domingo, 30 de septiembre de 2012

Nueva evolución


Dice Javier Martínez Aldanondo, en su publicación mensual de catenaria: “(…) Innovar, (…), exige estar dispuesto a cuestionar y poner en solfa todas esas certezas aprendidas, sobre todo las que nos hicieron exitosos. (…)”, una frase que nos invita a revisar aquellos esquemas que nos han permitido llegar hasta donde estamos hoy. Modelos y prácticas que si bien, nos han forjado disciplinas y actividades que movilizan resultados, no nos garantizan que sean aquellas que nos lleven al siguiente nivel de madurez o evolución en la vida.

Muchas veces lo que humanamente llamamos éxito, es un ancla que no nos permite movilizarnos y nos cautiva con la inercia de los reconocimientos y felicitaciones. El éxito, como meta volante o gloria pasajera, no es otra cosa que un referente humano para alimentar nuestro ego y nuestras pasiones. El éxito leído en clave trascendente, es la invitación permanente a dar lo mejor de sí, usando como plataforma los bienes terrenos y teniendo como objetivo los bienes divinos.

Liberarnos de nuestras certezas, es soltar las amarras de lo que conocemos y lanzarnos a descubrir nuevos lentes para leer la realidad. La innovación como fuente de renovación, es la ruta que siguen aquellos que están dispuestos a cuestionar, a mejorar algo de manera sistemática que luzca como nuevo. Innovar es superar nuestro afán de protagonismo mediático y recrearnos en la incertidumbre que nos permite pensar derecho con letras torcidas.

Evolucionar al siguiente nivel en la vida, es dejar el pasado atrás, repensar el momento presente y escribir las memorias del futuro. La evolución exige una transformación que potencie las lecciones aprendidas, construya y asegure la gestión de conocimiento y promueva una visión positiva y motivadora del mañana. Evolucionar es el compromiso humano de “no ser el mismo” cada día; es la capacidad de mudar la piel de lo cotidiano y revelar la sabiduría de lo desconocido.

Entender que lo que hasta el momento hemos hecho, era la preparación necesaria para lograr un estado de evolución y la premisa para el siguiente, es reconocer nuestra necesidad de logro, de retos y cumplimiento de promesas. Es advertir que nuestra caja de herramientas se agota y que es preciso navegar en aguas profundas, no para ser estremecidos por las fuerzas de la naturaleza y sus misterios, sino para encontrar nuevas preguntas donde no necesariamente hay una sola respuesta.
 
El Editor

lunes, 24 de septiembre de 2012

Dilemas de control

Existe hoy una contradicción interna en los equipos de trabajo: la necesidad de un jefe que ordene y dirija, versus la necesidad de un líder, que acompañe y oriente. De igual forma en las parejas, se esgrime algo semejante, donde en algún momento se encuentra el jefe y el líder, compitiendo por su espacio, tratando de abarcar y conquistar, sin considerar la esencia de la pareja, que es compartir.

Es natural y necesario que los miembros de un equipo reconozcan en el otro la forma como se alcanzan mayores logros, pues al unirse dos o más con sus talentos y virtudes, las limitaciones se minimizan y las emociones se canalizan. Cuando se plantean juegos de inteligencia, aquellos donde la suspicacia es la fuente de las tensiones, donde la desinformación es la protagonista de los discursos, se desarrollan una serie de rutinas defensivas que no permiten un diálogo abierto y fluido, sino un campo de incertidumbres y temores que sólo esperan el momento adecuado (el peor para uno de los participantes) para que se hagan evidentes.

En los equipos de trabajo, las luchas por control, son situaciones naturales que se generan toda vez que cada uno quiere que su visión del mundo prime sobre el otro. En este juego, que por demás es desgastante y poco productivo, los equipos se pierden de la riqueza de compartir criterios comunes, que les permitan sumar en sus decisiones creando un ambiente más propicio para alcanzar mayores beneficios y evitar ser influenciados por historias o criterios externos.

