Bien afirma Covey
(2016) cuando establece la distinción entre resolución de situaciones
problemáticas y creatividad: “cuando nos
centramos en la resolución de un problema, intentamos eliminar algo. Cuando
estamos en modo creativo, intentamos crear algo”.
Si permanecemos todo
el tiempo en modalidad “resolución de
problema”, la ansiedad y la angustia aparecen, las reflexiones analíticas
se vuelven tan naturales, que nos concentran en un punto específico que nos
hace perder del norte y los objetivos claves por los cuales asumimos la tarea
que nos han encomendado (Covey, 2016). Por lo general este esfuerzo, que nos consume mucha de
nuestra energía, termina siendo estéril como quiera que la situación
problemática no siempre es solucionada.
Cuando nos movemos
al “modo creativo”, buscamos en la situación
problemática una oportunidad para construir algo que no existe, un pensamiento
lógico y algunas veces inusual que nos permita abandonar los patrones de pensamiento
habituales, con el fin de crear en nuestra mente a solución y la energía
necesaria para concretarla. Lo anterior, supone, encontrar en nuestra misión
personal aquellos puntos de inflexión que nos permiten superar los
conocimientos previos y motivarnos a navegar sobre el incierto de aquello que
no ha sido probado.
En la formación
académica tradicional el pensamiento analítico ha mantenido su dominio sobre
las formas alternas de pensar y proponer. En
la medida que nuestro pensamiento tenga la
habilidad de conciliar la incertidumbre, como una opción para desconectar
la realidad, incluir los aspectos novedosos disponibles y luego, concretar una
distinción enriquecida que reinterprete la situación problemática, podemos advertir que hemos efectuado un
movimiento lateral que para muchos puede ser inesperado.
Cuando estamos
prisioneros de las presiones conceptuales y los marcos de trabajo conocidos y
probados, las ideas diferentes suelen ser doblegadas por las pruebas y
resultados de acciones previamente validadas y analizadas. Por tanto, “sin
apoyos, sin ayuda y sin sinergias, nuestras ideas “no estándares”, acaban
siendo una apuesta que se queda sin fondos, sin soporte para lograr transformar
y hacer las cosas de formas no conocidas” (Adaptado de: Covey, 2016, p.106).
En este sentido, es importante construir alrededor de
nuestras propias reflexiones, un equipo que compense nuestras limitaciones
y poder así, motivar transformaciones donde las ideas distintas tengan un espacio
de acción, dejando poco margen para que las debilidades sean las protagonistas
de las conversaciones. En consecuencia, se hace necesario cambiar el mapa de nuestras propuestas de tal forma que, podamos
concretar un escenario de apertura, sobre un territorio incierto, donde las ideas novedosas tengan un espacio
fértil donde crecer, así sea al margen del camino de los escépticos.
No podemos dejar que
las cosas importantes, ocupen el espacio de las menos importantes; que la
tiranía de la urgencia, como afirma Covey (2016), doblegue las ideas creativas
que podemos desarrollar y concretar. En este sentido, es necesario pasar de la
dependencia de una idea, a la interdependencia de un concepto, es decir, llegar
allí donde las fortalezas de otros son parte una nueva historia: un sueño que se hace uno con la pasión de todos.
EL Editor
Referencia
Covey, S. (2016) Las 12 palancas del éxito. Hacia la grandeza primordial. Bogotá,
Colombia: Editorial Planeta.
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