domingo, 26 de mayo de 2019

Arqueólogos del futuro

Dicen que la arqueología es una disciplina que recorre el pasado y estudia los cambios que se producen en las sociedades antiguas hasta las actuales, un ejercicio de exploración, descubrimiento, interpretación y análisis, que mediante una revisión en profundidad de los restos materiales dispersos en el terreno y conservados a través del tiempo, ofrecen pistas sobre comportamientos sociales, económicos, políticos e ideológicos de la vida humana ya desaparecida (Renfrew & Bahn, 1996).

Un arqueólogo establece marcos de referencia de tiempo, modo y lugar, para tratar de comprender, con la ayuda de otras disciplinas, la dinámica de lo que ocurría en un periodo de tiempo anterior, y así establecer patrones de comportamientos y actividades que puedan explicar escenarios que se tienen en la actualidad. Si bien, este profesional ve el mundo desde el pasado, tiene una habilidad especial de poder encontrar razones que dan cuenta de eventos que pueden ocurrir en el futuro.

Un arqueólogo es un profesional que desde los hechos y datos de las ruinas, o restos que nos deja la historia, es capaz de construir reflexiones que sitúan acciones y condiciones, que en muchas ocasiones, restauran contextos, prácticas y costumbres de las cuales no se tiene conocimiento. En este sentido, un arqueólogo tiene la habilidad natural de sorprenderse y sorprender a la historia moderna sobre lo que ha pasado y motivar reflexiones sobre lo que puede pasar en el futuro.

De esta forma, siguiendo las líneas de acción de los arqueólogos, es necesario recabar en nuestras propias historias de vida para encontrar razones que nos sigan impulsando a conquistar nuestros sueños. Establecer ese diseño prospectivo sobre el terreno, para protagonizar las nuevas leyendas del futuro, esas que nos saquen de la zona cómoda, generen inciertos y abran nuevamente el escenario a oportunidades latentes; a un marco de aventuras donde podamos continuar madurando nuestra personalidad y perfeccionando el talento para romper con nuestros límites autoimpuestos.

En consecuencia, debemos configurarnos como arqueólogos del futuro, esos especialistas en explorar, descubrir, interpretar y analizar territorios inexplorados, con ruinas y vestigios de simulaciones prospectivas, de tal forma que podamos dar respuesta a los retos actuales trabajando sobre realidades que aún no ocurren. Un arqueólogo del futuro, entiende su vida con pasos cortos y mirada larga, como un eterno estudiante que busca sorprenderse de las revelaciones del futuro, que aún no ocurre en la realidad, y que si se materializan en su mente.

El arqueólogo del futuro, es una expresión que propone una contradicción conceptual, una vista emergente que potencia la construcción y vivencia desde el hoy, sabiendo que cada paso y mirada que se da, es una oportunidad para visualizar y darle sentido al futuro, no desde los conocimientos y retos que hemos superado, sino desde la visión trascendente que nos motiva, que nos emociona; desde aquellas cosas que nos animan, que nos gustan y disfrutamos, y para las cuales tenemos un don especial.

El arqueólogo del futuro, parafraseando a Sánchez-Bayo (2010), proyecta lo que es, en su interacción con el mundo, en su conexión con los otros y con su referente sagrado. Es un explorador de su propio talento, que revela su capacidad de hacer y manifesta el maestro que lleva dentro; un viajero del tiempo que sale al encuentro de experiencias distintas seducido por un edén prometido: su vida en plenitud.

El Editor

Referencia
Sánchez-Bayo, A. (2010) Arqueología del talento. En busca de los tesoros personales. Segunda Edición. Madrid, España: ESIC Editorial.
Renfrew, C. & Bahn, P. (1996) Archaeology : theories, methods and practice. London, UK.: Thames & Hudson.

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