Cada persona tiene derecho a
sentir lo que quiere sentir. Cada ser humano tiene derecho a experimentar y
demostrar lo que siente y quiere, pero igualmente tiene el deber de considerar
al otro, si eso que experimenta y siente puede mancillar la dignidad de su
prójimo.
Muchas veces observamos como
personas se “dejan para sí” sentimientos tóxicos que las envenenan, que las
deterioran, que las consumen y enferman. Dichos comportamientos, no solamente,
terminan minando su propia mente, sino comprometiendo su salud corporal. No es
sano que sentimientos como los anteriores, se queden dentro de la persona, es
necesario encontrar momentos, personas o lugares para que ese “bagazo”
espiritual salga y su espíritu descanse y se renueve.
El mundo está lleno de
trampas espirituales, de sofismas y verdades efímeras, que no buscan que
encuentres tus propios motores y motivaciones internas, sino que fijes tu
mirada lejos de ti, para distraerte de lo que es importante y de aquello que te
hace diferente y dispuesto para ocupar el lugar que tienes en el mundo.
Cuando experimentes
contradicción interior, lucha permanente entre lo que el exterior te pide y lo
que tu corazón anhela, piensa en aquello que te hará una mejor persona, en
aquello que quedará cuando no estés en este plano conocido, cuando dejes de
existir como materia viviente, pues allí encontrarás la respuesta definitiva
para que enfrentes cualquier distracción exterior, cuya gloria siempre será
pasajera y limitada, frente a los bienes superiores para los cuales estas
hecho.
No has venido al mundo a ver
pasar las cosas, has venido a hacer que las cosas pasen y ese compromiso exige
de ti, una declaración abierta y concreta, para superar tus propios miedos y
limitaciones, para luchar por tus ideales y contagiar a todos aquellos que
comparten contigo, el fuego interior que te consume, que te motiva y eleva para
jamás darnos por vencidos en la conquista de nuestros sueños.
Tenemos derecho a sentirnos
bien, a elegir qué sentimos con las palabras de otros, a moldear nuestra mente
y corazón para mantenernos en el camino. No te dejes distraer por las locuras o
expresiones ajenas, que cuando no edifican o motivan positivamente,
sencillamente son basura espiritual que debe ir a las cañerías del olvido.
Cuanto más pienses en lo que quieres alcanzar y medites en tu interior en ese
objetivo, más conexión habrá con el infinito para que todo lo que necesites y
quieras, se haga realidad.
Que hoy empieces a construir
el reflejo del futuro que quieres, las imágenes de los logros que deseas, para
que desde este momento cada conexión espiritual y declaración personal comience
a trascender y sintonizarse con el universo, haciendo de cada actividad y
acción diaria una forma de avanzar y construir las memorias de un libro que se
escribe en este momento y que alcanza una realidad más allá de nuestros
límites.
Nunca dudes de lo que eres
capaz, de los talentos y dones que has recibido, porque tu convicción en
aquello que crees te dará el poder de “transformar el agua en vino”, es decir
trascender el momento presente y hacerlo realidad en una vida sin límites.
El Editor.
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