domingo, 25 de febrero de 2018

Habilidades en un mundo VICA


Estar delante de la curva no es opcional en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (VICA). Por tanto, es un deber estar explorando nuevas fronteras en cada uno de los retos personales y profesionales cultivando al menos tres (3) habilidades claves para sobrevivir a las inestabilidades de esta época: “desconectar y conectar”, “descubrir y sorprender” y “concretar y ejecutar”.


Figura 1. Habilidades claves en un mundo VICA. Elaboración propia

En la medida que una persona tiene la capacidad de ver el mundo con perspectiva holística, es capaz de observar y detallar relaciones entre los diferentes elementos de la realidad. Esto supone, “desconectar” las posturas existentes, enriquecerla con novedosos aportes que se revelan en el contexto, para finalmente “conectar” lo vigente con lo inédito, de tal forma, que el resultado constituya una “ganancia teórica y práctica” que cambie la manera como se entiende un reto, una situación problemática o la vida misma.

Quien es capaz de “desconectar y conectar” tiene la habilidad de repensar sus propios paradigmas desde los cuales conoce y actúa, para encontrarse con la novedad de los nuevos espacios de conocimiento que surgen cuando su propios marcos de acción cambian. Adquirir esta habilidad es contar con una neuroplasticidad cerebral que renueva la manera de construir el mundo y reinventarse a sí mismo.

Experimentar la vida como un viaje permanente, para abandonar la orilla de las certezas y explorar horizontes inciertos, implica tener la actitud de la aventura para conocer y descubrir. Es claro que en este recorrido de mares inciertos, tendrá que enfrentar tormentas y contradicciones, inestabilidades y contratiempos que lo harán dudar y posiblemente desistir de su propósito. Esta habilidad, lleva a las personas en un reto permanente para sorprenderse a sí mismo y encontrar la esencia misma de su vocación, una cultura del encuentro que no es otra, que alcanzar la resiliencia personal y profesional.

Las personas que desarrollan la habilidad para “descubrir y sorprender”, están todo el tiempo abiertas a aprender y desaprender, en un proceso personal de reto que los prepara para enfrentar la incertidumbre como parte natural de sus decisiones y acciones. Una rutina de pensamiento que encuentra en los caminos que no se han recorrido, paisajes que están dispuestos a dibujar para darle forma a sus sueños y compartirlo con otros. Un escenario para inspirar y mostrar que es posible hacer la diferencia.

El que sueña con el corazón en el cielo, debe tener los pies en la tierra. Esta habilidad demanda concretar la ejecución de propuestas, encontrar los medios y estrategias para desarrollar esa  idea que hace realidad la esencia de su deseo. Quien concreta, tiene la capacidad de motivar y conectar con las expectativas y experiencias de otros, con el fin de crear una red de aliados estratégicos que habilitan los caminos que fundan la plataforma donde un sueño se hace realidad.

“Concretar y ejecutar” implica un ejercicio disciplinado y metodológico que se concentra en los detalles, para darle forma específica a una idea. Esta habilidad, es la esencia de los que son capaces de ver el mundo de forma diferente, que se lanza a experimentar y desarrollar prototipos, de correr riesgos calculados e inteligentes, que saben que al final hay una luz que siempre brilla con intensidad, la luz de su propia vida, donde los intentos y aprendizajes son la marca indeleble que confirman su pasión para hacer que las cosas pasen.

Estas tres habilidades demandan de cada persona que se arriesga a alcanzarlas en la vida una cuota de trabajo sistemático, una reflexión sistémica permanente y una conexión espiritual insistente, pues las fuerzas conocidas y los intereses reinantes, estarán atentos para tratar de desanimarla y retornarla al redil. Por tanto, todos los que desean sobrevivir a estos tiempos inciertos, deben saber que están llamados a “quebrar” los paradigmas vigentes, abandonar las certezas intelectuales y lanzarse a dejar su impronta, creando un nuevo oasis de energía y valor donde otros puedan renovarse y continuar su camino.

El Editor

domingo, 18 de febrero de 2018

Encontrando el camino

Revisando algunos textos y noticias se nota un incremento de notas y reflexiones sobre las noticias falsas, los temas relativos al éxito y las meditaciones relacionadas con el periodo de cuaresma de la iglesia católica. Cuando se revisan estas temáticas, se advierten contradicciones y retos para las personas que no saben donde focalizar sus intereses o enredos conceptuales para otras, que no encuentran una visión concreta sobre la vida y sus retos.

