domingo, 22 de diciembre de 2013

El don de la Navidad

Revisando algunas reflexiones sobre los "dones", llama la atención dos vistas particulares que nos ponen en sintonía de esta realidad: "Un don espiritual que es una habilidad dada por Dios para el servicio" (Dr. Charles C. Ryrie. Teología Básica. Pág.420) y por otra parte, el catecismo de la Iglesia Católica establece: "Los dones son disposiciones permanentes que hace al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo."

 

Al ver estas dos posiciones, tienen en común, que son regalos o donaciones de un ser supremo, de una vida superior que actúan sobre la humanidad con un propósito: servicio, entrega o donación. Los dones son muestras generosas del infinito sobre los hombres, para sacarlo de su zona de confort y confrontarlo con la realidad para que la transforme.
 
Nótese que la vista del catecismo implica que el hombre debe estar en disposición para recibirlos, en una posición de docilidad, de ductilidad, de maleabilidad para que la abundancia del Universo se materialice en su vida, para que en su esencia, se abandone en esa nueva realidad y se libere de su propia voluntad para ponerla al servicio de un bien superior, de una meta trascendente que no entrega gloria terrena, sino paz interior.
 
Los dones, esas habilidades especiales que el Creador nos regala, que armonizan la vida del hombre para acelerar su desarrollo y madurez; son una invitación permanente para activar su potencial, mantener la atención en los detalles, la intención sobre su obra y la actitud para hacer que las cosas pasen. Los dones son la puerta abierta para animar el fiel combate personal y espiritual, que busca conquistar nuestros propios temores y someter nuestra arrogancia delante de la divinidad.
 
De acuerdo con las dos definiciones tenemos a dos actores que despachan dichos dones. Mientras una habla de “DIOS”, la otra comenta del “Espíritu Santo”, dos actores con esencia propia y trascendencia en diversos contextos. Cualquiera que sea la visión de tu Creador, estamos ante la vista de una “moción espiritual y sobrenatural” que no actúa sobre vacío, sino que requiere las “vasijas de barro” para movilizar sus deseos y desafiar su propia obra.
 
Esto es, los dones son pensados y fundados desde la eternidad, son visualizados desde la antigüedad para que hagan y transformen lo que se requiere a lo largo del tiempo, para que todo lo que está previsto se haga realidad. Los dones, por tanto tienen origen y continuidad sin límites, son ofrecidos a largo de las eras, para que aquellos que los acepten, se hagan parte del plan divino y se conviertan en herederos del poder sobrenatural que supone hacerse parte de ese regalo y del reto que ello implica.
 
Si lo anterior es correcto, la frase del Romano Pontífice, Francisco, cuando declara que la navidad es un don: “Dios nos ofrece el don de la Navidad”, es una expresión universal que genera "guerra interior", "docilidad", "servicio", "incomodidad" y "abandono" palabras que deben motivarnos a explorar esta cortesía divina, no solamente desde la vista exterior de una celebración comercial, sino provocar una reflexión interior, que acepte nuestra humanidad (con sus virtudes y vicios) y nos ponga en camino para contemplar en un portal, lo que significa Navidad para cada uno de nosotros.
 
 
El Editor


sábado, 14 de diciembre de 2013

El futuro: desafiando el status quo

El académico de la Universidad Autónoma de Barcelona, Joaquín Gairín Sallán, en su artículo “Cambio de cultura y organizaciones que aprenden” comenta: “(…) Más que decidir lo que vamos a hacer en el futuro, parece necesario tomar ahora las medidas que nos pongan en condiciones de poder decidir adecuadamente cuando en el futuro sea necesario. (…)”. Una frase que nos pone en perspectiva sobre lo que debemos hacer para enfrentar lo inesperado del mañana.

Para poder anticiparnos al futuro, es decir, poder construir desde hoy lo que queremos sea nuestra vida mañana, el académico nos ilustra que debemos tomar aquellas medidas fundamentales y establecer las condiciones necesarias y suficientes para que podamos decidir adecuadamente cuando el momento llegue. Esto es, mantener una visión concreta de nuestro mañana, para motivarnos a crearlo y perseguirlo desde hoy para que se haga realidad.
 
