Amazon Publishing.

domingo, 27 de octubre de 2013

Tu nombre

Revisando el reciente libro de Ismael Cala, “El poder de escuchar”, una de las cosas importantes que resalta es nuestra capacidad de descubrir “quiénes somos”, esa búsqueda permanente de entrar en un viaje personal para superar nuestras propias opacidades y cortar la maleza interior, que no deja brillar el ser que somos y para lo cual hemos venido al mundo.
 
En el desarrollo de uno de sus capítulos, invita a encontrar el significado del nombre de cada persona, una excusa para orientar esa búsqueda personal para ir en profundidad de lo que somos, pues muchas veces allí se esconde parte del secreto de la bondad divina que yace en nuestras vidas. Cuando te nombran, declaran la esencia de la persona en el mundo, te identifican y te adhieres a la forma misma que describe cada letra de tu nombre.
 
Tener un nombre es tener una identidad, es participar de manera activa en la realidad del mundo, es la proclama de una expresión real y evidente que trae a la humanidad, la fuerza y el poder de una visión, de un camino, de una promesa divina, de unos sueños que vibran dentro de cada ser humano. Lo que hay detrás de un nombre, es un decreto divino para movilizar el reino de tu Creador y la declaración de su gobierno sobre nuestras vidas y nuestros deseos.
 
Cualquiera sea tu nombre, cualquiera que sea tu profesión u oficio, tienes en ti la vocación de la vida trascendente, tienes el derecho a elegir de qué color quieres pintar tus paredes interiores: de esperanza, de valor, de amor, de fe, de compromiso, de perseverancia, de mansedumbre, de gracias, de bendiciones, en fin de cualquier tono que te permita iluminar tu casa permanente, como motivo para continuar creyendo que siempre es posible hacer que las cosas pasen.
 
Tu nombre es la marca que has recibido para conquistarte a ti mismo, para hacer méritos propios en el ejercicio de tu vida diaria, para reconstruir esa comunicación abierta y receptiva que todos debemos tener con nosotros mismos. Escuchar tu nombre, verlo escrito es declarar que el universo nos reconoce como parte de sus propias fuerzas, como parte del poder transformador y como eje central de la victoria que cada uno tiene sobre sus deseos propios o tendencias mezquinas.
 
Tu nombre comunica, establece una relación tácita y explícita con la otra persona, tanto que es capaz de movilizar en su interior sentimientos y expresiones que son expuestas bien en las conversaciones, o bien en su lenguaje no verbal. Tu nombre es la puerta de entrada a la común unión con los otros, la forma como desarrollamos el “músculo” de la amistad, del encuentro y del silencio. Tu nombre es la oportunidad para experimentar y tocar la vida del otro, aún no lo conozcas.
 
Recuerda siempre que, al escuchar tu nombre, se abren nuevas posibilidades para responder a los retos del mundo, se renueva el bautizo celestial que nutre y define nuestra capacidad para transformar, confirmando así, lo que decía Galileo Galilei: “(…) las respuestas que buscamos, no están fuera, sino dentro de nosotros mismos”.
 
El Editor
 
Referencia
CALA, I. (2013) El poder de escuchar. Penguin Group.

domingo, 20 de octubre de 2013

La esperanza no defrauda

Dice el Papa Francisco: “Pero la esperanza es algo más, no es optimismo. (…) La esperanza no defrauda, ¿por qué? Porque es un regalo que nos ha dado el Espíritu Santo. (…)” una frase que abre la oportunidad para jamás rendirse ni dejarse vencer por las circunstancias.
 
Esperanza, viene de “esperar”, del latin sperare, una palabra que tiene la fuerza y poder para mantenerse en pie y lograr lo que tanto quiere. Esperar per se no es lo que nos lleva a creer que somos capaces de lograr lo que nos proponemos, sino materializar con hechos y acciones esa “espera”, que lo que se traduce en un estado permanente de evolución personal para superar nuestra inercia y movilizarnos para alcanzar el nuevo nivel que se requiere para mostrar de qué estás hecho.
 
