Muchas veces algunos
se encuentran atrapados en una jaula de oro. Viven una realidad de comodidad,
de seguridad y sin sobresaltos, donde cada día no hay novedad más allá de las
nuevas 24 horas que tiene el siguiente día. Al tener todo resuelto, los sueños se
acomodan y toman forma de la misma realidad, dejando de tener ese sentido de
reto y descubrimiento permanente.
Cuando el hombre tiene
en abundancia tiende a acomodarse, a generar una zona conocida que lo vuelve
descuidado, perdiendo su capacidad de asombro, de identificación de rarezas,
inconsistencias y contradicciones, donde se pueden encontrar nuevas
oportunidades y amenazas que sugieren inestabilidades previsibles, pero que se
ocultan por nuestra ceguera de lo conocido, y por la incapacidad de ver fuera
de los patrones que la realidad establece.
Cuando el ser humano
tiene lo básico para su desarrollo, como dice Maslow, se prepara para
evolucionar y avanzar. Esto es, encuentra los elementos necesarios y suficientes
para mantenerse en ruta, sin perder su espíritu de aventura, su sentido de reto,
ni su ánimo de trascendencia. Encontrar el escenario base donde el hombre se
expone a sus propios temores, es ubicar su punto de inflexión y el pivote desde
donde construye su propio presente y anticipa el futuro.
Estar atrapado en la
cotidianidad, en esos momentos que no tienen variedad, donde parece que nada
pasa, es aventurarse a quedar bien preparado para un mundo que ya no existe. Luego, para una realidad que cambia y evoluciona, donde los espacios para proponer y prosperar
están disponibles todos los días, debes permanecer atento y evitar quedar adormilado en la seguridad de tus propios pensamientos y condiciones
laborales.
Cuando entiendes que
cualquier empleo que tengas es temporal, que la realidad cambia de un momento a
otro y para lo cual debes estar listo, entras en la nueva dinámica del mundo actual
donde la incomodidad es la base de la renovación, el incierto el fundamento de
tus capacidades para innovar y la inestabilidad el soporte en la toma de
decisiones. Cuando decides mantenerte en movimiento y atento a las volatilidades,
estas en la ruta de alcanzar nuevos destinos y fronteras que nunca pensaste cruzar.
No asumas nunca que
la estabilidad es la norma del mundo conocido. No asumas que las cosas no
cambiarán, no asumas que el imprevisto o el incierto no van a llegar, pues estarás
expuesto a la debilidad misma del hombre que se acostumbra a las certezas, al camino
delineado y reiterado por muchos, y escasamente cuestionado por pocos. Estar
atrapado en la comodidad de la abundancia y en la dinámica de un rebaño, es
comprometer los retos que son necesarios para llevarte al siguiente nivel de tu
propia evolución.
Podrás tener logros,
promociones, reconocimientos y aplausos muy merecidos por tu labor; pero si
esos no corresponden al sentido de trascendencia y a la esencia misma de tu vocación,
serán sonidos sordos que no resuenan en tu interior, que no elevan la frecuencia
de tu propio destino. Por tanto, que tu vida sea una constante renovación y
balance entre tus luchas y sueños, para que la cotidianidad del mundo no te alcance,
y si lo hace, sepas como liberarte y abrirte nuevamente al horizonte inexplorado,
donde la divinidad te espera para hacerte heredero de su promesa: abundancia y
generosidad para aquellos que creen sin haber visto.
El Editor
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