domingo, 21 de diciembre de 2014

El regalo desconocido

Estas fechas del año invitan a la reflexión y a revisar lo que hemos hecho o dejado de hacer. Si bien este ejercicio es beneficioso para efectos de documentar las lecciones aprendidas, no deja de ser una vista post mortem, una vista de lo que pasó, un registro del pasado. Estos días no deben concentrarse en el pasado, sino en el futuro. La natividad, es anuncio, es llamado, es anhelo de futuro, vocación trascendente, en pocas palabras, noticia anticipada de un acontecimiento que no se ve con los ojos del cuerpo, sino desde la esencia del alma.

El anuncio de un “redentor”, en cualquiera que sea tu lectura de lo trascendente, es la esperanza, el futuro que llega para decirnos que hemos sido seleccionados desde la eternidad para ser coherederos de la gracia y custodios de la pureza, esa que rodea todo lo que en la proclama se nos dice. Una luz en el horizonte marca el punto y la hora, para aquellos que quieran atender la invitación, para los que se lanzan valientemente al encuentro con su propia vida y sus propias miserias.

Navidad, es nacer, destruir y revelarnos contra el orden sugerente del mundo comercializado, lleno de espejismos tecnológicos, comodidades lujosas, deslumbrantes elogios y premios, para salir al encuentro con nuestras propias limitaciones y así, abandonar la zona cómoda e interrogarnos sobre qué estamos dispuestos a sacrificar para aceptar el reto de alcanzar el siguiente nivel de evolución, el próximo escalón de la vida espiritual, la exigencia de parecernos al maestro y no mirar hacia atrás, para ser dignos de la vida superior.

En navidad, muchos entregamos regalos, presentes y generosos abrazos como muestra de nuestro afecto y cariño para los conocidos y algunos desconocidos. Sin embargo, el regalo más importante que se debe ofrecer, no está en una dimensión conocida, no corresponde a intereses humanos ni a prebendas concertadas. Ese regalo nos demanda una apertura de los ojos del alma, de la sensibilidad del espíritu y de nuestra postura atenta a los signos de sagrados.

Podemos pasarnos tratando de encontrar el mejor presente para entregar esta navidad, pero no será suficiente, pues todo aquello será una ofrenda desconocida y misteriosa, un regalo difuso a los ojos de tu “maestro”, quien te reclama que dejes de leer tu vida en clave de los símbolos humanos, para que te abras a la gracia que se encuentra viva en tu interior, en las entrañas de tu propia conciencia, para que veas el significado de lo que significa dejar de “huir de la oscuridad de tus miedos e inseguridades” y hallar “el amanecer de aquellos que viven ligeros de equipaje”.

Así las cosas, que esta navidad no te encuentre buscando en medio del mundo la oportunidad para regalar algo a alguien, sino que sea la oportunidad para descubrirte y regalarte eso que tanto necesitas, la respuesta a tus inquietudes y la fuente de la alegría permanente que tanto reclama tu vida; una victoria anticipada y definitiva sobre nuestros propios temores, que transfigura nuestro corazón, crucifica nuestras oscuridades, transforma nuestra voluntad y eleva nuestro espíritu: Darnos a nosotros mismos.


El Editor

1 comentario:

  1. SI TODOS VIVIERAMOS COMO CRISTO NOS ENSEÑO, NO HABRIA POBRESA EN EL MUNDO NI NECESIDADES DE PAN, TODOS PROCURARIAMOS SER HERMANOS Y COMPARTIR LO MUCHO O POCO QUE TENEMOS, PERO LA VIDA ES DURA Y CRUEL Y LOS POCOS QUE TIENEN MUCHO QUIEREN LO QUE LOS MUCHOS QUE NO TIENEN NADA PUEDEN DAR.... AMOR A LA VIDA Y NO A LAS POSESIONES.... ALGUN DIA CAMBIARAN LAS COSAS, CON FE EN EL SER SUPREMO TODO SERA POSIBLE

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