sábado, 20 de octubre de 2018

El poder de la palabra


El poder de la palabra, muchas veces subestimado, es una fuerza natural que el hombre ha recibido como regalo de la divinidad. Cada palabra contiene y expresa la fuerza de la naturaleza y de la esencia misma del Creador. Cuando DIOS le dio al hombre el “poder” de nombrar las cosas, le compartió el poder de “crear”, de hacer visible y materializar algo en el mundo. Cada vez que nombramos cosas, hacemos distinciones en el mundo, estamos dando “vida” a algo en el universo.

Las palabras son fuerza y vida, son expresiones del aliento de un DIOS vivo, que se mueve entre nuestras declaraciones, acciones y definiciones. Un don divino e inexplicable que abre o cierra posibilidades, un acto generoso de la acción divina, que le permite al hombre dibujar sobre un lienzo en blanco y restaurar aquello que estaba perdido, encontrar eso que esta oculto y revelar eso que estaba encubierto.

Nunca pienses que tu deseos o declaraciones son palabras en vano, o expresiones caprichosas del corazón del hombre, son la apuesta generosa de DIOS en nuestra vida, para quienes de forma abierta y dócil, son capaces de leer y apropiar las inspiraciones de la divinidad. Un acto de amor que se nutre de la ductilidad del alma humana y la potencia y poder de la acción divina. Una palabra puede cambiarlo todo en un momento donde todo parece oscuridad y limitación.

Cuando hables, piensa en aquello que vas a decir, pues estará activando en el universo la fuerza que transforma el mundo y te reinventa como persona. Una palabra de apertura y generosidad, desata las bendiciones y gracias para aquel que las pronuncia, una expresión de gratitud que sólo se concede a aquellos que han entendido que dar en más poderoso que recibir.

Recuerda que cuando estás en oración, tu palabra es el canal que abre las puertas de la eternidad, que cautivan el corazón del eterno; esa puerta misteriosa que esta oculta para los arrogantes y descuidados,  y permanentemente abierta para los humildes y cuidadosos. Es por esto que la oración tiene el poder de cautivar y canalizar la fuerza de DIOS. Cuanto más íntima y generosa, más fuerte y fascinante sus resultados.

La palabra es la fuente de una experiencia personal que establece un marco de referencia entre lo humano y lo divino. Mientras lo sobrenatural espera todo el tiempo revelarse en el entorno natural, lo natural divaga en sus caminos para conectarse con lo sobrenatural. Lo que nos atrae a lo sobrenatural, no es nuestra vida natural, es la vocación orante que encuentra nuevas razones para salir de la zona cómoda y romper con la rutina de lo conocido y explorado.

Si encuentras en tus palabras y tus deseos, los mejores motivadores para avanzar hasta donde nadie jamás ha ido, sabrás que estarás quebrando las ataduras de tus “excusas”, destruyendo la comodidad de tus saberes y liberándote de tus cegueras cognitiva, tres procesos que caminan en la presencia de un DIOS sobrenatural que logra transformaciones imposibles, desde la generosidad y limitaciones de un ser contingente y posible: el hombre.

El Editor

sábado, 13 de octubre de 2018

Lo que deseas, te busca


Lo que deseas estructura tu tiempo y las actividades a que te dedicas. Lo que deseas no lo ves todavía, pero te preparas para acogerlo …” (Fernández-Matos, 2013, p.147), palabras que definen la manera como le damos sentido a nuestra vida, como movilizamos nuestros intereses, como enfrentamos los momentos de verdad en nuestra existencia.

Nada más motivador que visualizar aquello que deseamos, pues en la medida que lo tenemos presente y nos conectamos con eso que queremos, se abren nuevas posibilidades para que se haga realidad. Bien decía San Agustín, “si piensa que lo que te van a dar es abundante, ensancharás al máximo tu bolsa para que quepa más” (idem). Una declaración mental y vocal que abre y descubre el poder de tu petición y sobremanera el de tu deseo.

Cuando el hombre no vive dividido entre el tener y el poseer, sino que encuentra en su propia debilidad la fuerza para continuar avanzando, todo su haber y saber se ensancha para dar pasos agigantados, que superando el temor de su propia limitación, descubre el potencial de su vida para entrar en el misterio de DIOS, donde todo es posible para el que cree y se abandona en las manos de aquel “que nadie ha visto” pero que se experimenta en cada momento.

En cada paso que se da, se ensancha el deseo y la visión se hace más clara, lo que permite ser más comprensivo y tolerante con aquellos que tienen otros modos de creer, con aquellos que no comparten su sueño. En este ejercicio de generosidad, el hombre entra en un diálogo interior, con ese interrogante que lo persigue en su corazón y que no lo deja descansar, como ese llamado incesante de la divinidad que lo invita a abrirse a aquello que no conoce y lo reta en sus saberes previos.

Escalar el monte de la “dichosa ventura” exige dejar atrás el yo y atreverse a viajar a confines que se adentran en noches oscuras” (Fernández-Matos, 2013, p.150), una aventura que te demanda caminar por senderos desconocidos, para llegar al sitio que aún desconoces. Nada en la vida se construye desde las certezas. Todo es una apuesta de confianza, virtud y oración que permite al hombre dar respuesta a su propia pregunta, olvidando los reconocimientos de otros, para encontrarse con los retos que dan cuenta de su propio potencial.

Cuando el hombre se abandona a la esencia de su propia capacidad y poder, se condena desde su propia arrogancia. Por tanto, es necesario ser parte de una estirpe bienaventurada que experimenta al Creador en todo lo que ve y encuentra en su camino, pues desde allí es capaz de reconocer su propios inciertos, como la “orilla del DIOS”, para entrar en los confines de la realidad y aceptar la invitación de la trascendencia a dar pasos de gigantes, con voluntad inquebrantable y humildad en el corazón.

Por tanto, “el hombre verdaderamente humano se atreve a orar en los “confines del no saber”, y en ellos acaba por conocer que DIOS es su orilla más allá de sí mismo …” (Fernández-Matos, 2013, p.155), una respuesta que abre grietas en las murallas en los límites del hombre, para revelar la luz que vive en su interior como cirio encendido, que aún quejándose de lo que le ocurre en la realidad, es capaz de aventurarse a conseguir aquello que imposible para el hombre y posible para DIOS.

El Editor

Referencia
Fernández-Matos, J. M. (2013) Confines del hombre …¿orilla de DIOS? Cantabria, España: Sal Terrae.