domingo, 22 de septiembre de 2013

El código de tu alma



Decía Stephen Covey en su libro, “El Octavo Hábito. De la efectividad a la grandeza”: “Su voz se halla en la intersección del talento, la pasión, la necesidad y la conciencia. Cuando trabaja en algo que aprovecha su talento y alimenta su pasión, que responde a una gran necesidad del mundo que su conciencia le dicta satisfacer … ahí está su voz, su llamada, el código de su alma.”

Revisando esta frase llena de sabiduría y poder personal, notamos que no basta tener talento para “quebrar el código” que desate todo tu potencial. Se hace necesario sumergirte en la pasión que arde y moviliza espíritus y vidas, en la energía que consume y transforma todo lo que toca, en ese fuego incandescente que mantiene la llama del amor.

La necesidad, la llama otro autor, eso que el mundo espera de ti, descubrir tu lugar en el planeta donde tus habilidades y talento hacen química con el entorno para satisfacer aquello que se hace necesario para potenciar la obra de tu Creador. Esa necesidad, esa sed de conquista personal y trascendente, es la que debemos perseguir y saciar, no para nuestro reconocimiento, sino para que otros tengan la oportunidad de encontrar su propio destino, su propia voz.

La conciencia, esa moción del espíritu y expresión de la divinidad en nosotros, debe estar atenta todo el tiempo para descubrir y alimentar el deseo de transcendencia del ser humano, la necesidad del hombre de rasgar la voluntad de su Creador (cualquiera sea la idea que tengas de él) y sintonizarse con su querer, con su propia esencia, para vibrar en la frecuencia donde el tiempo y espacio son excusas y material intrascendentes, para acelerar la presencia de su Reino en nosotros, más allá de una vista natural, para experimentar una vida sobrenatural.

Estos cuatro elementos talento, pasión, necesidad y conciencia, resumen de manera real y concreta una forma de comprender cómo sintetizar la vista sistémica del ser humano que busca ir más allá de la efectividad, de los logros y las metas. Habla de un individuo que ha entendido que su misión en el mundo está más allá de las fronteras visibles y que es necesario, acelerar nuestra madurez espiritual para expresar y declarar el poder del Creador para transformar la vida y hacerla parte de su esencia sobrenatural.

No hace falta experimentar éxtasis como algunos santos para conocer y sentir la presencia del infinito en nosotros, basta que vaciemos nuestros corazones y vidas de nuestros pensamientos, limitaciones, egoísmos, sensaciones y expresiones, que finalmente están, muchas de ellas, atadas al mundo, para dejar que el gobierno de tu Creador se instaure en ti y pueda nuevamente transmitir al mundo por tus manos y pensamientos, las obra de su poder, la luz de su gloria, que no es otra cosa, que el mundo sobrenatural actuando en nuestro mundo natural.

Abre tu mente y corazón para que tu talento brille en todas tus actuaciones, tu pasión se exalte de gozo en todas tus acciones, encuentres el lugar privilegiado para potenciar tus dones y virtudes y que la conciencia del universo conspire contigo para que compartas la dignidad a la que has sido llamado desde el inicio del mundo: dominio y poder sobre todo lo creado para la gloria de tu DIOS.”

El Editor

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