sábado, 2 de noviembre de 2019

Políticamente correctos

Muchas veces hemos escuchado un par de frases que están asociadas con situaciones de tensión o contraste: “hay que ser políticamente correctos” y “hay que ser diplomáticos”. Estas dos frases hablan del ejercicio de la mesura, la negociación, del buen acuerdo y en particular, de mantener unas relaciones armónicas y de no agresión entre las partes.

Cuando se habla de diplomacia la literatura nos remite a la Convención de Viena de 1961, que en su artículo 3 establece las funciones de una misión diplomática. Las funciones establecidas son: representación, observación e información, negociación, protección y asesoramiento (Jara, 1989).

La representación implica participación en reuniones o actos oficiales en nombre de quien ha sido encomendado. Esta presencia no solamente será administrativa, sino política pues estará atento a participar de decisiones colectivas para las cuales ha sido autorizado, comprometiendo la responsabilidad de aquel a quien representa. La representación es una presencia real que manifiesta un interés particular de una parte, que vincula la esencia misma de todos aquellos que hacen parte de su mandato asociado con su delegación (Calduch, 1993).

La observación tiene por objeto informarse de forma adecuada, para lo cual requiere contar con fuentes de información ciertas, generalmente provistas por las autoridades formales o por medios o personalidades de probada confiabilidad y respeto en el entorno donde se encuentra. La observación es un apoyo fundamental para el reconocimiento del terreno donde va a operar la misión diplomática y por lo tanto deberá consultar fuentes abiertas, que están alcance de todos, como fuentes privadas, preguntando de forma sutil y moderada, sobre aspectos que son de interés para los objetivos de la diplomacia (Jara, 1989).

La negociación es una habilidad que todo buen diplomático debe desarrollar. Es habilitar un espacio de conversación para intercambiar ideas, reconocer los puntos de vista de las partes y establecer un contexto de conciliación o comprensión que lleve a una disminución de las tensiones que se pudiesen tener por temas que pueden ser difíciles de tratar y moderar. Los resultados de la negociación deben traducirse en acuerdos y planteamientos bilaterales o multilaterales que sumen a la distensión de las posiciones de los participantes por un bien superior a todos los que hacen parte del diálogo (Calduch, 1993; Jara, 1989).

La protección es la función que va unida a la representación. Facilita el ejercicio de derechos o la gestión de actuaciones jurídico-administrativas ante las autoridades de la contraparte. Es la acción decidida de una parte que demanda cuidado y salvaguarda de derechos y condiciones de quiénes representa, comoquiera que, en los acuerdos previos y reconocimientos de cada parte, se hacen efectivas, vinculantes y recíprocas las condiciones de cuidado de los miembros de la representación diplomática (Jara, 1989).

El asesoramiento está directamente ligado a la función de observación e información. Cuanta más y mejor información se tenga respecto del sitio de la operación de la misión diplomática, mejor será la orientación que se puede dar a aquel a quien se representa. Los reportes que se generan del servicio diplomático ofrecen una visión complementaria de la situación del contexto y establecen pautas para el desarrollo de las acciones locales y así fortalecer las relaciones con las autoridades del territorio donde se encuentra (Jara, 1989).

Así las cosas, “ser diplomáticos o políticamente correctos”, implica un ejercicio de reconocimiento, recolección y análisis de información para crear una ventaja relacional sutil y discreta, de tal forma que, al generarse tensiones y situaciones al margen de las agendas públicas, sea posible mantener una visión real de las pretensiones e intereses de la contraparte. De esta manera, se consolida una marca personal e institucional que reduce tensiones, asegura la postura que representa y conecta las realidades de los otros negociadores a favor de un bien común y general.

El Editor

Referencias
Calduch, R. (1993). Dinámica de la Sociedad Internacional. Madrid, España: Editorial CEURA. Cap.17. Recuperado de: https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-55160/lib2cap7.pdf
Jara, E. (1989) La función diplomática. Documento de trabajo No.5. CEPAL. Santiago, Chile: PNUD-CEPAL. Recuperado de: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/29597/S3272J37_es.pdf