Se escucha con frecuencia que personas no logran aquello que
se han propuesto, el lamento por la frustración de no haber logrado lo que han
querido. ¿Qué será lo que determina que una persona llegue y otra no, a
conseguir sus objetivos? Mucho se ha escrito al respecto, quedando en el
ambiente un halo de práctica inconclusa que no aclara, sino que mantiene la
expectativa para aquellos que no se atreven a conquistar sus sueños.
¿Te has preguntado que estarías dispuesto a hacer si supieras
de antemano que no vas a fallar? Creo que la respuesta es clara: “todo lo que
he querido”, pues bien, esa es la base para movilizar los esfuerzos para alcanzar
el objetivo, que si bien no está asegurado, si existe un plan y el compromiso
firme que alimenta la fuerza de un deseo focalizado y superior que destierra
las dudas y hace realidad el camino.
En primer lugar está la planeación. Bien decía un asesor de
tesis a su asesorado: “recuerda, la planeación es el mejor sustituto de la
buena suerte”. Planear es la estrategia para darle forma al logro, es la
partitura que debemos tocar para sintonizar nuestras energías, con los retos
que demanda el producto de lo que soñamos. En la planeación se encuentran los
significados de nuestra declaración y deseo, no como simples expresiones de lo
que se quieren alcanzar, sino como hechos concretos que hemos alcanzado.
Luego vienen los objetivos, esas expresiones que delimitan y
orientan las acciones de la planeación. Los cauces que focalizan la energía que
debemos invertir para movilizar y alinear las fuerzas del universo, con el fin
de que seamos parte de la energía que construye y evoluciona la humanidad. No
podemos ser inferiores al reto que se nos impone, por tanto los objetivos deben
elevar nuestra capacidad para transformar y cruzar el umbral de lo conocido.
Finalmente las prioridades, ese juicio de valor para
establecer aquellas acciones que más valor y relevancia tienen para alcanzar
nuestros objetivos. Establecer prioridades es una virtud que implica pensar en el final de aquello que
se quiere lograr, valorar el contexto de ejecución, reconocer nuestras ventajas
y limitaciones, para capitalizar las oportunidades que se presenten en la
ejecución de nuestro plan.
Tener un plan, unos objetivos y unas prioridades son
elementos claves para concretar una aspiración; una manera de visualizar y
aterrizar un deseo, y así, delinear una ruta que nos permita desacomodarnos y pensar
nuevamente en aquellas cosas que nos elevan y comprometen para ser mejores
seres humanos.
Sabrás que en este ejercicio y en el proceso de ejecución
habrá momentos de desesperanza, aguas turbias y peligrosas, contradictores,
circunstancias contrarias que querrán dar por terminado tu reto, las cuales
sólo son fuerzas delineadoras de tu esfuerzo, pruebas de tu compromiso con tu
sueño, que deben animarte para renovar tus votos de fidelidad con la causa y la
confianza en tus capacidades para sobreponerte a tus propios temores.
Nunca pienses que eres una obra acabada, pues nuevas cimas
estarán dispuestas para que las conquistes y sólo aquel que se ha comprometido
con una vida plena, sabe que no es posible dejar este mundo sin la impronta que
nos corresponde imprimir.
El Editor.
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