domingo, 29 de septiembre de 2013

Una verdadera diferencia

Declara Stephen Covey: “Todo el que ha marcado una verdadera diferencia, para bien o para mal, cuenta con tres atributos visión, disciplina y pasión. Hitler los tenía, pero le faltaba un cuarto atributo fundamental: conciencia. Y el resultado fue la destrucción”.
 
Esta frase nos muestra que debemos buscar y alcanzar metas superiores, para elevar el conocimiento de nosotros mismos y potenciar nuestras virtudes, una declaración que nos permite saber que tenemos “el don” de transformar y lograr todo aquello que deseamos y queremos, siempre como fuente de satisfacción y desarrollo personal y comunitario.

Tener visión, es tener claridad de qué queremos y para donde vamos, es un ejercicio de proyección mental, que busca materializar en el presente, la declaración de futuro, una forma de caminar en las memorias del porvenir, sabiendo que construimos desde hoy las capacidades que nos permiten lograr y superar las expectativas que nos hemos trazado.

La disciplina es una práctica para doblegar nuestros impulsos desordenados y canalizarlos, fuera de la zona de confort, en la zona efectiva donde se encuentra el deseo y la energía, fuentes de transformación y movilización de esfuerzos, que exigen abandonar prácticas caducas, paradigmas gastados y riesgos conocidos, para lanzarnos a encontrar nuevas fuentes de innovación y conceptos inestables como base para construir nuevas estándares, nuevos normales.
 
La pasión es una fuerza interior, un fuego que consume, es esa zarza que nunca se consume y santifica todo lo que toca, una sed que nunca se sacia y el crisol que purifica toda emoción. La pasión es el componente que no deja de creer en la visión, es el custodio del resultado esperado y la esencia de la “verdadera comida y bebida” de aquellos que se abandonan en las fuerzas sobrenaturales que le asisten.
 
La conciencia es el efecto compensador, ese que reconoce en la diferencia el poder para construir, la declaración de sinergia con el otro y la disposición consciente de encontrarse con las potencialidades y limitaciones de su prójimo. Ser consciente es descubrir nuestro corazón para compartir lo que somos y esperamos; es comprometernos con votos de perfección para descubrir el camino del águila en el cielo y revelar que somos seres espirituales, destinado a la eternidad, en una estructura humana limitada e imperfecta, destinada a la caducidad.
 
Cuando estos cuatro componentes se conjugan en un individuo, se movilizan todas las fuerzas interiores, los planes concretos y los recursos requeridos, para que se haga realidad eso que tanto deseamos, esa declaración de fuerza y poder, asistida desde nuestra condición trascendente, que activa una atmósfera sobrenatural para que todo se mueva para lograr lo que queremos.

Nuestra unción y declaración personal debe materializar aquí y ahora, todo lo necesario para alcanzar una vida en plenitud, que responda y de testimonio de las promesas divinas, y así alcanzar el gobierno y señorío de DIOS en nuestro mundo.

El Editor

domingo, 22 de septiembre de 2013

El código de tu alma



Decía Stephen Covey en su libro, “El Octavo Hábito. De la efectividad a la grandeza”: “Su voz se halla en la intersección del talento, la pasión, la necesidad y la conciencia. Cuando trabaja en algo que aprovecha su talento y alimenta su pasión, que responde a una gran necesidad del mundo que su conciencia le dicta satisfacer … ahí está su voz, su llamada, el código de su alma.”

Revisando esta frase llena de sabiduría y poder personal, notamos que no basta tener talento para “quebrar el código” que desate todo tu potencial. Se hace necesario sumergirte en la pasión que arde y moviliza espíritus y vidas, en la energía que consume y transforma todo lo que toca, en ese fuego incandescente que mantiene la llama del amor.

La necesidad, la llama otro autor, eso que el mundo espera de ti, descubrir tu lugar en el planeta donde tus habilidades y talento hacen química con el entorno para satisfacer aquello que se hace necesario para potenciar la obra de tu Creador. Esa necesidad, esa sed de conquista personal y trascendente, es la que debemos perseguir y saciar, no para nuestro reconocimiento, sino para que otros tengan la oportunidad de encontrar su propio destino, su propia voz.

