sábado, 31 de agosto de 2019

Equilibrio en movimiento

Decía Bruce Lee: “Hay que buscar el equilibrio en el movimiento y no en la quietud” (Alcaide, 2018, p.51), una frase que convoca el concepto de homeóstasis que “es una propiedad de los organismos que consiste en su capacidad de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior” (IEEE.ES, 2017). Lo anterior, implica que el equilibrio no es quietud, sino balance entre lo conocido y lo incierto, una declaración de acción permanente que fluye con el ambiente.

Cuando mantenemos nuestra curiosidad, cuando definimos nuestro apetito al riesgo, descubrimos las señales del entorno y cuidamos los recursos (materiales y espirituales), sabemos que estamos en un contexto particular donde cualquier cosa puede pasar, y no porque seas una buena persona, como advierte Bruce Lee, no vas a esperar “que un tigre no te ataque por ser vegetariano” (Alcaide, 2018, p.52). En este sentido, sabemos que vamos a tener situaciones incómodas y tensiones permanentes, pero sólo así se abre la puerta al aprendizaje/desaprendizaje, se hacen evidentes tus propios sesgos y creencias, y descubres el camino hacia aquello que deseas.

Encontrar el equilibrio en medio de la turbulencia es fluir con la inestabilidad, es elegir la opción positiva que nos permite crecer y sacarnos de la zona cómoda. Es tomar control de aquello que sentimos y experimentamos, para convertirlo en la estrategia concreta que permite aprovechar los miedos e indecisiones de otros, y así capitalizar las oportunidades donde muchos sólo ven limitaciones. Encontrar ese equilibrio, es elegir crecer y no resignarte a lo que pasa, es descubrir porque las cosas no salieron como estaban planeadas y superar el orgullo de las excusas baratas.

Buscar el equilibrio en movimiento, es precisamente tratar de darle a un blanco que se mueve y cambia de posición. Es un ejercicio para mantenerse atento y recalibrar en cada momento la visión de la vida. Es nunca descuidar el combustible de la humildad para mejorar y reconocer que tenemos mucho que madurar y aprender. Es saber que somos seres inacabados que estamos dispuestos a lanzarnos y encontrar nuevas rutas donde otros jamás han intentado. Esto supone que no siempre se tendrá el resultado esperado, pero siempre podrás tener un espacio para saber quién eres, desde donde puedes crecer y cómo puedes hacerlo.

Cuando vives en equilibrio dinámico, la vida es un continuo de reinvención que no permite marcha atrás. Es el ejercicio de vibrar en el presente, ensanchando la mente y expandiendo la realidad, una apuesta de riesgos calculados donde se retan los saberes previos y respuestas conocidas, para explorar y superar el mandato de aquello que nos han enseñado. Elige darle forma a tu existencia y déjala que se vea, que se manifieste y se abran nuevos espacios donde se haga realidad aquello que tanto quieres.

Recuerda que la vida es de aquellos que viven en movimiento, de aquellos no descuidan sus objetivos y retos, y permanecen enfocados. Es decir, de quienes son capaces de observar y navegar en medio de contradicciones, inflexiones, rarezas e inestabilidades para dar lo mejor de sí y ser testigos de la expresión más elevada de la raza humana: la alegría de dar, donarse, sin esperar nada a cambio; el reto de servir y ayudar a otros a ser mejores versiones de sí mismos.

El Editor

Referencias
Alcaide, F. (2018). Aprendiendo de los mejores 2. Tu desarrollo personal es tu destino. Barcelona, España: Alienta Editorial.
IEEE.ES (2017). Resiliencia: del individuo al Estado y del Estado al Individuo. Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional. Septiembre. Recuperado de: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_trabajo/2017/DIEEET05-2017_Resiliencia_GrupoTrabajo.pdf

sábado, 10 de agosto de 2019

Jaulas de oro

Muchas veces algunos se encuentran atrapados en una jaula de oro. Viven una realidad de comodidad, de seguridad y sin sobresaltos, donde cada día no hay novedad más allá de las nuevas 24 horas que tiene el siguiente día. Al tener todo resuelto, los sueños se acomodan y toman forma de la misma realidad, dejando de tener ese sentido de reto y descubrimiento permanente.

Cuando el hombre tiene en abundancia tiende a acomodarse, a generar una zona conocida que lo vuelve descuidado, perdiendo su capacidad de asombro, de identificación de rarezas, inconsistencias y contradicciones, donde se pueden encontrar nuevas oportunidades y amenazas que sugieren inestabilidades previsibles, pero que se ocultan por nuestra ceguera de lo conocido, y por la incapacidad de ver fuera de los patrones que la realidad establece.

Cuando el ser humano tiene lo básico para su desarrollo, como dice Maslow, se prepara para evolucionar y avanzar. Esto es, encuentra los elementos necesarios y suficientes para mantenerse en ruta, sin perder su espíritu de aventura, su sentido de reto, ni su ánimo de trascendencia. Encontrar el escenario base donde el hombre se expone a sus propios temores, es ubicar su punto de inflexión y el pivote desde donde construye su propio presente y anticipa el futuro.

