sábado, 29 de febrero de 2020

Superando la mente lineal

Dicen que en la vida las tormentas que aparecen en el horizonte pueden ser de dos tipos básicamente: desconocidas-desconocidas y desconocidas-conocidas. Cada de una de ellas establece una manera particular de actuar, analizar y desaprender con el fin de superar las cegueras cognitivas que tenemos respecto de la dinámica del mundo y la manera como la entendemos hasta ese momento.

Las inestabilidades desconocidas-desconocidas generalmente son momentos que no cuentan con antecedentes, ni patrones previos de identificación, con lo que hay que explorar y aprender de los eventos que ocurren con el fin de ejercitarse y descubrir los nuevos patrones que trae la situación en particular. Estas inestabilidades no sólo sorprenden a los mejores pronósticos, sino que habilitan a las personas para concretar nuevas habilidades y oportunidades donde se liberan de pensamientos, conceptos e ideas previas para dejar a un lado el “ego del saber” y declarar que “no sabe”.

Cuando los seres humanos se enfrentan a situaciones desconocidas-desconocidas, lo más natural es la sensación de inseguridad, temor y agresividad. El desconocer qué puede pasar genera tensiones internas sobre las creencias y seguridades de las personas, que se manifiestan en comportamientos agresivos o pasivos (según la personalidad) creando una barrera interior que se resiste a creer que aquello que sabía no es estable o confiable. En consecuencia, cuando el hombre se libera de esta trampa mental y se abre a explorar la aventura del conocer, la experiencia del avanzar y la emoción del descubrir establece un patrón de aprendizaje que renueva su espíritu interior, liberando su propio ser de toda atadura o creencia, para sencillamente ser “él mismo”, sin ataduras ni etiquetas.

Las discontinuidades desconocidas-conocidas responden a patrones anteriores semejantes o similares que han ocurrido en el pasado, de los cuales generalmente no aprendemos o exploramos, con lo cual los efectos que se perciben en el momento presente serán los que se advirtieron en aquel entonces, cuando era novedoso y generaba inquietud y necesidad de aprender. Estas discontinuidades son frecuentes y presentan síntomas concretos que muchas veces se esconden en las dinámicas de la cotidianidad, por lo que se hace necesario reconocer, analizar y explorar patrones de comportamiento de la realidad y así, establecer acciones que atiendan los mismos o misiones de observación y seguimiento para continuar aprendiendo de ellos.

Cuando los humanos se enfrentan a estas discontinuidades desconocidas-conocidas se percibe la sensación de “esto lo había visto antes”, una experiencia que puede ser catalogada como “regresión o deja –vu”, donde aun así no es posible emprender una acción concreta sobre lo que ocurre, no por falta de reconocimiento de la misma, sino por la ausencia de monitoreo de las tendencias y patrones previamente identificados, lo que generalmente se traduce en limitado aprendizaje sobre aquello que ocurre. Las crisis financieras, los cambios climáticos y las pandemias son casos donde es posible tener pronósticos y tomar acciones preventivas por parte de las comunidades, no obstante se termina reaccionado frente aquello que fue previamente identificado.

Reconocer que, si bien vamos a ser sorprendidos por eventualidades en cualquier momento, es nuestro deber habilitar la capacidad de aprendizaje, de conexión con el entorno, de experiencia y atención presente, de humildad y resiliencia para superar nuestra mente lineal (que no entiende de matices y reduce todo a la dualidad: favorable o desfavorable) (Taleb, 2013) y entender que cada una de ellas trae la lección que necesitamos para seguir avanzando, y el reto que debemos superar para salir de zona cómoda y abrirnos a experiencia de abundancia y prosperidad a la que estamos llamados como hijos predilectos del Creador (cualquiera sea tu imagen de él).

El Editor

Referencia
Taleb, N. N. (2013) Antifrágil. Las cosas que se benefician del desorden. Barcelona, España: Paidos

domingo, 16 de febrero de 2020

Pensar estratégicamente y navegar en el incierto


En los tiempos de la era digital pareciera que el mundo se mueve a una velocidad distinta y que debemos estar atentos para tomar nota de los acontecimientos que ocurren. Bien anota Moisés Naím (2020), en una de sus columnas en el periódico “El Tiempo”, que en la actualidad tres “P” dominan las tensiones y tendencias internacionales: Polarización, Populismo y Posverdad, las cuales generan exacerban los ánimos para crear visiones del mundo encontradas donde lo único que existe es división y enfrentamiento.

