domingo, 27 de octubre de 2013

Tu nombre

Revisando el reciente libro de Ismael Cala, “El poder de escuchar”, una de las cosas importantes que resalta es nuestra capacidad de descubrir “quiénes somos”, esa búsqueda permanente de entrar en un viaje personal para superar nuestras propias opacidades y cortar la maleza interior, que no deja brillar el ser que somos y para lo cual hemos venido al mundo.
 
En el desarrollo de uno de sus capítulos, invita a encontrar el significado del nombre de cada persona, una excusa para orientar esa búsqueda personal para ir en profundidad de lo que somos, pues muchas veces allí se esconde parte del secreto de la bondad divina que yace en nuestras vidas. Cuando te nombran, declaran la esencia de la persona en el mundo, te identifican y te adhieres a la forma misma que describe cada letra de tu nombre.
 
Tener un nombre es tener una identidad, es participar de manera activa en la realidad del mundo, es la proclama de una expresión real y evidente que trae a la humanidad, la fuerza y el poder de una visión, de un camino, de una promesa divina, de unos sueños que vibran dentro de cada ser humano. Lo que hay detrás de un nombre, es un decreto divino para movilizar el reino de tu Creador y la declaración de su gobierno sobre nuestras vidas y nuestros deseos.
 
Cualquiera sea tu nombre, cualquiera que sea tu profesión u oficio, tienes en ti la vocación de la vida trascendente, tienes el derecho a elegir de qué color quieres pintar tus paredes interiores: de esperanza, de valor, de amor, de fe, de compromiso, de perseverancia, de mansedumbre, de gracias, de bendiciones, en fin de cualquier tono que te permita iluminar tu casa permanente, como motivo para continuar creyendo que siempre es posible hacer que las cosas pasen.
 
Tu nombre es la marca que has recibido para conquistarte a ti mismo, para hacer méritos propios en el ejercicio de tu vida diaria, para reconstruir esa comunicación abierta y receptiva que todos debemos tener con nosotros mismos. Escuchar tu nombre, verlo escrito es declarar que el universo nos reconoce como parte de sus propias fuerzas, como parte del poder transformador y como eje central de la victoria que cada uno tiene sobre sus deseos propios o tendencias mezquinas.
 
Tu nombre comunica, establece una relación tácita y explícita con la otra persona, tanto que es capaz de movilizar en su interior sentimientos y expresiones que son expuestas bien en las conversaciones, o bien en su lenguaje no verbal. Tu nombre es la puerta de entrada a la común unión con los otros, la forma como desarrollamos el “músculo” de la amistad, del encuentro y del silencio. Tu nombre es la oportunidad para experimentar y tocar la vida del otro, aún no lo conozcas.
 
Recuerda siempre que, al escuchar tu nombre, se abren nuevas posibilidades para responder a los retos del mundo, se renueva el bautizo celestial que nutre y define nuestra capacidad para transformar, confirmando así, lo que decía Galileo Galilei: “(…) las respuestas que buscamos, no están fuera, sino dentro de nosotros mismos”.
 
El Editor
 
Referencia
CALA, I. (2013) El poder de escuchar. Penguin Group.

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