Pensar en el mañana, debe ser un ejercicio del presente y de realidades concretas. Entrar en un superávit de futuro, puede llegar a ser contraproducente y dispersar la atención de los interesados. Más bien, se quiere explorar y conocer nuestras habilidades actuales y capacidades reconocidas, para crear el contexto y la fundamentación requeridas, que permitan cambiar y transformar las estructuras conocidas, para crear nuevas cuando sea necesario.
 
El futuro es un juego de expectativas humanas y asimetrías de los mercados, lo que para un analista es un posible escenario, para el otro es algo diferente o totalmente divergente. Estamos atrapados en nuestra propia historia y manera del ver mundo, por lo que el ejercicio de anticipar o pronosticar basado en tendencias documentadas, es una respuesta a nuestro deseo de certidumbre, a nuestra necesidad de certeza y no una apuesta abierta para rasgar el velo de los nuevos retos emergentes.
 
En este sentido, nuestra apuesta no puede estar atada a lo que vemos hoy, a lo que percibimos y creemos actualmente, sino a preparar nuestra mente, nuestro entorno para desarrollar una plataforma que nos permite repensar el presente y cruzar los dominios del futuro, una realidad latente en cada uno de los individuos y que es impulsada por sus sueños y anhelos.
 
No preparar el escenario actual para crear el mañana, es atentar contra el plan celestial que se ejecuta día a día en nuestras vidas. Es retrasar la obra generosa y valiosa que nuestro buen DIOS tiene para cada ser humano, es detener las bendiciones y logros que debemos alcanzar, y los temores que debemos conquistar para cruzar la línea que divide el mundo conocido de aquellos que ven que las cosas pasan y el mundo inexplorado de aquellos hacen que las cosas pasen.
 
Por tanto, que vivamos fielmente nuestra vocación para desafiar el status quo, que nuestros talentos se maximicen en el ejercicio de la misma, para que podamos superar las barreras autoimpuestas por el mundo y por aquellos que se han quedado en la comodidad de sus logros, y así demos testimonio abierto de la renovación de nuestros retos, esos mares profundos, donde existe un encuentro personal permanente de tu humanidad con la divinidad.
 
El Editor.
 
Referencia
GAIRÍN SALLÁN, J. (2000) Cambio de cultura y organizaciones que aprenden. Revista Educar. No. 27. Pp 31-85.  Disponible en: http://educar.uab.cat/article/view/245/222 (Consultado: 14-12-2013)

domingo, 8 de diciembre de 2013

Los próximos 30 años

Revisando el libro de Álvaro González-Alorda, “Los próximos 30 años”, es importante mantener el foco y la energía, en aquello que nos motiva, nos eleva y transforma. El autor citando a Bertrand Russell, afirma: “Cuando un hombre sabe a dónde va, el mundo entero se aparta para darle paso”, una expresión que habla sobre nuestra capacidad de enfocarnos y ensanchar todo lo que tocamos para lograr y materializar nuestros sueños.
 
De acuerdo con el autor, los próximos 30 años serán de transformaciones y retos interesantes para los profesionales y todos aquellos que quieran ser protagonistas de su propio futuro. No habrá espacio para aquellos que se queden en la mitad o para los que se encuentren en su zona cómoda, toda vez que la revolución en la que estamos les exigirá lo mejor de ellos para superar los desafíos que están por venir.
 
La vida como la conocemos estará marcada por un fuerte influjo digital, que nos demandará mayor disciplina y selectividad en un mundo lleno de información y sobre carga de datos. No es posible sobrevivir a una era de redes interconectadas, contenidos digitales masivos y redes sociales intensivas sin una disciplina personal para mantener el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu requerido para superar las vicisitudes del entorno.
 
Los próximos 30 años debemos mantener y cultivar una energía intelectual y vital arrolladora para comprender las variaciones disruptivas que están por venir y tener la capacidad para anticiparse y posicionarse en un sitio privilegiado, que nos permita combinar nuestra hambre de logro con el balance familiar requerido, para encontrarnos con nosotros mismos y los demás.
 
Si revisamos las tendencias actuales y la evolución acelerada de las tecnologías de información y los servicios de información, cada vez más se privilegia la comunicación asincrónica, de mensajes y recados electrónicos, que lesiona las relaciones cara a cara generando distancias entre las personas, aumentando la brecha emocional y de contacto, tan necesaria para reforzar y enriquecer relaciones con vocación transcendente entre los seres humanos.
 
