sábado, 29 de agosto de 2020

Transformación e incertidumbre

Dos palabras se han consolidado durante estos momentos inciertos de la humanidad: transformación e incertidumbre. Se habla y se comenta mucho sobre cómo se va a transformar los negocios, la educación, los negocios, la fe, la espiritualidad, las familias, los gobiernos y los diferentes fenómenos de la realidad. Hay una necesidad de asumir la complejidad que se genera por cuenta de la inestabilidad de un escenario que no se conoce y que empezamos a descubrir.

La incertidumbre como ese espacio que desconocemos o no entendemos entre una causa y sus efectos, esa zona donde se escapan las respuestas y los modelos previos probados no responden al reto, establece un escenario privilegiado para enfrentar los temores propios del “no saber” y desde allí, salir de la zona cómoda para navegar mar adentro donde existen aun más preguntas que respuestas.

La palabra transformación etimológicamente hablando significa “cambiar de forma”, es observar el mundo “desordenado”, “alterado”, “inestable” desde el mapa de certezas que se ha construido, para re-organizarlo, re-conceptualizarlo, re-pensarlo desde perspectivas distintas o novedosas que surgen cuando se superan los bordes conocidos y ver aquello que se mantenía oculto a la mirada de los estándares y prácticas vigentes a la fecha.

Transformación implica lanzarse a descubrir y conquistar el incierto. Cuando una organización habla de transformarse emprende un viaje en un mar de inestabilidades para el cual traza una carta de navegación que la llevará por parajes y momentos que podrán ser agradables y otros no tanto. En este trayecto habrá que romper con viejos paradigmas, reconstruir otros y finalmente diseñar nuevos para encontrar algunos archipiélagos de certezas que le permitan llegar a aquel lugar que quiere llegar.

Nada más retador que iniciar un viaje para descubrir aquello que se oculta a las verdades de los paradigmas existentes. Esto implica un ejercicio que hace evidentes las limitaciones de las formas vigentes de ver el mundo y una constante incomodidad con las respuestas conocidas. Enfrentarse al incierto es habilitar una transformación y reimaginación de la realidad para cambiar la manera de darle respuesta a los retos. Es habilitar un espacio de colaboración y construcción conjunta, dejando atrás la trampa de la competencia individual para encontrar en medio de la niebla de los modelos probados, rayos de luz que superen las explicaciones actuales.

Transformar o transformarse necesariamente implica aprender, entender aquello que no sale como lo esperamos como una fuente de crecimiento y construcción de las nuevas bases, muchas veces inestables, sobre los inciertos. Transformarse es habilitarse en mentalidad beta como un aprendiz permanente que se lanza a probar y validar aspectos distintos e irreverentes de la realidad (Botella, 2018).

Es descubrir que la vida no es un proceso de adaptación como lo sostiene la teoría de Darwin, sino que es un continuo de disrupción que invita todo el tiempo a mantenerse en estado de observación, reflexión, sorpresa y pensamiento crítico para conectar los talentos de unos y otros, y así construir una inteligencia colectiva que rompe con las razones que nos anclan al pasado (Botella, 2018).

El Editor

Referencia

Botella, F. (2018). Bienvenidos a la cuarta revolución industrial. Todo lo que necesitas saber para triunfar en la era digital. Barcelona, España: Alienta Editores.