sábado, 20 de septiembre de 2014

Armonía de los contrarios

El siglo XXI nos exige desarrollar una capacidad para aprender y desaprender rápidamente, como quiera que la obsolescencia del conocimiento, es una realidad que cada vez más se hace evidente, no solamente en el contexto educativo, sino en el empresarial. En este sentido, los profesionales de esta época de cambios vertiginosos y asimétricos, deben renovar su “caja de herramientas” para hacerla portable, dinámica y atractiva, con el fin  de atender los retos actuales y futuros que les demanda estar en una realidad impredecible.
 
En consecuencia, estos profesionales deben considerar la formación de competencias que le permitan, no solamente sobrevivir a la avalancha de cambios, sino desarrollar aquellas que les anticipe una posición estratégica y táctica en el mediano plazo en su área de conocimiento o mejor aún, tengan la virtud de ver la realidad a través de diferentes lentes disciplinares, para crear una vista holística del entorno.
 
Así las cosas, en lectura de Jorge Yarce, podríamos decir que, se demanda un cambio de enfoque y de mentalidad, donde todos aprendemos de todos y cada aprendizaje nos permite abrir una nueva puerta para ver lo que estaba oculto a nuestra vista. Para Yarce, la competencia de aprender a aprender supone tres elementos fundamentales: aprender a conocer, aprender a crear y aprender a comunicar.
 
Aprender a conocer, establece el doctor Yarce, “implica la reflexión constante y la repercusión de ella fuera del sujeto …”. Seguidamente anota: “aprender a conocer es una condición necesaria que le permite mantenerse actualizado para lograr un nivel estable de productividad …”. Conocer es una invitación permanente a descubrir su propio entorno, ver relaciones diferentes o crear nuevas, con el fin de enriquecer allí donde la persona actúa, para discernir nuevas aproximaciones de la realidad antes inexploradas.
 
Aprender a crear, comenta el académico en mención, “es fomentar la capacidad de observación y atención para hacerse preguntas e intentar responderlas, primero por sí mismo, y luego ayudado por otros. …”. En palabras de Ackoff, retirar nuestras restricciones autoimpuestas y explorar el resultado de haberlas eliminado. En pocas palabras, es una invitación a cuestionar el statu quo, aquello que se establece como referente o dogma, con que el fin de hacer una lectura fresca y novedosa, que corra el velo de nuevas revelaciones y liberen la energía potencial de la inteligencia atrapada en los límites conocidos.
 
Aprender a comunicar, en este punto Yarce detalla: “comunicar es el arte de transmitir información, pensamientos, ideas, sentimientos, creencias, opiniones o datos, de una persona a otra, a un grupo, o entre dos o más grupos. …”. Es claro que la transmisión de información no es suficiente, para lograr comunicación. Se requiere crear una “conexión”, una red de significados compartidos, que vinculan diferentes realidades, generando confianza, seguridad y participación entre los interesados. Una experiencia de intereses compartidos que suman en la diferencia y crean identidad cada vez que se reconocen unos a otros.
 
Así las cosas, en un mundo complejo, (Como anota Morin, mencionado por Tobón (2013), pág. 30: complexus – lo que está tejido en conjunto), se requiere penetrar el tejido inexplorado del entorno y desarrollar la habilidad para reconocer las interconexiones emergentes de la realidad, para que renovemos cada vez los lentes del observador y así poder conocer, crear y comunicar con una nueva racionalidad humana donde prime la armonía de los contrarios: la certeza y la incertidumbre.
 
El Editor.
 
Referencias
YARCE, J. (2014) Liderazgo trascendente. Editorial Panamericana.
TOBÓN, S. (2013) Formación integral y competencias. Pensamiento complejo, currículo, didáctica y evaluación. Editorial ECOE.

1 comentario:

  1. En muchos contrarios no veo armonía por ninguna parte LMPousa

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