Las noticias falsas tienen connotaciones de diferentes magnitudes. Lo primero no deja de preocupar las intenciones de aquellos que de forma deliberada ejecutan el ciclo de manipulación y desinformación para crear inestabilidad y desorientación en un contexto específico y por otro lado, el uso de esta estrategia para confundir y crear discordia o inciertos entre las partes más afectadas, con el fin de crear distracción y atención, para que otros ejecuten acciones en otros dominios sin ser detectados.

Lo relativo al éxito, es una preocupación permanente del hombre moderno. La visión de una persona adinerada, que goza de privilegios y reconocimiento global, establece el patrón de seguimiento y referencia que parece no tener competencia con otras posturas sobre el éxito. Esta imagen del éxito, puede ser un distractor bien diseñado por la dinámica de los medios, no sólo para reconocer de forma correcta y concreta, la labor y esfuerzo de un emprendedor que ha logrado diferenciarse y lograr importantes cosas en la vida, sino para motivar vacíos personales y deseos infundados que motivan el consumo de formulas mediatizadas que invitan a trabajar más por ser “el número uno”, que ser “el mejor en lo que haces”.

La cuaresma es un movimiento en el contrasentido de las manecillas del reloj de la dinámica mundial de consumo. Es una invitación a detenerse en el camino, salir de la rutina del “tener” y del “placer” sin límites, para encontrar nuevamente las razones por las cuales hemos venido a este mundo. La cuaresma es un camino de abandono, meditación y revisión de lo que hemos hecho, de lo que podemos hacer y el anuncio del triunfo de lo sobrenatural sobre lo humano y pasajero. Vivir la cuaresma en una oportunidad para viajar ligeros de equipaje, disfrutando el paisaje y viviendo cada paso del camino, de forma consciente y presente.

Esta tres tendencias establecen movimientos de la dinámica global que reflejan los deseos de los hombres, que queriendo hacer cosas buenas, muchas veces se ven encerrados con aquellos que no desean hacerlas. Este fenómeno contradictorio donde crece “el trigo y la cizaña” en el mismo campo, es el reto de la sociedad actual que buscando permanentemente el bienestar y el balance de la vida, encuentra motivaciones y tentaciones que la ponen en el filo de un mundo sin límites, lleno de luces y esplendores que nublan su mente y corazón.

Por tanto, la mezcla misteriosa de noticias falsas, las visiones actuales del éxito y la cuaresma, establecen el reto de la interdependencia en la cual se encuentra el hombre moderno, lo que implica reconocer la complejidad de las decisiones que debe tomar, no sólo para sobrevivir en un mundo cada vez más inestable y competitivo, sino para encontrar caminos que lo lleven al encuentro consigo mismo y con la esencia de la divinidad que vive en él.

El Editor.

domingo, 11 de febrero de 2018

Juventud. Divino tesoro


Muchos con frecuencia añoran los años de la juventud, donde la alegría, el desafío permanente y la temeridad eran parte natural de la forma como se veía la vida. Con el tiempo, dice la sabiduría popular, las personas “maduran” y toman una postura más reflexiva y avezada, con lo que se tornan menos aventureros y más finos en sus posturas frente a los acontecimientos del entorno.

Permanecer joven no implica perder la imaginación, ni las ganas de experimentar algo nuevo. La juventud, si bien dicen los especialistas es un estado de la persona, también es una actitud para abrazar los “errores”, los “miedos” y las “incertidumbres” como fuente renovada de inspiración, para crear laboratorios de simulaciones y prototipos que renuevan la manera como se entiende el mundo y sobremanera, la forma como se reinventa la persona a sí misma.

La juventud implica concretar experiencias “de primera vez”, esa que despierta la curiosidad dormida que se va relegando con la suma de emociones y experiencias. Saber combinar los aprendizajes que quedan luego de experimentar y vivir situaciones inéditas, con nuevos momentos de asombro y sorpresa, establece el mejor escenario para nunca perder de vista que es posible crear y diseñar futuros y realidades que no nos atrevemos a concretar en el ejercicio de la vida diaria.

Ser joven exige convertirse en un insaciable por aprender, en quebrar los silencios de los “así estamos bien”, en aquel que busca formas diferentes de hacer las cosas, en ese que busca nuevas conexiones y cuestiona los paradigmas vigentes sobre los cuales se han fundado las “verdades actuales”. Ser joven significa energizarse cada día con los retos y desafíos propios, para poder contagiar a otros con sus propias condiciones y talentos para que salgan de su zona cómoda y conquisten sus propias limitaciones.