Todos los miembros de un equipo tienen influencias de terceras personas. Esas personas igualmente tienen sus intereses, los cuales no deberían primar por encima de los objetivos del equipo. Por tanto, es necesario que cada miembro del equipo tome distancia prudente de tales intereses, los valore y revise frente a los retos que se tienen, y decida sobre la conveniencia que reviste para el equipo.

Los equipos que superan estas condiciones de celos internos, necesidades de influencia y enfrentamientos de poder pasivos, logran superar la condición de mundos paralelos y dobles agendas, que liberan el potencial de cada participante y logran alcanzar sus objetivos para ir más allá de los retos que se le imponen.

Cuando podamos entender que no son terceras personas las que nos definen, que no es el libertinaje el que nos posibilita experimentar libertad, que no existen paradigmas únicos desde los cuales se puede ver el mundo, estamos escribiendo el prólogo provocador de una realidad donde, parafraseando a HAMEL en su libro “Lo que importa ahora”, “la gestión no es un derecho reservado para unos pocos, sino una responsabilidad individual y de equipos”.

El Editor

domingo, 23 de septiembre de 2012

Alabanza y adoración


En muchas prácticas religiosas y/o espirituales del mundo, se utiliza a menudo las palabras alabanza y adoración como métodos para animar la presencia de la divinidad en medio de ellos. Mientras la alabanza, proviene del  hebreo halal, que significa hacer espectáculo, ser claro, iluminar, ser brillante y celebrar, adoración, en hebreo shajah denota postrarse, bajarse, inclinarse, rendir culto reverente u homenaje como expresión de sumisión y respeto.

Cualquiera que sea tu práctica o referencia religiosa o espiritual, la alabanza y la adoración hace parte inherente de tus deberes en relación con la divinidad o fuente de perfección y sumo bien en el cual crees. Dicha fuente de solemnidad y gracia ha querido que habites la tierra, para que usando tus manos y todo tu ser, se haga realidad la consumación de su obra y transformes personas ordinarias en seres extraordinarios.

Siguiendo algunas reflexiones de Guillermo Maldonado, establecemos las diferencias propias de alabar y adorar, para comprender mejor, en el ejercicio de nuestra relación con nuestro DIOS, cómo continuar la transfiguración que destruya nuestros intereses mundanos y nos sintonice en los designios de la divinidad:
  • La alabanza se enfoca en proclamar las obras del Creador. La adoración se enfoca en la persona de tu Creador.
  • La alabanza es iniciada por nosotros. La adoración es la respuesta de DIOS a nuestra alabanza.
  • La alabanza busca a DIOS. En la adoración somos encontrados por Él.
  • La alabanza habla acerca de DIOS. En la adoración le hablamos a DIOS y escuchamos su respuesta.
  • La alabanza mueve el corazón de DIOS. En la adoración alcanzamos las bendiciones de DIOS.
Comprender que significa alabar y adorar a nuestro DIOS, cualquiera que sea la imagen que tengas de Él, es comprender nuestra misión en el mundo, nuestros compromisos espirituales y los retos que la vida nos impone para ser parte de la construcción de la humanidad.

Cuando el hombre alaba a su referente trascendente y sobrenatural, su Creador y Arquitecto, establece una forma de comunión con lo invisible para hacer visible con demostraciones y palabras, aquello que fluye en el corazón y convierta su vida en una sinfonía de gracias y bienes.

Cuando el hombre adora, encuentra en el silencio y tranquilidad de su alma, la postura de respeto y sumisión que entra en la profundidad del corazón de DIOS, pidiéndole que su presencia soberana se manifieste y haga plena la luz de la verdad en su vida; una respuesta que declara nuestra entrega y abandono precipitando su gloria en la tierra.

Adorar y alabar son instrumentos de la fe que destruyen aquello que no es de DIOS: nuestros egoísmos, orgullos, preocupaciones, miedos o cualquier otra cosa que nos impida expresar su grandeza, para darle vía libre a la gracia santificante que una vez se enciende, permanece cual zarza ardiente, como fuego sagrado que nunca se extingue. 
 
