El asombro es la expresión evidente de la
ceguera cognitiva, de las tensiones propias de los sesgos humanos y la promesa
de la renovación de la forma de ver el mundo. Asombrarse es una cualidad de la
mente creativa, de los pensamientos disruptivos y sobremanera, de los espíritus
inconformes.
El asombro es una emoción que conecta con
la vida y el movimiento, con la dinámica de la incertidumbre y las tensiones
conceptuales y prácticas, que saca al hombre fuera de la zona cómoda para
descubrir y andar senderos desconocido. Es una expresión de la duda natural que
surge cuando un individuo se encuentra frente a aquello que no conoce y donde
es necesario avanzar.
Los límites que imponen
los marcos de trabajo vigentes, las formas hegemónicas de ver el mundo se
debilitan, cuando alguien es capaz de verlos distintos y sorprenderse con los
resultados. El asombro es una inquietud
que conecta los diversos universos humanos, para concretar respuestas que aún
están pendientes de darse y revelar aspectos de la realidad que muchos no se
han atrevido a ver y explorar.
Entrar en asombro, es el núcleo de las propuestas
disruptivas que buscan nuevas preguntas para dar cuenta con un escenario ignorado,
donde los referentes conocidos se desvanecen y nuevas propuestas emergen.
Asombrarse es preguntar cosas que nadie pregunta, esperando muchas veces respuestas
que nadie posee, por el momento.
En la medida que los
pensamientos, los retos y las expectativas se movilicen en la mente de los disonantes
y soñadores, habrá oportunidad para construir momentos de asombro,
de preguntas riesgosas, de respuestas inesperadas, que abran nuevos caminos para
descubrir y desarrollar ideas que cambien la manera de hacer las cosas y los
estándares del mundo.
Cuando el hombre es capaz de asombrarse, recupera el sentido natural del niño que nunca renuncia
a entender y comprender lo que ocurre en su entorno, renueva y restaura su instinto
natural para descubrir y conquistar, retoma el dudar como fuente de la diferencia
que se aparta de los cánones sociales e ilustra nuevas fronteras de pensamiento
que, como anota Morin (2001, p.117), navegan en mares de incertidumbre con
algunos archipiélagos de certezas.
El asombro como emoción en sí misma, es un
disparador de aprendizaje y desaprendizaje que confronta los saberes previos de
las personas, busca nuevas fronteras de conocimiento que expliquen situaciones
inesperadas, elabora y sugiere propuestas arriesgadas y, descubre en el error,
la fuente de nuevas oportunidades e inéditas reflexiones que saquen al hombre
fuera de sus certezas.
Cuando un individuo
se asombra ocurre un desprendimiento conceptual
entre lo que sabe y lo que conoce, para lanzarse con ilusión a lo inesperado. Un
ejercicio que lo sagrado permanentemente nos propone, para llevarnos sobre
retos de amor divino, que restauren nuestra capacidad de asombro: descubrir al
otro como verdadero “otro”.
El Editor
Referencias
Zuleta, N. &
Zuleta, C. (2017) La creatividad en 7
verbos. Bogotá, Colombia: Intermedio Editores.
Morin, E. (2001) Los siete saberes necesarios para la educación
del futuro. Barcelona, España: Paidos.
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