Nos pasamos la vida
explorando y conociendo, para incorporar nuevos saberes que nos permitan
descubrir puntos de vista diferentes que abran puertas escondidas y no reveladas
que lleven a comprensiones inéditas de la realidad. Somos seres habilitados
para estar en movimiento, para cuestionar lo que vemos y sabemos, conscientes
que lo que hoy entendemos y sabemos, mañana es posible que no sea lo que pensábamos.
Si bien la estabilidad
de lo que conocemos, los estándares y las normas, son parte natural del marco donde
la humanidad se mueve y avanza con la idea de “certeza”, tarde o temprano va a
ser interrogado, cuando alguien levante la mano y pregunte: ¿se puede hacer de
otra forma? Y en ese momento, nuevamente se iniciará el ciclo de reinvención
que demanda salir de la zona conocida y explorar posibilidades que no estaban
disponibles antes.
El cambio se dice que
es la norma de la sociedad actual, un fenómeno que igualmente puede causar fatiga
en los seres humanos, que no terminan de entender lo que ocurre, cuando hay una
propuesta alternativa que reta lo que previamente era lo conocido. Cuando
experimentamos la fatiga del cambio, recreamos la resistencia silenciosa donde
vemos que pasan las cosas y dejamos que otros tomen la iniciativa. Cuando el
cambio, sea requerido y necesario, es decir, cuando sea tiempo de un enfoque
disruptivo, toma en cuenta que lo que has aprendido entrará en zona de
inestabilidad y volatilidad.
Hemos de prepararnos
para tener un “sandbox” (caja de arena) para poder experimentar las novedades
que podamos advertir, con el fin tomar ventaja en la curva de aprendizaje,
creando la zona de contradicción e incierto de manera temprana, donde es posible
probar y evidenciar resultados que no encajan dentro de aquello que se
esperaba. De esta forma, iremos quebrando la inercia de nuestros saberes
disciplinares, para crear puentes y relaciones con otras disciplinas y así,
encontrar lugares comunes no explorados que puedan terminar dando nuevas formas
a la realidad.
Anticipar las zonas
de inestabilidad y transformación de los retos empresariales y personales,
permite a las personas y organizaciones anticipar ventanas de aprendizaje y sorpresa,
que reten los saberes previos de los participantes, con el fin de abrir nuevas
tensiones y conexiones que desarticulen las “verdades” vigentes, y promuevan
una visión más sistémica, más integrada, donde no existen declaraciones “de
facto”, sino oportunidades para construir distinciones que permanecían fuera
del radar de nuestras creencias y conocimientos.
Mientras no desarrolles
la habilidad de cruzar los dominios de conocimiento, estarás encerrado en los linderos
gastados de tu disciplina, que se niega a evolucionar, y tratará de encajar la
situación para interpretarla dentro de su propia realidad. Cuando tomamos el
reto de caminar y crear rutas distintas, donde tenemos que “probar y
experimentar” fuera de lo que conocemos, no tenemos otro resultado que aprender,
esa experiencia maravillosa que trae consigo una vivencia que renueva y
restaura la fuerza del poder transformador que hemos recibido al venir a este
mundo.
El Editor
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