En los próximos 30 años debemos aunar esfuerzos para catalizar compromisos y organizar equipos humanos para hacer realidad visiones de futuro, que inspiren a muchos otros para crear grandeza, logro y transformación más allá de lo que hemos conocido. Somos una generación privilegiada llena de determinación y pasión para hacer que las cosas pasen y no podemos evadir nuestra responsabilidad para lograr llevar la humanidad a su siguiente nivel de evolución.
 
Iniciar nuestro viaje a los próximos 30 años, requiere la firme convicción de que podemos construir un futuro lleno de oportunidades para todos y alcanzar la maestría de nuestros talentos, como fundamento de la audacia, sensatez e inspiración requerida para lanzarnos a explorar la ventana del mañana, donde el presente es la puerta de entrada para sincronizar nuestros sueños con la generosidad del universo presente en todo cuanto vemos, experimentamos y sentimos.
 
El Editor
 
Referencia
GONZÁLEZ-ALORDA, A. (2012) Los próximos 30 años. 9ª Edición. Editorial Alienta

lunes, 2 de diciembre de 2013

El poder interior

El poder de la fuerza interior es una energía que vive y anida en el corazón del hombre. Es un fuego interno que está cual volcán dormido, esperando el momento justo para mostrar su poder. Ese misterio de la conexión interna, nos refleja las bondades y talentos que tenemos para conectarnos con los otros, para lanzarnos a descubrir el mundo, para conquistar nuestros propios temores.
 
Vivir fuera de la zona cómoda, es la esencia de la presencia del fuego interior, de una actitud abierta hacia la vida, donde el aprendizaje y desaprendizaje son la fuente donde reside la motivación para renunciar a los logros inmediatos y aspirar a los premios trascendentes. Encontrarnos con nosotros mismos, es el camino de esperanza que construimos cada día, la ruta que nos permite encontrar el propósito de servicio y logro donde los otros son la parte clave de la estrategia.
 
El poder interior escucha las voces retadoras de tu vocación, hereda las memorias del futuro de tu visión y explora las nuevas fronteras de tu pasión, allí donde lo desconocido e inesperado, son la constante, para revelar aquello que transformará tu entorno, tu práctica y quebrará el statu quo vigente a la fecha. No temas enfrentar tu voz interior, pues allí está el plan maestro que refina tu madurez y tú fe.
 
Revelar tu poder interior, es aceptar a los demás sin prejuicios, es conquistar la inteligencia emocional para alcanzar la sabiduría personal, es liberar nuestras fronteras egoístas para alcanzar gracia y bendición delante de la Creación. Por tanto, cultiva y conecta tu vida interior con la luz de la verdad, esa invitación permanente de tu DIOS (cualquiera que sea tu imagen de él) para encontrarse personalmente en el tribunal de las virtudes en lo profundo de tu alma.
 
La vida interior, cultivada por tantos santos, es la puerta estrecha para conectarnos con el infinito, el secreto a voces de los místicos para domesticar la mente y alinear el espíritu. No dejes de buscar esa conversación interior, esa autopista de reconocimiento propio, de abandono personal, es puente natural tendido entre la eternidad y tu humanidad para que la sonrisa del Universo se desborde en toda clase de dones sobre tu vida.
 
Aprende a conversar contigo mismo, esa gran virtud que hoy no se potencia, ni se motiva, pues muchas veces no es conveniente para muchos, que tú descubras los potenciales y grandes dones que tienes para transformar el mundo. Busca insistentemente ese diálogo contigo, con el elogio de la libertad, de la energía que reside en todo tu ser, para confrontar las diferencias de criterio que el mundo te propone, no para enfrentarlo, sino para superarlo y experimentar el regalo de ser único e irrepetible.
 
El tiempo avanza inexorablemente para los que viven centrados en el mundo, pero es flexible para los que viven en conexión con su espíritu. El ritmo, la cadencia, las pausas, los momentos son escenarios para el advenimiento de una nueva realidad, para escuchar la buena noticia, esa que está resonando desde antiguo, donde la historia no termina y que solo está disponible para aquellos que han dejado el “cómo y el cuándo” en manos del dueño de la vida.
 
El Editor.