Uno de los grandes
retos que tiene la educación en la actualidad es que los estudiantes alcancen
un aprendizaje profundo, es decir aquel que construye conocimiento en el
interior de cada individuo, que es capaz de crear distinciones nuevas desde su
propia experiencia y que sorprende e incomoda su saber previo y el de otros.
De acuerdo con
Richards (2018) el aprendizaje profundo viene
de explorar, cuestionar y usar las ideas (aprender haciendo – proyectos, laboratorios,
experimentos), de abrir espacios para la imaginación que conecte las
habilidades de las personas, sus motivaciones y sus retos, con el fin de
aprender rápidamente de aquellas cosas que no salieron como se planearon y
reinventase rápidamente para volver a intentar.
Aprender de forma
profunda, significa ensayar y capitalizar
lecciones de cada experimento, aumentar la capacidad de reflexión y crear
puentes inexistentes entre conceptos o dominios de conocimiento antes inexplorados.
Aprender implica necesariamente intentar diferentes caminos, encontrar salidas
inesperadas y callejones sin salida (aparente). En este sentido, aprender de
forma profunda, no implica que no se tengan momentos de incomodidad, al
contrario, son esos instantes los que muestran que se avanza por el camino más interesante
para romper con el statu quo.
En consecuencia, el aprendizaje profundo es un camino de desafíos personales que se
plantea en medio de un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, donde luego
de cada acción realizada, lo que tenemos son datos y experiencia acumulada para
pensar sobre las decisiones que se han tomado para llegar hasta este punto.
Es entender, que tenemos cegueras cognitivas que nos impiden ver un fenómeno y
que debemos encontrar diferentes puntos de vista para reconocerlos, entenderlos
y superarlos.
Cuando se entiende que aprender implica necesariamente
caminar por rutas inciertas y atreverse a experimentar en sitios o lugares inesperados,
claro está con arreglo a una vista de juicio ético y de valores sociales
acordados, es posible superar la “emocionalidad” que implica no cumplir con lo
esperado y transformarla en aprendizajes significativos, que generen nuevas motivaciones
para seguir intentando.
Aprender de manera
profunda significa en palabras de Fox & Pollack (2017) “juzgar tanto el éxito como el error no por
sus resultados, sino por la calidad de las decisiones tomadas”, así como, por
los cambios en las estructuras internas del pensamiento y las reflexiones humanas
que sacan al individuo de la zona cómoda y lo lanzan a crear nuevas conexiones
más allá de su saberes previos.
En este sentido, el aprendizaje profundo implica una honda
conexión con la intimidad del hombre, en la esfera de lo cognitivo y lo trascendente
que busca hacerse nuevas preguntas, para continuar explorando nuevas respuestas.
Un proceso que implica una práctica
espiritual, experimental y mental para reinventarse a sí mismo, desde los
hechos de sus acciones, el reconocimiento del otro y la visualización de su
propio futuro. Es decir, mantenerse en modo aprendizaje, como norma de vida que
entiende “la falla” como una forma de reconocerse necesitado, abierto a las
oportunidades y crear en perspectiva desde la sabiduría del error.
El Editor
Referencias
Richards L. D.
(2018) Changing the Educational System: The Bigger Picture. Constructivist Foundations. 13(3):
331–333. Recuperado de: http://constructivist.info/13/3/331.richards
Fox, O. &
Pollack, J. (2017) The net and the butterfly.
The art and practice of breakthrough thinking. New York, New York. USA:
Penguin Random House LLC.
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