Esperanza es lo que se nos pide ante las situaciones límite, ante los momentos críticos, una virtud que se contrapone con las creencias del mundo material, que desea logros inmediatos y victorias fugaces. Esperar contra toda esperanza, es lo que debemos mantener durante nuestra vida, pues cuando sabemos que tenemos la capacidad de sobreponernos a cualquier situación, estamos abiertos para que las gracias y la bendiciones lleguen desde cualquier punto y hora, y en el momento que más lo necesitamos.
 
Esperanza es una de las virtudes teologales, una virtud cardinal que sujeta al hombre con su destino, con su ser y con su Creador, una fuerza que nutre la fe y el amor para avanzar por “cañadas oscuras”, pues en su interior brilla la luz que ha recibido desde el inicio del mundo y que jamás se apaga, pues el “espíritu divino” es la fuente misma de esa verdad. Nunca desfallecer es la consigna de aquellos cuya esperanza es firme y real, nunca dejar de creer es de los grandes espíritus vencedores, de los que han visto el futuro y se hacen parte de él.
 
Cuando todo se oscurece, cuando todo parece perdido, cuando la barca está que se hunde, la esperanza es la que se mantiene aún las circunstancias, es la que anima los espíritus combatientes incluso en las horas de zozobra. Esperar siempre lo mejor, esperar que podemos lograr nuestros sueños, es el sello de los individuos que su esencia está fundida en el madero de la cruz, una fibra sensible que ha vencido su propio querer para ser vida para todos.
 
Esperar, sin recibir recompensa, sin recibir un reconocimiento, es la prueba real de que tu virtud está fundida en el crisol de la fe, en el fuego de la verdad, que sólo vibra en aquellos que se enfrentan al mundo y sus opacidades, al mundo y sus destellos, pues saben que detrás de ellos, no hay oportunidades ni logros, sólo desolación y tristeza.
 
Cultivar la esperanza en la vida, es abrirle las puertas a una existencia llena de logros, de posibilidades, de grandes y bellas sorpresas, pues aquellos que creen que es posible que las cosas pasen, sólo estarán llenos de motivos para buscar nuevos retos y horizontes que ensanchen lo que eres y lo que estas llamado a ser: sal de la tierra y luz del mundo.
 
El Editor

domingo, 6 de octubre de 2013

Humildad directiva

Revisando un documento de la Facultad de Negocios del IESE, de la Universidad de Navarra, denominado: “Reputación y humildad en la dirección de empresas” y cuyo autor es el doctor Antonio Argandoña, se descubre una realidad evidente en el ejercicio del liderazgo a nivel empresarial: la humildad es un referente necesario y suficiente para “hacer que las cosas pasen” y motivar la trascendencia del ser humano.
 
De acuerdo con el académico Argandoña, la humildad en un directivo se nutre de una vista intrapersonal y otra interpersonal. Mientras la primera busca en el interior del ejecutivo, el descubrimiento de sí mismo y cómo debe recorrer su camino para alcanzar su potencial, la segunda indaga en cómo se encuentra con el otro para compartir lo que es y lograr de manera conjunta una vista más enriquecida del mundo que les rodea.
 
Habida cuenta de lo anterior, la humildad se reinventa nuevamente en el ejercicio de los directivos, no como una posición débil o limitada de la persona, sino como una exigencia de compromiso mayor, que demanda de la gerencia, un abandono de las prácticas retrógradas del poder y la arrogancia; para abrirse a la experiencia de mejorarse a sí mismo, dándose todo de sí, confiando en sí mismo y su referente trascendente, para procurar nuevas oportunidades, donde unos y otros, sean soportes para alcanzar metas superiores y retadoras.
 