Estar atrapado en la cotidianidad, en esos momentos que no tienen variedad, donde parece que nada pasa, es aventurarse a quedar bien preparado para un mundo que ya no existe. Luego, para una realidad que cambia y evoluciona, donde los espacios para proponer y prosperar están disponibles todos los días, debes permanecer atento y evitar quedar adormilado en la seguridad de tus propios pensamientos y condiciones laborales.

Cuando entiendes que cualquier empleo que tengas es temporal, que la realidad cambia de un momento a otro y para lo cual debes estar listo, entras en la nueva dinámica del mundo actual donde la incomodidad es la base de la renovación, el incierto el fundamento de tus capacidades para innovar y la inestabilidad el soporte en la toma de decisiones. Cuando decides mantenerte en movimiento y atento a las volatilidades, estas en la ruta de alcanzar nuevos destinos y fronteras que nunca pensaste cruzar.

No asumas nunca que la estabilidad es la norma del mundo conocido. No asumas que las cosas no cambiarán, no asumas que el imprevisto o el incierto no van a llegar, pues estarás expuesto a la debilidad misma del hombre que se acostumbra a las certezas, al camino delineado y reiterado por muchos, y escasamente cuestionado por pocos. Estar atrapado en la comodidad de la abundancia y en la dinámica de un rebaño, es comprometer los retos que son necesarios para llevarte al siguiente nivel de tu propia evolución.

Podrás tener logros, promociones, reconocimientos y aplausos muy merecidos por tu labor; pero si esos no corresponden al sentido de trascendencia y a la esencia misma de tu vocación, serán sonidos sordos que no resuenan en tu interior, que no elevan la frecuencia de tu propio destino. Por tanto, que tu vida sea una constante renovación y balance entre tus luchas y sueños, para que la cotidianidad del mundo no te alcance, y si lo hace, sepas como liberarte y abrirte nuevamente al horizonte inexplorado, donde la divinidad te espera para hacerte heredero de su promesa: abundancia y generosidad para aquellos que creen sin haber visto.

El Editor

sábado, 3 de agosto de 2019

¿Cuál es tu lugar en el mundo?


Escuchar a un profesional recién egresado decir “que bien se siente descubrir cuál es su lugar en el mundo”, es una expresión de una apuesta de claridad y propósito, que habla de cómo disfruta lo que hace, cómo vibra con sus talentos y cómo desarrolla su potencial. Cuando se tiene claro quiénes somos, en qué somos buenos, cómo hacemos la diferencia con los otros, todo se alinea para que cada día no haya más que logros y satisfacciones. Es claro que habrá momentos de inquietud y zozobra, los cuales permitirán darle forma y forjar el carácter de quien ha decidido ser auténtico y no morir como un copia, vieja, amarilla y desgastada.

Encontrar nuestro lugar en el mundo, no se logra por casualidad o por un golpe de suerte. Es un ejercicio consistente y consciente que a diario invita al ser humano a salir de su zona cómoda y desde allí, darle vida a esa idea, ese proyecto, ese sueño que lo llevará a explorar en medio del incierto y construir sus propios escenarios de certezas, desde la orilla de los prototipos y experimentos. Ese lugar, que te espera, no es una meta en sí misma, es una ocasión para edificar nuevas capacidades, esos patrones de aprendizaje/desaprendizaje, que te permiten mantenerte en movimiento y reinventarte cada vez que sea necesario.

Encontrar ese lugar en el mundo, es un camino de luchas internas, de desafíos superiores que te preparan para alcanzar el siguiente nivel de tu evolución. Cada vez que surgen nuevas preguntas, nuevos inciertos y nuevos retos, sabrás que caminas hacia ese lugar, inicialmente desconocido, pero que, conforme avanzas y descubres nuevas oportunidades, se vuelve más visible y menos borroso. Decidirse a encontrar nuestro lugar en el mundo, es una lección de vida para muchos, inspiración para otros y abandono de nuestras seguridades humanas para confiarnos en las divinas.

Quien se lanza a encontrar su lugar en el mundo, sabe que encontrará detractores en el camino, engaños de quienes quieren desviarte, palos en la rueda que quieren retrasarte, en fin, un sin número de excusas que estarán allí para que desistas, te canses y vuelvas al redil, donde todos marchan sin cuestionar, y siguir ciegamente un lineamiento muchas veces diseñado por unos pocos. Comprender que venimos al mundo con sello único e impronta divina, es darle sentido a la esencia de lo que somos: seres de luz atrapados en vasijas de barro.

Nunca es tarde para emprender el camino y encontrar nuestro lugar en el mundo. Deja las excusas tradicionales como “ya a estos años”, “que otros lo logren”, “ya no tengo la vitalidad de antes”, “eso es para los jóvenes”, “no tengo el talento”, “no hay oportunidades”, “no sé cómo hacerlo” y tantas otras que se escuchan en medio de las conversaciones cotidianas, y date la oportunidad de explorar y decidirte a hacer que las cosas pasen, de sacar el talante y la fuerza con la cual has sido dotado, para transformarte a ti mismo y motivar cambios en contextos y escenarios impensables.

Mira a tu alrededor y revisa quién eres tú, las habilidades y virtudes que tienes, y encuentra esos espacios en blanco que existen en tu entorno, para que allí brille tu propia lectura del mundo, esa que genera un efecto cascada que hace de eventos ordinarios, mareas de logros y realidades extraordinarias.

El Editor