Decía Stephen Covey en su
libro, “El Octavo Hábito. De la efectividad a la grandeza”: “Su voz se halla en la intersección del
talento, la pasión, la necesidad y la conciencia. Cuando trabaja en algo que
aprovecha su talento y alimenta su pasión, que responde a una gran necesidad
del mundo que su conciencia le dicta satisfacer … ahí está su voz, su llamada,
el código de su alma.”
Revisando esta frase llena de
sabiduría y poder personal, notamos que no basta tener talento para “quebrar el
código” que desate todo tu potencial. Se hace necesario sumergirte en la pasión
que arde y moviliza espíritus y vidas, en la energía que consume y transforma todo
lo que toca, en ese fuego incandescente que mantiene la llama del amor.
La necesidad, la llama otro
autor, eso que el mundo espera de ti, descubrir tu lugar en el planeta donde
tus habilidades y talento hacen química con el entorno para satisfacer aquello
que se hace necesario para potenciar la obra de tu Creador. Esa necesidad, esa
sed de conquista personal y trascendente, es la que debemos perseguir y saciar,
no para nuestro reconocimiento, sino para que otros tengan la oportunidad de
encontrar su propio destino, su propia voz.
La conciencia, esa moción del
espíritu y expresión de la divinidad en nosotros, debe estar atenta todo el
tiempo para descubrir y alimentar el deseo de transcendencia del ser humano, la
necesidad del hombre de rasgar la voluntad de su Creador (cualquiera sea la
idea que tengas de él) y sintonizarse con su querer, con su propia esencia,
para vibrar en la frecuencia donde el tiempo y espacio son excusas y material
intrascendentes, para acelerar la presencia de su Reino en nosotros, más allá
de una vista natural, para experimentar una vida sobrenatural.
Estos cuatro elementos
talento, pasión, necesidad y conciencia, resumen de manera real y concreta una
forma de comprender cómo sintetizar la vista sistémica del ser humano que busca
ir más allá de la efectividad, de los logros y las metas. Habla de un individuo
que ha entendido que su misión en el mundo está más allá de las fronteras
visibles y que es necesario, acelerar nuestra madurez espiritual para expresar
y declarar el poder del Creador para transformar la vida y hacerla parte de su
esencia sobrenatural.
No hace falta experimentar
éxtasis como algunos santos para conocer y sentir la presencia del infinito en
nosotros, basta que vaciemos nuestros corazones y vidas de nuestros pensamientos,
limitaciones, egoísmos, sensaciones y expresiones, que finalmente están, muchas
de ellas, atadas al mundo, para dejar que el gobierno de tu Creador se instaure
en ti y pueda nuevamente transmitir al mundo por tus manos y pensamientos, las
obra de su poder, la luz de su gloria, que no es otra cosa, que el mundo
sobrenatural actuando en nuestro mundo natural.
Abre tu mente y corazón para
que tu talento brille en todas tus actuaciones, tu pasión se exalte de gozo en todas
tus acciones, encuentres el lugar privilegiado para potenciar tus dones y
virtudes y que la conciencia del universo conspire contigo para que compartas
la dignidad a la que has sido llamado desde el inicio del mundo: dominio y
poder sobre todo lo creado para la gloria de tu DIOS.”
El Editor
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