El Editor
 
Referencia
MALDONADO, G. (2012) La gloria de DIOS. Editorial Whitaker House.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Indigencia Espiritual


La palabra indigencia establece un contexto de limitación, de restricción y algunas veces de pobreza material. Revisando la etimología de la palabra, tenemos que, indigente proviene del latín indigens, -entis, derivado del verbo indigere que significa -carecer, tener falta de algo-, una expresión que nos habla de una condición subestándar que debe ser comprendida, enfrentada y superada.

Hablar de indigencia en el mundo real, nos relaciona con marginación y carencias básicas. Las imágenes de personas desvalidas y en la calle recorren nuestra mente y nos cuestionan  frente a la inequidad del mundo. Sin embargo, cuando hablamos de indigencia espiritual no se advierte con claridad que podemos imaginar o entender, cómo sería posible esta condición en el ser humano y sus impactos en nuestra vida cotidiana.

Habida cuenta de lo anterior, el Dr. Sharif Abdullah en su libro “Un mundo para todos” detalla los síntomas de la indigencia espiritual, como resultado de entender el mundo desde la exclusividad y no de la inclusividad. Los síntomas son:
  • Ira y violencia, expresiones de un vacío interno, que relega al hombre a sus instintos naturales, no mediados por la esencia de su racionalidad y su encuentro con la Divinidad.
  • Escapismo, es la confusión existente entre la liberación de nuestras esclavitudes, con la realización de nuestra misión. Es aliviar el peso del malestar que experimentamos por nuestras dependencias y repetir el acto de manera reiterada.
  • Negación y enajenación. La enajenación es la reacción usual a estímulos perturbadores, sacándonos de sí y la negación, suprime la capacidad de respuesta frente a circunstancias que ponen en juego nuestras emociones.
  • Control y manipulación, entendido como el deseo de mantener regulación y limitación sobre una situación para someter y restringir comportamientos que no se ajusten a las sus propios deseos.
Cuando revisamos estos elementos y nos reflejamos en el espejo de nuestras acciones diarias, encontramos algunos síntomas de la indigencia espiritual, que nos niegan la posibilidad de crear un mundo incluyente y generoso, donde todos podemos sumar y generar acciones para hacer que las cosas pasen.

Cuando entendemos que podemos estar sujetos a la indigencia espiritual, podemos establecer la ruta que nos permita superar dicha condición subestándar, la cual inicia en el reconocimiento del otro como interlocutor válido, la declaración de nuestras potencialidades y virtudes y la concreción de nuestras creencias y fe en obras tangibles y visibles.  El indigente espiritual es un ser que vive de la mendicidad de sus propias emociones y esclavitudes, anclado en el pasado y coexistiendo con su propia visión del mundo.

Superar la indigencia espiritual nos exige desarmar el corazón de la necesidad de control, de la ira, de la violencia, de la negación y del escapismo para superar nuestros propios miedos y limitaciones, con la formula que siempre ha estado disponible desde el inicio de los tiempos, esa paradoja que el hombre enfrenta a diario en su vida: amar y ser amado.

El Editor

lunes, 10 de septiembre de 2012

Conversaciones estratégicas


Recientemente he escuchado una expresión que llama la atención en el contexto de las organizaciones modernas: “conversaciones estratégicas”. Mirando con detalle encontramos que las “conversaciones estratégicas” implican conectar diferentes disciplinas de manera interdependiente, de tal forma que le permita al estratega asegurar una vista holística tanto del entorno como de su realidad organizacional interna.

Si bien el autor del concepto anterior, el académico Hoverstadt, anota que este tipo de conversaciones exige un desafío para comprender la incertidumbre, en el ejercicio de  tratar de pronosticar y advertir el futuro de la empresa, es claro que requiere encontrar un balance entre la tensión natural de operar con eficiencia y movilizar sus estrategias para encontrar puntos de quiebre en su entorno de negocio.

Habida cuenta de lo anterior, tener “conversaciones estratégicas” en nuestra vida cotidiana, es una oportunidad de encontrarnos con el universo de conocimiento y experiencia que tienen las personas, un encuentro con los retos y reflexiones de cada individuo, para reconstruir nuestra vista del mundo y así ver aquello que aún no hemos podido descubrir.

