En el mundo de las
relaciones humanas dos palabras son claves: reacción y respuesta. La
reacción tiene que ver con la
memoria, con las experiencias pasadas, con tus conocimientos y saberes previos,
con aquello que tenemos como base de nuestras decisiones y quedó marcado en nuestro
interior luego de que algo pasó en nuestra vida. La respuesta, es lo
que ocurre en el momento presente, no
tiene que ver con lo que pasó, sino con la consciencia, con la atención plena,
donde nos enfrentamos a la novedad que ocurre en tiempo vigente, que nos
permite entender la escena como única e irrepetible (Osho, 2019).
Muchas personas se pasan la vida reaccionando, es decir, tratando
de dar forma al presente basados en sus hechos pasados, en sus conocimientos
previos, mirando al futuro con un retrovisor, donde posiblemente no podemos
ofrecer interpretaciones distintas a la realidad, pues se encuentran
atrapadas en sus propias memorias y no se dan la oportunidad, de abrir una nueva
página para re-escribir su propia historia en tiempo presente.
Quien constantemente reacciona no se da la oportunidad
de vivir la inestabilidad del tiempo actual, ni se ocupa de mirar nuevos escenarios para actuar, pues su manera de
ver el mundo y las “verdades” que allí mantiene, le dan la razón de sus
acciones. En este sentido, todo aquel que
reacciona entra en obsolescencia de su propia vida, en una espiral de
conocimientos descendente que deteriora sus propia perspectiva del mundo y lo
margina de nuevas posibilidades que se encuentran fuera de sus propios dominios.
De acuerdo con Osho
(2019), quien responde, se abre al momento a momento, abre sus ojos
al tiempo actual, para ver la situación con claridad, sin sobresaltos y sin prejuicios
de experiencias previas, permitiendo que la serenidad de la mente elabore, reconozca
y explore para actuar de forma concreta y sin marcas particulares. Un
ejercicio que libera al hombre de sus restricciones autoimpuestas, para dar
respuesta al momento, generando sorpresas y experiencias inesperadas, que le
sorprenden y le habilitan para cambiarla.
Cuando reaccionamos, no se cambia la situación, se trata de enmarcar en las experiencias previas que
posiblemente no corresponden con el momento y contexto donde ocurren las nuevas
situaciones. Cada momento en la vida es
diferente, por lo tanto todo aquello que intentamos explicar desde lo que hemos
aprendido, posiblemente no será lo más adecuado frente al incierto que plantea lo
que ocurre en este instante.
Si nos acostumbramos a responder, sin restricciones, con atención plena y sin
prevenciones previas, podemos mirar los
momentos con mayor libertad, con la consciencia clara y atenta donde, los
saberes previos se reinventan y renuevan, para darle sentido a la existencia
renovada que se tiene delante, pasando de una intrincada serie de variables
con registros emplazada en nuestra memoria, para explorar y sorprendernos frente
a la novedad que este instante nos propone.
Las experiencias previas nos marcan, nos dicen que
algo ocurrió, y por tanto es necesario, no sólo aprender de ellas,
sino desaprender de forma permanente, para enriquecer y renovar nuestra propia
historia, como una hoja en blanco donde a diario re-escribimos y respondemos
por la historia inacabada de una existencia continuamente nueva.
Referencia
Osho (2019) Sal de tu zona de confort … y empieza a
vivir. New York, USA: EDAF Ediciones.
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