Frente a este panorama, es importante permanecer vigilante para no caer en las redes de la desinformación, las cuales potenciadas por los medios sociales, configuran una nueva herramienta de gobiernos, activistas y adversarios, para tratar de “manipular” y “dirigir” la opinión de las personas, donde ahora lo que es “verdad”, ya no está en las instituciones autorizadas, sino en los comentarios de los amigos en las redes sociales, afirma Moisés Naím.

Hoy más que nunca debemos desarrollar la capacidad de estar despiertos y atentos para reconocer aquellas tendencias que no buscan colaborar, cooperar y coordinar esfuerzos conjuntos en los ecosistemas globales, sino que desean crear escenarios de competencia, confrontación, diferenciación y escasez. Para ello, es necesario abrir la mente y conectar la mente, el cuerpo y el espíritu para sincronizar el pensamiento humano con la dinámica estratégica de la naturaleza, que sólo piensa en alcanzar un equilibrio dinámico donde todos sus participantes alcanzan su propio potencial, sin oscurecer o mancillar el de los demás.

En razón con lo anterior, siguiendo las reflexiones de los académicos Schoemaker, Krupp y Howland (2019) seis (6) habilidades son claves para pensar estratégicamente y navegar abiertamente en el incierto de forma efectiva: anticipar, retar, interpretar, decidir, alinear y aprender.

Anticipar demanda atender conferencias y eventos de diferentes industrias para reconocer patrones relevantes y temáticas emergentes. Es imaginar y simular diferentes posibilidades para prepararse para lo inesperado. Es identificar contradicciones, aspectos inusuales y señales débiles para crear oportunidades y nuevas formas de hacer las cosas.

Retar es el ejercicio de cuestionar el status quo. Es revelar los supuestos sobre los cuales hacemos o se hacen las afirmaciones. Es crear una zona psicológicamente segura para abrir al diálogo de posiciones distintas y contraditorias. Es descubrir las cegueras cognitivas que hemos creado a partir de nuestros propios saberes previos.

Interpretar es reconocer patrones y tendencias sobre la información recolectada y analizada. Es focalizar en los detalles de los datos y al mismo tiempo, sintetizar una vista global de los mismos. Es buscar activamente la información y las pruebas que faltan y que no confirman nuestra hipótesis.

Decidir es contar con diferentes opciones al inicio y no apresurarse para dar una respuesta. Es confrontar las ideas divergentes y convergentes para revisar diferentes posturas. Es asumir sus propias convicciones para realizar pilotos y pruebas, en lugar de hacer grandes apuestas que lleven a decisiones no informadas.

Alinear es encontrar un terreno común y lograr la aceptación de las partes interesadas que tienen puntos de vista y programas dispares. Es crear un escenario de comunicación proactiva y abierta, que construya confianza y un compromiso claro para hacer que las cosas pasen. Es construir mapas incompletos de forma conjunta sobre un territorio incierto, inexplorado y cambiante.

Aprender es encontrar en aquellas cosas que no han salido como se esperaba, nuevas formas de ver y reconocer la realidad. Es motivar la manifestación de las preguntas incómodas para que se adviertan las causas raíces de los retos que se deben asumir. Es sorprendernos con aquellos eventos inesperados, para descubrir y capitalizar oportunidades para deconstruir lo que conocemos y reconectarlo con aquello que desconocemos.

Si logramos incorporar estas seis (6) habilidades y las conectamos con la visión trascendente que alimenta nuestra espiritualidad, no solo estaremos preparados para enfrentar un resultado adverso y descubrir aquellas intenciones contrarias de colectivos particulares, sino crear una espiral ascendente de crecimiento y desarrollo que incorpora la dualidad de la sabiduría de las emociones naturales que nutren nuestros reconocimientos y las lecciones aprendidas.

El Editor

Referencias
Schoemaker, P.,  Krupp, S. & Howland, S. (2019) Strategic Leadership: The Essential Skills. En HBR (2019) HBR guide to thinking strategically. Boston, Massachussets. USA: Harvard Business School Publishing.  13-26.
Naím, M. (2020) P + P + P = C. Periódico El Tiempo. Columna. https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/moises-naim/p-p-p-c-columna-de-moises-naim-462634

domingo, 9 de febrero de 2020

Iluminar y brillar


Dos palabras se usan con cierta frecuencia en nuestra cotidianidad: iluminar y brillar, para destacar la labor de una persona, o indicar que algo sobresale por encima de lo normal. Sin embargo, etimológicamente hablando, no corresponde a la esencia misma de su denominación. Cuando aprendemos a distinguir que podemos iluminar a otros y hacerlos que brillen, o que podemos brillar por encima de otros, a pesar de no poder iluminar, estamos abriendo un campo de reflexión que pocas veces notamos por los reflectores de nuestros propios sesgos.