Conversar de manera estratégica supone un entendimiento de quienes somos, qué queremos y cuáles son nuestras prioridades. Es descifrar nuestro código interno de pasiones y decisiones, no para “vivir la vida que tenemos”, sino para “transformar el mundo que tenemos”. Las conversaciones estratégicas están basadas en nuestro deseo de encontrarnos con el otro y hacer de ese encuentro una forma de crear el futuro.

Las conversaciones estratégicas nos permiten encontrar el sentido trascendente de nuestra existencia, una forma para explorar en el entorno de nuestras aspiraciones y plegarias, los mensajes y señales que el Creador mismo ha puesto para potenciar nuestras capacidades, para sintonizarnos con su amor y sobre manera para experimentar su presencia.

Las conversaciones estratégicas son una experiencia permanente de renovación de nuestro espíritu de aventura, de nuestra capacidad de soñar, para encontrar nuevas formas de ver el mundo, nuevas formas de lanzarme a conquistar la Creación, que nos invite cada vez más a encontrarnos con la esencia de lo que somos y la herencia que hemos recibido: ser imagen y semejanza con DIOS.

Referencia
HOVERSTADT, P. (2008) The fractal organization. Creating sustainable organizations with the viable system model. John Wiley & Sons. 

lunes, 3 de septiembre de 2012

Apasionados

Anota Guillermo Maldonado en su libro "La gloria de DIOS": "(...) Los individuos apasionados no pueden ser detenidos. Ellos no pierden el enfoque ni se desaniman. Siempre demuestran sus fuertes convicciones, porque están dedicados a cumplir sus obligaciones, responsabilidades y sueños. (.)" Las pasiones humanas han sido ocasión de múltiples eventos y situaciones en el mundo, bien por sus consecuencias positivas o bien por sus resultados muchas veces inesperados.

Para bien o no del mundo, las pasiones movilizan los eventos que ocurren y sobrellevan la carga de transformación, pues existe un sueño y deseo incontenible para alcanzar un objetivo y superar las marcas personales de sus dueños. Una pasión despierta en el ser humano una fuerza semejante a un movimiento tectónico o tsunami, una generación de energía y disipación de calor propia de estos momentos, que eleva la condición humana más allá de su vida natural, reivindicando la esencia de su ser: fuego y luz.

Los apasionados, fundados en las brasas ardientes del amor y la fe, son capaces de revelar el poder sobrenatural de DIOS, la fuerza viva de su presencia en el mundo. Ese poder, se manifiesta en la generosidad de una sonrisa, en el consuelo del que sufre, en el consejo que se ofrece, en el apoyo que se vive. El poder de los apasionados, está en la energía que proyectan, en los pequeños y grandes logros que los definen, y particularmente, por su capacidad de reinventarse a sí mismos para escribir a diario una página nueva en el libro de la vida.

Los que viven con pasión, permanecen en movimiento. No buscan lugares privilegiados, ni reconocimientos externos, sino vencerse a sí mismos, para alcanzar nuevos niveles de excelencia. La pasión vivida desde la experiencia de la fe, manifiesta la gloria de DIOS en la tierra, esa atmósfera que materializa el resplandor de la perfección y la soberanía de "Dueño de la Vida", que confirma una vez más la promesa divina que nos devuelve el dominio de sí y fortalece nuestra alabanza hacia Él.

Las pasiones humanas sin un referente trascendente, son motivaciones egoístas y malsanas que están aferradas a los bienes perecederos; pasiones que alimentan nuestra vanidad y nos deslindan de la sujeción a nuestro Creador. En contraste, si las pasiones se alinean con sentido trascendente y corazón generoso, se abre la puerta de la solidez espiritual, a la confirmación permanente de la revelación divina; una forma de reclamar la autoridad y el poder que nos ha sido otorgado desde el inicio del mundo.

Vivir sin pasión es vivir sin propósito, sin sueños, ni logros. Sólo en la comunión íntima con tu Creador y en el temor reverente de su grandeza, nuestras pasiones encuentran respuestas y revelaciones para alcanzar sabiduría, en palabras del predicador Maldonado: Esa "(.) habilidad de conocer cómo y cuándo aplicar el conocimiento que poseemos. (.)" para guiar a otros.