La conciencia, esa moción del espíritu y expresión de la divinidad en nosotros, debe estar atenta todo el tiempo para descubrir y alimentar el deseo de transcendencia del ser humano, la necesidad del hombre de rasgar la voluntad de su Creador (cualquiera sea la idea que tengas de él) y sintonizarse con su querer, con su propia esencia, para vibrar en la frecuencia donde el tiempo y espacio son excusas y material intrascendentes, para acelerar la presencia de su Reino en nosotros, más allá de una vista natural, para experimentar una vida sobrenatural.

Estos cuatro elementos talento, pasión, necesidad y conciencia, resumen de manera real y concreta una forma de comprender cómo sintetizar la vista sistémica del ser humano que busca ir más allá de la efectividad, de los logros y las metas. Habla de un individuo que ha entendido que su misión en el mundo está más allá de las fronteras visibles y que es necesario, acelerar nuestra madurez espiritual para expresar y declarar el poder del Creador para transformar la vida y hacerla parte de su esencia sobrenatural.

No hace falta experimentar éxtasis como algunos santos para conocer y sentir la presencia del infinito en nosotros, basta que vaciemos nuestros corazones y vidas de nuestros pensamientos, limitaciones, egoísmos, sensaciones y expresiones, que finalmente están, muchas de ellas, atadas al mundo, para dejar que el gobierno de tu Creador se instaure en ti y pueda nuevamente transmitir al mundo por tus manos y pensamientos, las obra de su poder, la luz de su gloria, que no es otra cosa, que el mundo sobrenatural actuando en nuestro mundo natural.

Abre tu mente y corazón para que tu talento brille en todas tus actuaciones, tu pasión se exalte de gozo en todas tus acciones, encuentres el lugar privilegiado para potenciar tus dones y virtudes y que la conciencia del universo conspire contigo para que compartas la dignidad a la que has sido llamado desde el inicio del mundo: dominio y poder sobre todo lo creado para la gloria de tu DIOS.”

El Editor

domingo, 15 de septiembre de 2013

Las cosas simples

Anota Edward de Bono en su libro “Ideas para profesionales que piensan. Nuevas consideraciones sobre el pensamiento lateral aplicadas a la empresa”: “Las cosas simples son las más difíciles de enseñar. Todo el mundo supone que, porque algo es simple, debe saberlo o hacerlo. (…)”, una frase que revela el poder que contienen las ideas simples, sencillas y sin mayores elaboraciones. Mientras una propuesta sea más simple mayor será el poder que tiene ella en el contexto del hacer, pues será fácilmente digerida y adoptada por sus receptores.
 
Lo simple, generalmente choca con las mentes que exigen respuestas complejas y elaboradas, pues su posición no les permite comprender que la propuesta ofrece elementos que superan ampliamente su capacidad de cognición y comprometen su “prestigio”, dado que algo que aparentemente es elemental y conceptualmente sencillo, no puede venir sin una amplia construcción mental que demande análisis exhaustivos y sofisticados.
 
Las ideas sencillas o simples tienen la capacidad de cautivar a las mentes “sin restricciones”, a las mentes “abierta a conocer”, aquellas que han superado el síndrome de los eruditos, donde sólo en una conexión de múltiples variables y condiciones es posible crear un concepto interesante que demande la atención y reconocimiento de la misma por un círculo de personas exclusivo. La erudición es exclusiva, mientras la sencillez es inclusiva, soporta las preguntas más elementales como las más trascendentes y es allí, donde se encuentra la riqueza del conocer y descubrir.
 
Cuando hijo de Nazareth conversaba con las personas de su tiempo, hablaba en lenguaje sencillo, con lo simple de los ejemplos y fuerza de una vida coherente y fiel a su mensaje. Una demostración del poder de su mensaje es la vigencia de su palabra, que trasciende fronteras de tiempo y espacio, manteniendo activos y alertas a los que escuchan su voz y motivando a continuar su ejemplo a pesar de ser signo de contradicción de su época.
 
