Dice Javier Martínez Aldanondo, en su publicación mensual de
catenaria: “(…) Innovar, (…), exige estar dispuesto a cuestionar y poner en
solfa todas esas certezas aprendidas, sobre todo las que nos hicieron exitosos.
(…)”, una frase que nos invita a revisar aquellos esquemas que nos han
permitido llegar hasta donde estamos hoy. Modelos y prácticas que si bien, nos
han forjado disciplinas y actividades que movilizan resultados, no nos
garantizan que sean aquellas que nos lleven al siguiente nivel de madurez o
evolución en la vida.
Muchas veces lo que humanamente llamamos éxito, es un ancla
que no nos permite movilizarnos y nos cautiva con la inercia de los
reconocimientos y felicitaciones. El éxito, como meta volante o gloria
pasajera, no es otra cosa que un referente humano para alimentar nuestro ego y nuestras
pasiones. El éxito leído en clave trascendente, es la invitación permanente a
dar lo mejor de sí, usando como plataforma los bienes terrenos y teniendo como
objetivo los bienes divinos.
Liberarnos de nuestras certezas, es soltar las amarras de lo
que conocemos y lanzarnos a descubrir nuevos lentes para leer la realidad. La
innovación como fuente de renovación, es la ruta que siguen aquellos que están
dispuestos a cuestionar, a mejorar algo de manera sistemática que luzca como
nuevo. Innovar es superar nuestro afán de protagonismo mediático y recrearnos
en la incertidumbre que nos permite pensar derecho con letras torcidas.
Evolucionar al siguiente nivel en la vida, es dejar el
pasado atrás, repensar el momento presente y escribir las memorias del futuro.
La evolución exige una transformación que potencie las lecciones aprendidas,
construya y asegure la gestión de conocimiento y promueva una visión positiva y
motivadora del mañana. Evolucionar es el compromiso humano de “no ser el mismo”
cada día; es la capacidad de mudar la piel de lo cotidiano y revelar la sabiduría
de lo desconocido.
Entender que lo que hasta el momento hemos
hecho, era la preparación necesaria para lograr un estado de evolución y la premisa
para el siguiente, es reconocer nuestra necesidad de logro, de retos y
cumplimiento de promesas. Es advertir que nuestra caja de herramientas se agota
y que es preciso navegar en aguas profundas, no para ser estremecidos por las
fuerzas de la naturaleza y sus misterios, sino para encontrar nuevas preguntas
donde no necesariamente hay una sola respuesta.
El Editor
No hay comentarios:
Publicar un comentario