Existen muchos
riesgos a los cuales los seres humanos están expuestos. Riesgos que implican
generalmente mover al individuo de una zona de seguridad y comodidad, para lanzarlo
a otro escenario donde no tiene control y donde debe reconstruir sus propias
condiciones y reflexiones. En palabras de Osho (2019, p.237) “Uno deja todo aquello a lo que está acostumbrado,
con lo que está cómodo, y va hacia lo desconocido sin estar seguro de si habrá
algo en la otra orilla y ni siquiera si habrá otra orilla”.
El hombre que piensa
y cuestiona sus propias creencias en un riesgo para la sociedad. La creencia,
afirma Osho (2019, p.146-147) “te hace
sentir que conoces la verdad, y ese sentimiento acaba siendo la mayor barrera
en la búsqueda. (…) Vivirás rodeado de tu propia ilusión, autocreada y
autosostenida”. Por tanto, madurar en aquello que crees, es abrirte a
conocer y explorar fuera de los contornos de tu propia fe, para encontrar
nuevas formas de darle sentido a tu propia experiencia y camino de iluminación.
El riesgo del hombre
moderno, es vivir fuera de sí, cautivado por la dinámica de la sociedad que
configura una forma de ver el mundo y una manera de actuar. Este hombre
moderno, generalmente atrapado en la comodidad y la facilidad por hacer sus
cosas, deja de ejercitar su músculo del pensamiento y la meditación, para darle
paso a la efectividad de las cosas y la rapidez para obtener el bienestar. La
sociedad le provee un “salvador” generalmente ejemplificado en el “poder”, el “placer”
o el “tener”, que termina como referente para muchas de sus posturas y actividades.
Un hombre riesgoso e
incómodo para la humanidad, es aquel que sencillamente es él mismo, aquel que
deja de sufrir, de competir, de preocuparse si los demás tienen o no, aquel que
ve el mundo y disfruta cada momento en él; una persona que no cae en la estrategia
del sistema consumista que configura “marcas”, privilegia los “me gusta”, perfila
consumidores y envuelve a los clientes, sino que vive al margen de ellas, como
uno que se reta a sí mismo y hace que “su jardín sea más verde de su lado cada
día” (Osho, 2019).
El mayor riesgo que
un hombre puede experimentar es “aceptarse a sí mismo”, pues en esa medida la
mirada no estará sobre las limitaciones de los otros, sino en el reto que
implica desarrollar una mejor versión de sí mismo. De esta forma, al aceptarse
a sí mismo, podrá encontrarse con los demás, sabiendo que en ellos igualmente se
verifica el ejercicio de reconocimiento interior, que no es otro, que aceptar
la imperfección, las limitaciones y desaciertos, que son la esencia del encuentro
entre dos personas, donde ninguno tiene la necesidad de juzgarse a sí mismo.
Entender el riesgo
como esa experiencia, donde lo que sabemos sobre el mundo deja de ser
suficiente, donde lo conocido no logra explicar lo que ocurre y donde se
suspende el ejercicio de la realidad vigente, es explorar aquellos linderos del
potencial humano, para perseguir un anhelo, una visión desde el interior del
hombre, que no tiene cálculos, ni temores, ni restricciones sino la fuerza de
una búsqueda que se alimenta de las posibilidades y no de las probabilidades,
para hacer realidad la semilla que la divinidad ha puesto en un ser que hace de
su debilidad su propia fortaleza.
El Editor
Referencia
Osho (2019) Sal de tu zona de confort … y empieza a
vivir. New York, USA: EDAF Ediciones.
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