Recientemente he escuchado una
expresión que llama la atención en el contexto de las organizaciones modernas:
“conversaciones estratégicas”. Mirando con detalle encontramos que las
“conversaciones estratégicas” implican conectar diferentes disciplinas de
manera interdependiente, de tal forma que le permita al estratega asegurar una
vista holística tanto del entorno como de su realidad organizacional interna.
Si bien el autor del concepto
anterior, el académico Hoverstadt, anota que este tipo de conversaciones exige
un desafío para comprender la incertidumbre, en el ejercicio de tratar de
pronosticar y advertir el futuro de la empresa, es claro que requiere encontrar
un balance entre la tensión natural de operar con eficiencia y movilizar sus
estrategias para encontrar puntos de quiebre en su entorno de negocio.
Habida cuenta de lo anterior,
tener “conversaciones estratégicas” en nuestra vida cotidiana, es una
oportunidad de encontrarnos con el universo de conocimiento y experiencia que
tienen las personas, un encuentro con los retos y reflexiones de cada
individuo, para reconstruir nuestra vista del mundo y así ver aquello que aún
no hemos podido descubrir.
Conversar de manera estratégica
supone un entendimiento de quienes somos, qué queremos y cuáles son nuestras
prioridades. Es descifrar nuestro código interno de pasiones y decisiones, no
para “vivir la vida que tenemos”, sino para “transformar el mundo que tenemos”.
Las conversaciones estratégicas están basadas en nuestro deseo de encontrarnos
con el otro y hacer de ese encuentro una forma de crear el futuro.
Las conversaciones estratégicas
nos permiten encontrar el sentido trascendente de nuestra existencia, una forma
para explorar en el entorno de nuestras aspiraciones y plegarias, los mensajes
y señales que el Creador mismo ha puesto para potenciar nuestras capacidades,
para sintonizarnos con su amor y sobre manera para experimentar su presencia.
Las conversaciones estratégicas
son una experiencia permanente de renovación de nuestro espíritu de aventura,
de nuestra capacidad de soñar, para encontrar nuevas formas de ver el mundo,
nuevas formas de lanzarme a conquistar la Creación, que nos invite cada vez más
a encontrarnos con la esencia de lo que somos y la herencia que hemos recibido:
ser imagen y semejanza con DIOS.
Referencia
HOVERSTADT, P. (2008) The fractal organization. Creating sustainable organizations with the viable system model. John Wiley & Sons.
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