De igual forma, si queremos que nuestra vida sea signo de sencillez y fidelidad a nuestros sueños, nuestro lenguaje y vida debe ser simple, funcional y estético, esto es, aprender en el ejercicio diario de nuestra vida a reconocer estos elementos y materializarlos en cada una de nuestras expresiones y decisiones, con el fin de alcanzar la excelencia en la humildad, es decir el conocimiento perfecto de lo que somos y podemos, sin falsas vanaglorias, que agreguen complejidad a lo que por definición es sencillo.
 
Bien decía mi abuela, “nadie pelea con No sé”, una expresión que declara con naturalidad y claridad que estamos abiertos a renacer en lo sencillo, a las elaboraciones conceptuales básicas que nos permitan lograr un mayor entendimiento de lo que conocemos y abrir la posibilidad de una nueva vista de lo que desconocemos. Una experiencia que vivió el “Emmanuel prometido” hace más de 2000 años, cuando declaró una máxima sencilla y funcional: “Ama al Señor tu DIOS con todo el corazón y con toda tu alma, y al prójimo como a ti mismo” que en principio es sencillo de entender y que aún hoy estamos tratando a aplicar.
 
El Editor

sábado, 7 de septiembre de 2013

Un ser espiritual



Todo aquello que delante de nuestro razonamiento no encaje en las “verdades” conocidas del mundo, genera inquietud, inestabilidad y desconfianza, pues nuestro sistema de valores y códigos de mentales no está preparado para ser confrontado y retado frente a formas diferentes de experimentar o ver el mundo.

Comprender o entender el mundo donde habita “DIOS” (cualquiera que sea tu imagen de Él) es un reto que supera nuestras posibilidades, que pone en evidencia nuestras limitaciones humanas y lo necesitado que somos de su presencia en nuestras vidas. Sin embargo, nos habilita medios naturales y trascendentes para incorporarnos en la esencia de lo que él mismo es: un ser espiritual.

Anota Guillermo Maldonado, “DIOS no es un ser material; no tiene un cuerpo tangible ni necesidades físicas (…)”; lo que en filosofía se denomina el “ser anterior a todo”, “el primer movimiento”, es una esencia divina de condición sobrenatural, que demanda un abandono de este mundo contingente para experimentar las posibilidades infinitas de estar en su presencia, que no es otra cosa que apreciar la manifestación de las bondades y perfecciones que se encuentran en él.

La característica propia de “DIOS” es ser sobrenatural, que significa “encima” o “arriba”, esto es, vive por encima o fuera del ámbito natural, que gobierna en un mismo tiempo lo que ocurre en el mundo natural y en el trascendente. Si esto es así, nuestra relación con Él debe superar las realidades normales que conocemos y, lanzarnos a creer y sentir las verdades superiores reveladas en la dimensión de lo físico, es decir, la presencia del poder de lo invisible en nuestro mundo visible.

Cuando nos alcanza el gobierno de lo sobrenatural, nuestra fe y razonamiento experimentan un quiebre de la visión del mundo natural, abriendo la posibilidad para canalizar y desplegar el poder de “DIOS”, la fuerza de lo natural acelerado; un encuentro profundo con su esencia, que requiere de nuestro concurso humano, para canalizar su obra desde la realidad invisible hasta nuestro mundo visible.

Estar en la presencia de “DIOS”, no es un momento de éxtasis o cosa semejante, es entrar en una relación profunda con su palabra y poder sobrenatural y ser beneficiado de “un fragmento del conocimiento de DIOS que viene a nuestro espíritu en un instante” como anota Maldonado, para refrescar nuestra vida e impulsar una nueva renovación espiritual que activa, estimula y acelera nuestras capacidades para servir a sus planes.