La palabra iluminar o iluminación, nos habla de llenar de claridad, de mostrar un camino, de orientar al que está en medio de las tinieblas. De ser antorcha y fuego para otros, de ser fuente de luz para descubrir algo que no podemos ver. La iluminación no es algo sobrenatural o misterioso, es un espacio de conexión interior, de espiritualidad profunda que revela la presencia misma del ser humano que busca sentido y experiencia transcendente desde su propia realidad. Es abrir un portal de saberes superiores, que  desde la eternidad despliega su doctrina en aquellos que se hacen vitrales de luz para sus semejantes.

La iluminación no es un destino, es un proceso personal permanente, donde cada vez el ser humano descubre y despierta a nuevas fronteras de conocimiento interior y espiritual, para reconocerse limitado y necesitado de la fuente misma del poder divino, y así mismo, aceptarse como canal imperfecto de la gracia comunicante de DIOS (cualquiera sea tu imagen de él). El iluminado no brilla en sí mismo, se hace transparente para bendecir a otros; se desconecta de sí mismo y en perfecta unión con su vínculo sagrado, abre senderos de posibilidad donde muchos pueden trazar proyectos y planes para alcanzar nuevos horizontes y retos.

De otra parte, brillar etimológicamente establece el emitir luz viva y temblante. Deslumbrar y crear reflejos casi cegadores, los cuales se hacen más intensos sobre la superficie cuando tiene el efecto de un espejo. Cuando la luz incide sobre el objeto, tanto más brillará cuanto más pulido y afinado está su exterior, e igualmente proyectará una sombra tan grande como su estructura y configuración. Por lo general, los objetos que brillan son sólidos o huecos, no son transparentes, deben poder jugar con los reflectores para generar los efectos que se requieren en un contexto particular.

Cuando una persona brilla, es el juego de luces sobre la superficie de lo contingente y efímero lo que logra el destello que se proyecta, creando la ilusión de la “superioridad” y “distinción”, que acaba cuando la sombra que se proyecta, es mucho más amplia que su propio espejismo. Si bien es importante avanzar y alcanzar mayores niveles de virtud, también lo es dejarse traspasar por la luz de la eternidad, donde no hay exigencias, no hay expectativas, ni dependencias, sólo un flujo de luz que purifica los lentes con los que vemos el mundo y creamos un puente entre lo visible y lo invisible.

Brillar es un acto de magia exterior, que trata de cautivar la dinámica interior de los seres humanos. Cuando el brillo se acaba, la única respuesta que aparece es la soledad, la ausencia, el vacío interior, que sólo se puede conjurar “cuando se renuncia a la dependencia”. Brillar es acto dependiente de un reflector(es) exterior(es) al cual muchas veces nos aferramos y que nos sirve como distracción de lo que ocurre en la realidad. Por tanto, como afirma Anthony de Mello, “Cuando las ilusiones se acaban, por fin uno está en contacto con la realidad, y créame, nunca volverá a sentirse solo, nunca más” (De Mello, 1994, p. 44).

Entender que la iluminación es una revelación que se hace en interior de los humanos, cuando se hacen transparentes al llamado de su vocación y al deseo de ser luz para otros, es una experiencia que se desprende de los apegos del éxito del mundo, de las angustias de aquello que no sale como se planeó y que vive plenamente con lo que tiene, y no sufre o piensa en lo que no posee. Mientras el brillo, como resultado de lo transitorio y fugaz, sólo sobrevive con los rótulos y luces artificiales que se diseñan para tener los efectos que se desean, una ilusión que vive atada a las visiones y deseos de otros.

Vive en plenitud, busca iluminar, desprenderte de los apegos, para encontrar la puerta transparente que se esconde en la luz del día y allí despertar a la realidad, donde, como afirma De Mello (1994, p.79), “nos hacemos consciente de aquello que nos rodea”.

El Editor

Referencia
De Mello, A. (1994) ¡Despierta! Charlas sobre espiritualidad. Bogotá, Colombia: Editorial Norma.