Muchas veces hemos
escuchado un par de frases que están asociadas con situaciones de tensión o
contraste: “hay que ser políticamente correctos” y “hay que ser diplomáticos”.
Estas dos frases hablan del ejercicio de la mesura, la negociación, del buen
acuerdo y en particular, de mantener unas relaciones armónicas y de no agresión
entre las partes.
Cuando se habla de
diplomacia la literatura nos remite a la Convención de Viena de 1961, que en su
artículo 3 establece las funciones de una misión diplomática. Las funciones establecidas
son: representación, observación e información, negociación, protección y
asesoramiento (Jara, 1989).
La representación
implica participación en reuniones o actos oficiales en nombre de quien ha sido
encomendado. Esta presencia no solamente será administrativa, sino política
pues estará atento a participar de decisiones colectivas para las cuales ha
sido autorizado, comprometiendo la responsabilidad de aquel a quien representa.
La representación es una presencia real que manifiesta un interés particular de
una parte, que vincula la esencia misma de todos aquellos que hacen parte de su
mandato asociado con su delegación (Calduch, 1993).
La observación
tiene por objeto informarse de forma adecuada, para lo cual requiere contar con
fuentes de información ciertas, generalmente provistas por las autoridades
formales o por medios o personalidades de probada confiabilidad y respeto en el
entorno donde se encuentra. La observación es un apoyo fundamental para el
reconocimiento del terreno donde va a operar la misión diplomática y por lo
tanto deberá consultar fuentes abiertas, que están alcance de todos, como fuentes
privadas, preguntando de forma sutil y moderada, sobre aspectos que son de
interés para los objetivos de la diplomacia (Jara, 1989).
La negociación
es una habilidad que todo buen diplomático debe desarrollar. Es habilitar un
espacio de conversación para intercambiar ideas, reconocer los puntos de vista
de las partes y establecer un contexto de conciliación o comprensión que lleve
a una disminución de las tensiones que se pudiesen tener por temas que pueden
ser difíciles de tratar y moderar. Los resultados de la negociación deben
traducirse en acuerdos y planteamientos bilaterales o multilaterales que sumen
a la distensión de las posiciones de los participantes por un bien superior a
todos los que hacen parte del diálogo (Calduch, 1993; Jara, 1989).
La protección
es la función que va unida a la representación. Facilita el ejercicio de
derechos o la gestión de actuaciones jurídico-administrativas ante las
autoridades de la contraparte. Es la acción decidida de una parte que demanda
cuidado y salvaguarda de derechos y condiciones de quiénes representa, comoquiera
que, en los acuerdos previos y reconocimientos de cada parte, se hacen
efectivas, vinculantes y recíprocas las condiciones de cuidado de los miembros
de la representación diplomática (Jara, 1989).
El asesoramiento
está directamente ligado a la función de observación e información. Cuanta más
y mejor información se tenga respecto del sitio de la operación de la misión
diplomática, mejor será la orientación que se puede dar a aquel a quien se
representa. Los reportes que se generan del servicio diplomático ofrecen una visión
complementaria de la situación del contexto y establecen pautas para el
desarrollo de las acciones locales y así fortalecer las relaciones con las autoridades
del territorio donde se encuentra (Jara, 1989).
Así las cosas, “ser
diplomáticos o políticamente correctos”, implica un ejercicio de reconocimiento,
recolección y análisis de información para crear una ventaja relacional sutil y
discreta, de tal forma que, al generarse tensiones y situaciones al margen de
las agendas públicas, sea posible mantener una visión real de las pretensiones e
intereses de la contraparte. De esta manera, se consolida una marca personal e
institucional que reduce tensiones, asegura la postura que representa y conecta
las realidades de los otros negociadores a favor de un bien común y general.
El Editor
Referencias
Calduch, R. (1993). Dinámica
de la Sociedad Internacional. Madrid, España: Editorial CEURA. Cap.17.
Recuperado de: https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-55160/lib2cap7.pdf
Jara, E. (1989) La función diplomática. Documento
de trabajo No.5. CEPAL. Santiago, Chile: PNUD-CEPAL. Recuperado de: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/29597/S3272J37_es.pdf
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