Por tanto, debemos ser dóciles para abandonar las verdades humanas y aprender el “lenguaje de DIOS”, ese que está nutrido de conocimiento revelado y fe en su poder, ese que nos permite que caminemos  por senderos insospechados, para reclamar la autoridad y dominio sobre el mundo natural, para que sea su presencia la que transforme nuestras vidas, dejando de mendigar las migajas de este mundo lleno de “imposibles” y lanzarnos a la riquezas infinitas que nos tiene reservadas, donde los “imposibles” son expresiones caducas y mentirosas del “enemigo” y que no tienen lugar en la soberanía de su mandato en nuestras vidas.

El Editor.

Referencia:
MALDONADO, G. (2013) El reino de poder. Cómo demostrarlo aquí y ahora. Whitaker House.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Refuerzo permanente

Refuerzo, es uno de los elementos del modelo de cambio denominado ADKAR (Awareness, Desire, Knowledge, Ability, Reinforcement), donde reside la esencia para que el cambio sea permanente, es decir se incorpore de manera definitiva en las personas y sus conversaciones.

De acuerdo con HIATT, autor del libro “ADKAR. A model for change in business, government and our community”, el refuerzo está influenciado por cuatro elementos básicos que se deben considerar para su realización:
  1. El refuerzo debe ser significativo para la persona impactada.
  2. Debe existir una asociación entre el refuerzo y el progreso real demostrado o logro.
  3. La ausencia de consecuencias negativas.
  4. Un sistema de rendición de cuentas para reforzar el cambio.
Para el primer elemento, el autor detalla, que se deben considerar al menos tres atributos para el reconocimiento:
  • El reconocimiento o recompensa se ​​aplica a la persona que está siendo reconocida.
  • La persona que ofrece el reconocimiento o recompensa es alguien que el individuo respeta.
  • La recompensa es relevante o valiosa para la persona que es reconocida. 
Asegurar estos tres elementos permite que la persona sienta con real satisfacción la intención real de su reconocimiento, encuentre claramente en su esquema emocional esa sensación de logro y compromiso que lo invita a continuar más allá de lo alcanzado.

Para el segundo elemento, es importante celebrar los pequeños y los grandes logros, como una forma de mantener el foco en los retos superiores, alcanzando metas volantes que motivan y refuerzan cada paso hacia la excelencia. Las victorias personales, son motivadores naturales para el equipo y la recarga energética y emocional que impulsa para avanzar hacia los grandes sueños.

Llegar al tercer elemento, es lo más retador en el proceso, pues sabemos que siempre va a haber detractores de un proceso de cambio, siempre van a estar personas que no se van a sentir identificadas con lo que pasa. En este sentido, cada persona debe comprender para sí misma los beneficios del cambio, un ejercicio de realidad individual que demanda una comprensión única y de impactos particulares, que sólo se puede llevar a cabo en cada ser humano.

El cuarto elemento, es contar con un sistema de medición y evolución que permita ver los avances claves del cambio. Ver como se avanza hacia la meta y se advierten las transformaciones en las personas y en los proceso de la organización, nos anima y refuerza nuestro ánimo para continuar con este empeño. En la medida que las condiciones se den y maduren en la dirección planeada, y reflejen aspectos positivos respecto del punto inicial, habrá mayor compromiso con el cambio permitiendo que todos los que participan sientan la necesidad de continuar apoyando la iniciativa.

Así las cosas, los cambios que nuestra vida exige para alcanzar el siguiente nivel de excelencia, requieren de los cuatro elementos aquí formulados, pues todo ello significa el reconocimiento de los somos y podemos, la materialización de nuestra voluntad para lograrlo y la exigencia permanente de nosotros mismos para no desistir en alcanzarlo.

Por tanto, que mantengamos un refuerzo permanente en nuestra existencia para mantener una vida de satisfacciones personales en espiral ascendente, que le manifiesten a cada ser humano con quien convivimos, que estamos comprometidos en desafiar el statu quo, con una fe atrevida y llena de luz para ser las manos y corazón del “dueño de la vida”.

El Editor.

Referencia:
HIATT, J. (2006) ADKAR. A model for change in business, governmnet and our community. Prosci Learning Center Publications. Loveland, Colorado. USA.