domingo, 24 de febrero de 2019

Superando los sesgos cognitivos

Sufrimos frecuentemente de sesgos cognitivos, esas cegueras que nuestros propios marcos conceptuales nos generan, cuando queremos encuadrar la realidad dentro de los parámetros reconocidos y validados de nuestra propio entorno. Esos sesgos, si bien mantienen una estabilidad básica sobre la forma como comprendemos el universo, también pueden inhibir la capacidad cambio, que en últimas, es poca disposición para romper la comprensión existente y abrirse a aprender/desaprender de aquello que es desconocido.

Cuando los sesgos cognitivos dominan e imponen una manera del ver el mundo, estamos en la zona donde “nada pasa”, donde la estabilidad del mundo está presente, y si se presenta un cambio, las cosas serán interpretadas desde la visión vigente y manejadas por los intereses más influyentes del momento. Un sesgo cognitivo, podría llegar a ser una “prisión cognitiva” para un ser humano, cuando sus reflexiones no generan posturas más allá de los límites que le impone el sistema que lo contiene y cualquier desafío a dicho sistema, será controlado o desestimado.

Si reconocemos con frecuencia nuestros sesgos cognitivos, estaremos creando “espacios en blanco” para pensar, revisar, analizar, repensar y renovar la manera como entendemos los fenómenos del ambiente. Esa oportunidad, que siendo una decisión personal, demanda apertura, humildad, generosidad, vulnerabilidad y desconcierto para tensionar nuestros saberes previos y dejar que las nuevas propuestas, desconecten aquello que sabemos, para visualizar un espacio de ideas extendido y enriquecido, donde el reto está en conectar nuevamente los puntos, de formas inesperadas e inéditas, en condiciones desconocidas y muchas veces contradictorias.

Para lograr lo anterior, la curiosidad es un elemento fundamental que busca ese momento “de la primera vez” que crea sorpresa, inquietud, preguntas y acciones, para caminar y experimentar sobre eso que ha captado la atención y que se encuentra más allá de lo que conocemos hasta la fecha. La curiosidad es una fuerza interior que mira a su alrededor para hacer preguntas, para buscar mensajes, identificar pistas, detallar rarezas, encontrar contradicciones, destruir límites; esos patrones silenciosos que pasan inadvertidos, que nos permiten encontrarnos en la condición perfecta para aprender: “declarar que no sabemos”.

Superar los sesgos cognitivos implica dar un paso hacia adelante donde no conocemos, experimentar en un dominio donde no somos expertos, dejarnos interrogar por preguntas sencillas e inciertas, crear empatía con la incertidumbre, para cruzar el umbral de seguridad que nuestra mente nos pone, y así identificar oportunidades que se convierten en ventanas de aprendizaje/desprendizaje que definen aventuras inesperadas e inéditas para ser parte de historias únicas, donde el protagonista es el que ha decidido tomar riesgos calculados.

Si bien los cambios en nuestra vida, no van a ser automáticos, si es necesario habilitar experiencias, escenarios y contextos que nos permitan mantenernos alertas a los nuevos sesgos cognitivos, con el fin de mantener ese nuevo “sano, santo y sabio” normal: “reconocer que tenemos una vista parcial del mundo” y que, siempre podemos habilitar un espacio para retar aquello que conocemos, para desconectarlo y repensarlo para ver más allá de aquello que en una circunstancia de tiempo, modo y lugar, se ha acordado socialmente que es la “realidad”.

El Editor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario