domingo, 28 de enero de 2018

Seres valiosos

Se escucha frecuentemente en diferentes escenarios los conceptos de “valor”, “ser valioso”, “promesa de valor”, los cuales ocupan las agendas de muchos ejecutivos y profesionales a nivel internacional. En el mundo de los negocios, todos quieren crear, capturar, entregar o proteger el “valor”, palabra que si tratamos de indagar en la dinámica actual de las empresas tiene muchas interpretaciones, lo que hace que los esfuerzos organizacionales se dispersen y no sea efectiva la concreción de este objetivo en las comunidades de negocio.

Una primera lectura base y tradicional es la lectura económica de cuanto se paga por un artículo, cuando se trata de un bien tangible. Sus características, condiciones, disponibilidad y necesidad establecen la métrica base para que un cliente quiera, pueda y obtenga un bien específico. La satisfacción estará en función de la relación de precio, funcionalidad y ajuste con las expectativas del comprador, sin perjuicio de las condiciones propias del contexto que éste pueda tener que aumenten o disminuyan su valoración.

Otra lectura del valor, está atada a la forma como se identifica “aquello que el cliente necesita resolver”, cómo se conecta con el producto y/o servicio que se diseña y la forma como se recibe el pago por adquirir el mismo. El valor no está centrado en el pago final por el producto, sino en la satisfacción misma del cliente, en el modo como éste es capaz de adueñarse del producto y crear a partir del él, una vista diferente para hacer las cosas. El producto y/o servicio termina siendo el medio y no el fin para concretar la experiencia del cliente.

Una tercera manera de concretar el valor, está en las ideas e información, que al combinarse de formas inéditas, logran desarrollar un proceder completamente distinto para realizar una tarea. Esto implica pensar diferente y vincular la expectativa del cliente, para lograr una experiencia superior con el resultado de la innovación que se concrete. Las reflexiones novedosas que se realicen y los experimentos que se desarrollen, teniendo en mente la perspectiva del posible comprador, son lo que van a marcar la pauta, para alcanzar el reconocimiento del tercero sobre la utilidad o no del mismo.

Cuando un cliente logra superar sus expectativas al adquirir un producto y/o servicio, habla de su experiencia, de aquello que lo hizo sentir y la satisfacción que ha encontrado frente a su realidad particular. Cuando el cliente no supera sus expectativas con el producto y/o servicio habla de las condiciones, características, funcionalidad y precio de éste, dejando claramente en evidencia que no fue posible conectarlo con una emoción superior que tenía el comprador.

Así las cosas, el valor se hace realidad en aquella valoración que una persona hace en la cámara secreta de sus emociones, donde se establece la brecha entre lo que se quiere y lo que el bien o servicio ha logrado sintonizar con su mayor expectativa. Una lectura que se manifiesta de forma tácita en los comportamientos del comprador, la cual incluye a éste último, como el inspirador y el que trae las ideas al campo de juego.

En consecuencia, todos los seres humanos son valiosos por definición, pues hemos sido concebidos y revelados al mundo, desde la cámara secreta de la divinidad, donde cada uno ha sido dotado de dones y habilidades, que buscan desarrollar el potencial de cada individuo. Para ello, el dueño de la vida, inspira y conspira contigo para traer siempre al campo de juego, que es la vida misma, los mejores retos y condiciones que te harán una mejor versión de ti mismo, una promesa de valor, que se concreta cada vez que estás fuera de la zona cómoda.

El Editor.

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