Cuando observamos un
objeto y conceptuamos sobre éste, estamos hablando de nosotros mismos, de
nuestros propios marcos y entendimientos del mundo que cada uno fabrica en la
cámara secreta de los supuestos particulares. Esa lectura particular del
objeto, es una de las múltiples que pueden haber para tratar de darle forma al “conocer”
de una realidad específica. Por tanto, es posible advertir que habrá una mejor
reconstrucción de la condición del objeto, cuando otros pueden ver elementos
distintos que desde nuestra perspectiva no podemos apreciar.
En este sentido, en
palabras de Soler y Canangla (2014), “desde el aire podemos ver las cosas con
más perspectiva. El mapa del territorio es más claro y con lo cual es posible visualizar
caminos que desde el suelo pensábamos que no existían”. Ver las cosas desde
diferentes perspectivas nos permite tener una visión enriquecida de lo
conocemos y hacemos. Podemos dejarnos sorprender por la novedad de una postura
o sencillamente tratar de acomodar aquello que se dice en nuestros propios
modelos, situación que de antemano sugiere un quedarnos atrapados en el status
quo que nos negamos a dejar.
Permitirnos ver las
cosas desde otros puntos de vista demanda soltar las amarras de nuestro barco
mental y espiritual, para navegar en aguas profundas, inciertas y misteriosas,
que se abren ante nuestros propios marcos de comprensión, para interrogar
nuestros saberes previos y motivar una madurez intelectual que aprecie y valore
cada cosa desde la tranquilidad de ser uno mismo, sin quedar atrapados por los
temas y cosas en sí mismas.
Encontrar y motivar puntos
de vista distintos a los nuestros no es un ejercicio fácil de concretar, pues
es natural que cada persona defienda su propio punto de vista e intereses
particulares, cada vez que existe la oportunidad de real de concretar una
distinción que implique suma de voluntades y no lucha de egos. Los
protagonismos, luces y reconocimientos, salen al paso para indicar que hay
terrenos comprometidos por nuestro propio ego que se niegan a ver una
oportunidad, donde este solo ve amenazas.
El reto de conocer y
descubrir posturas distintas a la individual demanda dejar de controlar y
juzgar, y más bien encontrar donde podemos fluir y dejarnos llevar por una
lectura fresca y nueva que enriquece nuestro propio conocimiento y nutre una
lectura de construcción conjunta donde no existe un ganador específico. Una exigencia
que demanda que se encuentren en las diferencias, opciones novedosas que
motivan acciones que hacen de la vida una paleta multicolor donde podemos todo
el tiempo “conectar y desconectar los puntos”.
Tener, reconocer y
motivar perspectivas distintas de situaciones particulares, plantea la
construcción de caminos inusuales, los cuales generalmente “están llenos de
aventuras, exploración de nuevos territorios, luchas contra enemigos o dragones
ocultos, enfrentar retos, superar pruebas, solucionar acertijos, demostrar
valor y entereza, y sobre manera perseverancia” (Soler y Canagla, 2014 ,p.93);
un ejercicio que insiste en comprender que las barreras existentes no son las
externas, sino las internas. Una declaración que nos prepara mental, emocional
y espiritualmente para mantenernos aprendiendo y nunca retroceder frente a la
sensación del fracaso.
El Editor
Referencia
Soler, J. y
Conangla, M. (2014) Las veinte perlas de
la sabiduría. Hacernos sabios antes de envejecer. Barcelona, España: Lectio
Ediciones
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