sábado, 21 de julio de 2018

Incertidumbre: espacio de posibilidades

La incertidumbre es una característica propia del entorno, y una realidad concreta en cada una de las personas. Quieran o no, la incertidumbre siempre estará rondando sus actividades y sus retos, como esa presencia vigilante y detonante de tus mejores capacidades, cuando se trata de liberar tus propios miedos y asumir el reto de dar un paso, en medio de lo que aparentemente no conocemos.

Se quiera o no, los seres humanos viven en un rango de probabilidades, pero mejor, aún en un espacio de posibilidades. La incertidumbre por defecto produce angustia, desesperación e incomodidad, pues el ser humano está acostumbrado a la certidumbre y la concreción de escenarios que sabe que puede manejar y conoce de antemano. Sin embargo, es en el incierto, donde es posible liberar la ansiedad; cuando el hombre es capaz de aceptar sus limitaciones y reconocer sus virtudes, podrá llenarse de razones para saber de qué está hecho y retarse para superar sus propias marcas.

La incertidumbre siempre ha sido la responsable de muchas decisiones calificadas por “algunos” como inapropiadas, audaces por “muchos” y visionarias por “otros”. Dichos criterios de calificación responden a marcos conceptuales desde donde cada persona mira el mundo, y por lo tanto, son relativos a cada realidad humana. Es decir, el criterio dependerá del reto que cada ser humano está dispuesto a asumir como la cuota de aprendizaje y renovación que le exige la vida para ganarse el derecho a alcanzar el siguiente nivel.

La incertidumbre crea un escenario compartido entre la realidad y la imaginación. Mientras las cegueras cognitivas privan al hombre para ver ángulos distintos de su entorno, la imaginación habilita espacios de reflexión inéditos para su análisis. En este sentido, se hace necesario explorar desde la imaginación, con sentido positivo, posibilidades que no se han contemplado antes, contrastando dichas condiciones, frente a las capacidades disponibles en el momento y frente a aquellas que se requieren desarrollar.

La incertidumbre no es un juego de azar que aparece y desaparece sin razón aparente, es una tendencia propia del entorno que se manifiesta, en palabras de Charán (2015), como rarezas, inconsistencias y contradicciones, las cuales deben ser identificadas y leídas, como insumo para avanzar y proponer alternativas que hagan del “incierto”, una oportunidad para crear incentivos y motivaciones, que quiebren el status quo y revelen aquello que no era posible ver previamente.

Cuando la incertidumbre trata de dominar los pensamientos del hombre, deberá saber que se enfrentará a las acciones con propósito, a la vocación y el sentido trascendente del ser humano, que estará dispuesto a encontrarla y desafiarla en su propio terreno. Nada más cierto que, un hombre decidido, empoderado, abandonado en la divinidad y con propósito superior, es capaz de sobrepasar sus propios miedos y superar el umbral de la desesperanza que le plantea la incertidumbre.  

Así las cosas, cuando la incertidumbre se revele en la vida, no la combata con su propias armas, muéstrele que es capaz de construir escenarios tan retadores como los que ella propone, para superar los imaginarios del “error” y construir la ruta impensada, que destruye el miedo, aumenta la confianza y renueva la fe: el reto de ser sal del mundo y luz para las naciones.

El Editor

Referencias:
Charan, R. (2015) The attacker’s advantage. Turning uncertainty into breakthrough opportunities. New York, USA: Perseus Books Groups.


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