Revisando un documento de la Facultad de Negocios del IESE, de la Universidad de Navarra, denominado: “Reputación y humildad en la dirección de empresas” y cuyo autor es el doctor Antonio Argandoña, se descubre una realidad evidente en el ejercicio del liderazgo a nivel empresarial: la humildad es un referente necesario y suficiente para “hacer que las cosas pasen” y motivar la trascendencia del ser humano.
De acuerdo con el académico Argandoña, la humildad en un directivo se nutre de una vista intrapersonal y otra interpersonal. Mientras la primera busca en el interior del ejecutivo, el descubrimiento de sí mismo y cómo debe recorrer su camino para alcanzar su potencial, la segunda indaga en cómo se encuentra con el otro para compartir lo que es y lograr de manera conjunta una vista más enriquecida del mundo que les rodea.
Habida cuenta de lo anterior, la humildad se reinventa nuevamente en el ejercicio de los directivos, no como una posición débil o limitada de la persona, sino como una exigencia de compromiso mayor, que demanda de la gerencia, un abandono de las prácticas retrógradas del poder y la arrogancia; para abrirse a la experiencia de mejorarse a sí mismo, dándose todo de sí, confiando en sí mismo y su referente trascendente, para procurar nuevas oportunidades, donde unos y otros, sean soportes para alcanzar metas superiores y retadoras.
Así las cosas, anota el investigador Argandoña, un ejecutivo de empresa que practique la humildad se podrá identificar porque:
- Comete menos errores pues valora adecuadamente sus conocimientos y capacidades, solicitando apoyo cuando es necesario.
- No tiene una actitud arrogante y cuando juzga lo hace con objetividad y sin herir. Es sincero en sus elogios y críticas.
- Reconoce sus limitaciones, como factor determinante que lo impulsa a la búsqueda activa de la excelencia.
- Es abierto a las nuevas propuestas, busca la opinión y las ideas de otros, para encontrar zonas desconocidas donde juntos pueden alcanzar reconocimientos y triunfos.
- Es apreciado y respetado por los demás; su conducta es más estable y segura, lo cual hará que se genere y consolide la confianza y lealtad en su equipo.
Podríamos continuar enumerando elementos que identifiquen un ejecutivo que practique la humildad, pero llegaría a ser una declaración estéril, sino contamos con hecho de que en el ejercicio de esta virtud, que modera a las demás, no siempre se tendrá éxito.
La naturaleza humana es tan inestable y llena de sorpresas que la humildad en el ejercicio de la gerencia, debe aceptar que todos somos susceptibles de actitudes egocéntricas y ventajosas, pero no por ello renunciar a motivar el aprendizaje permanente que nos inspire a lograr cosas extraordinarias, que como dice el autor, no podamos disfrutar y asumir “actuando con humildad, sinceridad y honradez, sin engreimiento ni adulación”.
El Editor.
Referencia
ARGANDOÑA, A. (2013) Reputación y humildad en la dirección de empresas. Working Paper. WP-1071. Junio. Cátedra “la Caixa” de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo. IESE Business School. Universidad de Navarra.
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