La juventud divino tesoro, es una expresión de la energía creativa que vive y se renueva en el ser humano. Una manifestación de ingenuidad, que privilegia las posibilidades más que las probabilidades, donde la alegría por encontrar situaciones inesperadas, sólo es superada por la satisfacción que produce concretar una postura diferente, novedosa y útil para otras personas. Ser joven es mantener la sensibilidad con el entorno, la disciplina en el hacer y el foco en lo que se quiere alcanzar.

El que permanece joven nunca asume que entiende lo que pasa a su alrededor y que otros igualmente lo pueden comprender. Mantienen un compromiso permanente con el aprendizaje y desaprendizaje, desconectan sus paradigmas con los cuales entienden el mundo y aceptan humildemente que otros tiene la razón. La juventud es como un “start-up”, busca oportunidades donde otros ven limitaciones, no tiene miedo por cambiar de perspectiva, toma riesgos de forma inteligente y genera rupturas de los estándares de la realidad sin pedir permiso.

La juventud no un momento de la vida que se explica desde la racionalidad humana como un estado de vida, sino como una provocación permanente del espíritu humano que no conoce de imposibles, sino de posibilidades. Una forma de llevar a la acción lo que imaginación es capaz de conceptualizar y moverse para hacer que las cosas pasen.

El Editor.

domingo, 4 de febrero de 2018

El "Asombro"

El asombro es la expresión evidente de la ceguera cognitiva, de las tensiones propias de los sesgos humanos y la promesa de la renovación de la forma de ver el mundo. Asombrarse es una cualidad de la mente creativa, de los pensamientos disruptivos y sobremanera, de los espíritus inconformes.

El asombro es una emoción que conecta con la vida y el movimiento, con la dinámica de la incertidumbre y las tensiones conceptuales y prácticas, que saca al hombre fuera de la zona cómoda para descubrir y andar senderos desconocido. Es una expresión de la duda natural que surge cuando un individuo se encuentra frente a aquello que no conoce y donde es necesario avanzar.

Los límites que imponen los marcos de trabajo vigentes, las formas hegemónicas de ver el mundo se debilitan, cuando alguien es capaz de verlos distintos y sorprenderse con los resultados. El asombro es una inquietud que conecta los diversos universos humanos, para concretar respuestas que aún están pendientes de darse y revelar aspectos de la realidad que muchos no se han atrevido a ver y explorar.

Entrar en asombro, es el núcleo de las propuestas disruptivas que buscan nuevas preguntas para dar cuenta con un escenario ignorado, donde los referentes conocidos se desvanecen y nuevas propuestas emergen. Asombrarse es preguntar cosas que nadie pregunta, esperando muchas veces respuestas que nadie posee, por el momento.

En la medida que los pensamientos, los retos y las expectativas se movilicen en la mente de los disonantes y soñadores, habrá oportunidad para construir momentos de asombro, de preguntas riesgosas, de respuestas inesperadas, que abran nuevos caminos para descubrir y desarrollar ideas que cambien la manera de hacer las cosas y los estándares del mundo.

Cuando el hombre es capaz de asombrarse, recupera el sentido natural del niño que nunca renuncia a entender y comprender lo que ocurre en su entorno, renueva y restaura su instinto natural para descubrir y conquistar, retoma el dudar como fuente de la diferencia que se aparta de los cánones sociales e ilustra nuevas fronteras de pensamiento que, como anota Morin (2001, p.117), navegan en mares de incertidumbre con algunos archipiélagos de certezas.

El asombro como emoción en sí misma, es un disparador de aprendizaje y desaprendizaje que confronta los saberes previos de las personas, busca nuevas fronteras de conocimiento que expliquen situaciones inesperadas, elabora y sugiere propuestas arriesgadas y, descubre en el error, la fuente de nuevas oportunidades e inéditas reflexiones que saquen al hombre fuera de sus certezas.

Cuando un individuo se asombra ocurre un desprendimiento conceptual entre lo que sabe y lo que conoce, para lanzarse con ilusión a lo inesperado. Un ejercicio que lo sagrado permanentemente nos propone, para llevarnos sobre retos de amor divino, que restauren nuestra capacidad de asombro: descubrir al otro como verdadero “otro”.

El Editor

Referencias
Zuleta, N. & Zuleta, C. (2017) La creatividad en 7 verbos. Bogotá, Colombia: Intermedio Editores.
Morin, E. (2001) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Barcelona, España: Paidos.