Así las cosas, anota el investigador Argandoña, un ejecutivo de empresa que practique la humildad se podrá identificar porque:
  • Comete menos errores pues valora adecuadamente sus conocimientos y capacidades, solicitando apoyo cuando es necesario.
  • No tiene una actitud arrogante y cuando juzga lo hace con objetividad y sin herir. Es sincero en sus elogios y críticas.
  • Reconoce sus limitaciones, como factor determinante que lo impulsa a la búsqueda activa de la excelencia.
  • Es abierto a las nuevas propuestas, busca la opinión y las ideas de otros, para encontrar zonas desconocidas donde juntos pueden alcanzar reconocimientos y triunfos.
  • Es apreciado y respetado por los demás; su conducta es más estable y segura, lo cual hará que se genere y consolide la confianza y lealtad en su equipo.
Podríamos continuar enumerando elementos que identifiquen un ejecutivo que practique la humildad, pero llegaría a ser una declaración estéril, sino contamos con hecho de que en el ejercicio de esta virtud, que modera a las demás, no siempre se tendrá éxito.
 
La naturaleza humana es tan inestable y llena de sorpresas que la humildad en el ejercicio de la gerencia, debe aceptar que todos somos susceptibles de actitudes egocéntricas y ventajosas, pero no por ello renunciar a motivar el aprendizaje permanente que nos inspire a lograr cosas extraordinarias, que como dice el autor, no podamos disfrutar y asumir “actuando con humildad, sinceridad y honradez, sin engreimiento ni adulación”.
 
El Editor.
 
Referencia
ARGANDOÑA, A. (2013) Reputación y humildad en la dirección de empresas. Working Paper. WP-1071. Junio. Cátedra “la Caixa” de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo. IESE Business School. Universidad de Navarra.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Una verdadera diferencia

Declara Stephen Covey: “Todo el que ha marcado una verdadera diferencia, para bien o para mal, cuenta con tres atributos visión, disciplina y pasión. Hitler los tenía, pero le faltaba un cuarto atributo fundamental: conciencia. Y el resultado fue la destrucción”.
 
Esta frase nos muestra que debemos buscar y alcanzar metas superiores, para elevar el conocimiento de nosotros mismos y potenciar nuestras virtudes, una declaración que nos permite saber que tenemos “el don” de transformar y lograr todo aquello que deseamos y queremos, siempre como fuente de satisfacción y desarrollo personal y comunitario.

Tener visión, es tener claridad de qué queremos y para donde vamos, es un ejercicio de proyección mental, que busca materializar en el presente, la declaración de futuro, una forma de caminar en las memorias del porvenir, sabiendo que construimos desde hoy las capacidades que nos permiten lograr y superar las expectativas que nos hemos trazado.

La disciplina es una práctica para doblegar nuestros impulsos desordenados y canalizarlos, fuera de la zona de confort, en la zona efectiva donde se encuentra el deseo y la energía, fuentes de transformación y movilización de esfuerzos, que exigen abandonar prácticas caducas, paradigmas gastados y riesgos conocidos, para lanzarnos a encontrar nuevas fuentes de innovación y conceptos inestables como base para construir nuevas estándares, nuevos normales.
 
La pasión es una fuerza interior, un fuego que consume, es esa zarza que nunca se consume y santifica todo lo que toca, una sed que nunca se sacia y el crisol que purifica toda emoción. La pasión es el componente que no deja de creer en la visión, es el custodio del resultado esperado y la esencia de la “verdadera comida y bebida” de aquellos que se abandonan en las fuerzas sobrenaturales que le asisten.
 
La conciencia es el efecto compensador, ese que reconoce en la diferencia el poder para construir, la declaración de sinergia con el otro y la disposición consciente de encontrarse con las potencialidades y limitaciones de su prójimo. Ser consciente es descubrir nuestro corazón para compartir lo que somos y esperamos; es comprometernos con votos de perfección para descubrir el camino del águila en el cielo y revelar que somos seres espirituales, destinado a la eternidad, en una estructura humana limitada e imperfecta, destinada a la caducidad.
 
