Si hay una competencia
que el hombre moderno debe desarrollar es mirar al futuro. No para generar
ansiedad o superávit de éste, sino para movilizarse desde el presente para concretar
sus posibilidades. En este ejercicio, es natural que se encuentren aspectos
inciertos e inestables, que no permiten dar cuenta de ese escenario que se quiere
para los próximos años, sin embargo, es clave advertir e identificar con claridad
aquellas alertas tempranas que sugieren cambios estructurales en el porvenir.
Para lograr lo
anterior, es necesario identificar y comprender qué es un cambio estructural, cómo
a través de señales, inconsistencias y rarezas, es posible revelar tendencias
emergentes que nos previenen sobre los nuevos normales que el mundo revela para
aprovechar sus oportunidades. Ver el cambio estructural en medio de las
inestabilidades, es un comportamiento que implica leer implicaciones, imaginar
posibilidades y comprender las contradicciones de los eventos que se observan
en la actualidad.
Si logramos
condensar nuestros análisis de eso que observamos en un mapa de conexiones
entre nuestro entorno actual y los retos del mañana, podemos diseñar
estrategias de colaboración, co-innovación y co-operación, de tal forma, que
sea posible motivar cambios desde esfuerzos conjuntos que cambien la visión del
mundo. El futuro nos es un lugar para solitarios, es un escenario para
colectivos, para ideas colaborativas donde todos podemos ser parte de una
visión conjunta, desde la aplicación de nuestros saberes y habilidades particulares.
Para lograrlo, se
requiere crear entornos psicológicamente seguros para explorar, experimentar y
validar ideas que reten los conocimientos y estado del arte actual en
diferentes dominios. Cuando somos capaces de romper la inercia de un paradigma
en un dominio del conocimiento, es posible abrir la puerta para construir
propuestas que renueven la manera de hacer y conocer. Si bien todas las respuesta
actuales de la ciencia a los problemas de la humanidad son parciales, son los cambios
de perspectiva y la ideas disruptivas las que muestran que tenemos la
oportunidad para hacer del mundo un lugar interesante para vivir y existir.
Ver, probar y
adaptar son tres palabras que se deben instalar y desarrollar en el lenguaje de
las propuestas pedagógicas contemporáneas, para desinstalar el repetir,
responder y alinear con los saberes previos de aquellos docentes, que aún
esperan que sus estudiantes respondan de la manera como ellos esperan, o como
la teoría vigente hasta el momento les indica. Crear el futuro que deseamos, es
una apuesta para desconectar las verdades que conocemos a la fecha y lanzarnos
a conectar nuevos puntos en el espacio de oportunidades que un entorno incierto
e inestable nos plantea.
Mirar al futuro, no
es un ejercicio para olvidar el presente, ni una distracción para lograr un
mañana. Es preparar y desarrollar reflexiones retadoras y exigentes, que permitan
crear escenarios posibles y factibles, para optar por opciones resilientes, que
transformen la manera de hacer las cosas, y así tomar decisiones informadas y
conscientes, aún sin toda la información disponible, para liderar cambios
personales que restauren y reinventen la manera como vemos el mundo.
El Editor
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