Cuando
compramos zapatos nuevos por lo general, vamos y probamos en el
almacén cómo nos quedan, cómo lucen y nos imaginamos con qué
prendas de vestir los vamos a usar. En este proceso, nos vemos
proyectados en un futuro cercano para conectarnos con aquella forma
de vernos, sentirnos y expresarnos que visualizamos desde la
perspectiva del presente que habita en ese momento de la prueba de
los zapatos.
Una
vez nuestro marco de “comodidad, estética, utilidad y
conveniencia” se encuentra satisfecho, procedemos a la compra de
los zapatos sabiendo que hemos viajado al futuro (lejano o cercano) y
estamos tranquilos de cómo será la experiencia que se viviremos al
usarlos. Al comprar los zapatos, compramos una visión
prospectiva de un futuro, no un objeto funcional necesario para
caminar y usar en el desarrollo de nuestras actividades diarias.
Cuando
empezamos a usar los zapatos podemos experimentar sensaciones
distintas a las que registramos cuando los compramos. Sensaciones que
nos hacen pensar sobre el porqué los compramos y para qué los
adquirimos. En este proceso, los zapatos se reinterpretan en la
realidad y se afina la visión sobre la cual se pagaron, con el fin
de contextualizar su uso en un escenario concreto donde la
prospectiva se hace con mayor información y dinámica a su
conceptualización inicial.
Iniciar
un nuevo año es como comprar un nuevo par de zapatos. Vamos a la
tienda, donde observamos, valoramos, reflexionamos y visionamos
aquello que puede pasar, generalmente basados en experiencias
anteriores, las cuales tratan de buscar certezas o puntos de
referencias para ver como se puede comportar el año en su
desarrollo. No obstante, al igual que los zapatos nuevos, los años
nos presentan situaciones inéditas, propuestas y ajustes inesperados
que muchas veces terminan de ajustar el zapato a las nuevas
condiciones que se presentan.
Un
zapato nuevo puede tallarte e incomodarte en sus inicios, pues te
lleva a tensionar tus costumbres previas, tus seguridades y
aprendizajes ya incorporados, los cuales resultan en un inicio
insuficientes par dar cuenta con los acontecimientos que se
manifiestan. Los zapatos nuevos presentan una doctrina de
transformación y cambio que cada persona debe asumir para
desarrollar una hoja de ruta que tiene algunos elementos claves de
referencia para unir puntos desconectados en el entorno y tejer una
nueva red de contactos y conocimiento antes inexplorada.
Los
zapatos nuevos, se configuran como una alternativa para caminar
distinto, sentir distinto y visionar diferente. Es una estructura
funcional que no busca adaptarse a lo que tu quieres, sino mostrarte
una manera distinta caminar y construir un rumbo alternativo. Si
empiezas a caminar con tus zapatos nuevos y no sientes ningún
cambio, pregúntate si tienes puestos son los zapatos viejos.
Caminar
o vivir un año, es desgastar la suela de los zapatos nuevos, darnos
la oportunidad de experimentar nuevas superficies, algunas suaves,
otras rugosas, otras ásperas o rústicas con el fin de dejar marca
del esfuerzo y determinación con que hemos decidido avanzar para dar
cuenta del reto que significa descubrir que hay adelante en nuestra
ruta y cómo vamos a darle forma a los momentos de indecisión, duda e inestabilidad que necesariamente estarán presente durante este
proceso.
El
Editor
Un zapato nuevo puede tallarte e incomodarte en sus inicios, pues te lleva a tensionar tus costumbres previas, tus seguridades y aprendizajes ya incorporados, los cuales resultan en un inicio insuficientes par dar cuenta con los acontecimientos que se manifiestan. Los zapatos nuevos presentan una doctrina de transformación y cambio que cada persona mi blog aquí
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