Cuando estos cuatro componentes se conjugan en un individuo, se movilizan todas las fuerzas interiores, los planes concretos y los recursos requeridos, para que se haga realidad eso que tanto deseamos, esa declaración de fuerza y poder, asistida desde nuestra condición trascendente, que activa una atmósfera sobrenatural para que todo se mueva para lograr lo que queremos.

Nuestra unción y declaración personal debe materializar aquí y ahora, todo lo necesario para alcanzar una vida en plenitud, que responda y de testimonio de las promesas divinas, y así alcanzar el gobierno y señorío de DIOS en nuestro mundo.

El Editor

domingo, 22 de septiembre de 2013

El código de tu alma



Decía Stephen Covey en su libro, “El Octavo Hábito. De la efectividad a la grandeza”: “Su voz se halla en la intersección del talento, la pasión, la necesidad y la conciencia. Cuando trabaja en algo que aprovecha su talento y alimenta su pasión, que responde a una gran necesidad del mundo que su conciencia le dicta satisfacer … ahí está su voz, su llamada, el código de su alma.”

Revisando esta frase llena de sabiduría y poder personal, notamos que no basta tener talento para “quebrar el código” que desate todo tu potencial. Se hace necesario sumergirte en la pasión que arde y moviliza espíritus y vidas, en la energía que consume y transforma todo lo que toca, en ese fuego incandescente que mantiene la llama del amor.

La necesidad, la llama otro autor, eso que el mundo espera de ti, descubrir tu lugar en el planeta donde tus habilidades y talento hacen química con el entorno para satisfacer aquello que se hace necesario para potenciar la obra de tu Creador. Esa necesidad, esa sed de conquista personal y trascendente, es la que debemos perseguir y saciar, no para nuestro reconocimiento, sino para que otros tengan la oportunidad de encontrar su propio destino, su propia voz.

La conciencia, esa moción del espíritu y expresión de la divinidad en nosotros, debe estar atenta todo el tiempo para descubrir y alimentar el deseo de transcendencia del ser humano, la necesidad del hombre de rasgar la voluntad de su Creador (cualquiera sea la idea que tengas de él) y sintonizarse con su querer, con su propia esencia, para vibrar en la frecuencia donde el tiempo y espacio son excusas y material intrascendentes, para acelerar la presencia de su Reino en nosotros, más allá de una vista natural, para experimentar una vida sobrenatural.

Estos cuatro elementos talento, pasión, necesidad y conciencia, resumen de manera real y concreta una forma de comprender cómo sintetizar la vista sistémica del ser humano que busca ir más allá de la efectividad, de los logros y las metas. Habla de un individuo que ha entendido que su misión en el mundo está más allá de las fronteras visibles y que es necesario, acelerar nuestra madurez espiritual para expresar y declarar el poder del Creador para transformar la vida y hacerla parte de su esencia sobrenatural.

No hace falta experimentar éxtasis como algunos santos para conocer y sentir la presencia del infinito en nosotros, basta que vaciemos nuestros corazones y vidas de nuestros pensamientos, limitaciones, egoísmos, sensaciones y expresiones, que finalmente están, muchas de ellas, atadas al mundo, para dejar que el gobierno de tu Creador se instaure en ti y pueda nuevamente transmitir al mundo por tus manos y pensamientos, las obra de su poder, la luz de su gloria, que no es otra cosa, que el mundo sobrenatural actuando en nuestro mundo natural.

Abre tu mente y corazón para que tu talento brille en todas tus actuaciones, tu pasión se exalte de gozo en todas tus acciones, encuentres el lugar privilegiado para potenciar tus dones y virtudes y que la conciencia del universo conspire contigo para que compartas la dignidad a la que has sido llamado desde el inicio del mundo: dominio y poder sobre todo lo creado para la gloria de tu DIOS.”

El Editor