Escuchar, un verbo que
muchas veces nos negamos a conjugar en la vida diaria, parece ser que cada vez
más se convierte en una actividad necesaria para sobrevivir y avanzar en un
mundo donde el ruido y el afán se consolidan como normales para los seres
humanos. Revisar el concepto de escuchar, nos remite a una reflexión sobre la
esencia de lo que significa la palabra: ¿es una habilidad? ¿es una capacidad? o
¿una competencia?
Cualquiera que sea
la respuesta, se darán elementos que concretan el escuchar en cada una de las
preguntas planteadas. Cuando definimos la habilidad,
hablamos sobre el desarrollo y aplicación
de una metodología o técnica, que con la práctica diaria se logra llegar a un
nivel de maestría que puede ser evidenciado en un hacer concreto.
Para poder escuchar
es necesario desarrollar la habilidad de encontrarse con el otro, de asumir una
postura amable y cercana, de tal forma que, el interlocutor encuentre el
espacio propicio para entrar en comunicación con la otra persona. Escuchar, no
es sólo sentarse y percibir las palabras de la otra persona, sino de destreza
personal, corporal y emocional para leer y descubrir las experiencias, retos y
necesidades del otro, como una oportunidad para crecer y aprender sobre sí mismo,
desde la generosidad de su próximo que se abre a vivir la presencia de la otra
persona.
Cuando hablamos de
una capacidad, se habla de condiciones personales para aprender y
cultivar distintos campos del conocimiento; de esa disposición humana para
enfrentar los inciertos y los retos intelectuales, que da cuenta de la flexibilidad
y facilidad con que un ser humano se reinventa a sí mismo frente a los escenarios
de la vida. En este sentido, escuchar es una capacidad, es un movimiento y
moción interior, una disposición interna del hombre, que con su mirada y silencio
interior, es capaz de desnudar la “conversación paralela” que las palabras
ilustran, mientras el cuerpo danza sobre la esencia de la emoción interior no
revelada.
Si lo anterior, no
fuese suficiente, entender el escuchar como una competencia, es entrar en los espinosos terrenos educativos, donde las
posturas sobre el tema, son diversas, con grandes tensiones y aireados debates.
Teniendo esto claro, la definición que se usará en esta reflexión se aleja de
aquellos que la entienden asociada con el desempeño de una persona al realizar
una actividad, y la reivindica como un
saber situado, que refleja una interacción compleja entre los conocimientos
previos, aquellos que se aprenden y los que se aprenderán.
Si escuchar es una
competencia, implica el reconocimiento de dos personas que buscan encontrar
lugares comunes para descubrirse a sí mismos, enriquecerse en la manera como
conocen su entorno y establecer nuevos linderos de aprendizaje donde cada una incorpora
nuevas experiencias y saberes, basado en un acuerdo de colaboración, que es
explícito o implícito en la relación que se plantea entre dos sujetos. En pocas
palabras, escuchar es un acto de aprendizaje
donde se abre cuerpo, mente y emoción para construir distinciones y estructuras
mentales antes inexistentes.
Así las cosas, escuchar es una habilidad, que debemos perfeccionar
como técnica y método que nos permita una mayor facilidad de conexión con el
otro. Es una capacidad, que debemos
potenciar para tener mayor plasticidad y decisión frente a los aspectos
inestables e inciertos de la vida y así, prepararnos para acompañar a otros, y
finalmente una competencia humana,
que yace en nuestro saber ser, saber
hacer, saber convivir y saber aprender como un reto permanente que nos exige
reconocer al otro en un contexto particular, para así, descubrir más, saber
más, entender mejor y convivir más.
El Editor
Referencias
consultadas:
(Sin autor) Competencias,
Aprendizaje Significativo y Aprendizaje Situado. Recuperado de: http://lettbaso132.blogspot.com/2008/09/competencias-aprendizaje-y-aprendizaje.html
Mulder, M., Weigel, T. & Collins, K. (2007) The
concept of competence in the development of vocational education and training
in selected EU member status: a critical analysis, Journal of Vocational Education & Training, 59 (1), 67-88
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