“Alejarse de la
orilla”, es un ejercicio para lanzarnos a explorar y navegar en aguas poco conocidas.
Es una decisión personal o comunitaria que declara el reto de atravesar lo
conocido, abandonar las comodidades y cuestionar los saberes previos. “Dejar de ver la orilla”, implica soñar con construir
un futuro, desde las competencias y exigencias presentes, sabiendo que si bien
no tenemos todos los elementos para hacerlo, tenemos la capacidad para aprender
y desprender, para visionar de forma activa lo que queremos lograr.
Alejarnos de la
orilla, implicar enfrentarnos a la incertidumbre y la inestabilidad de un
entorno que empezamos a descubrir. De acuerdo con el Prof. Schoemaker en su
libro Profiting from Uncertainty,
cuando nos asaltan las dudas y los inciertos, podemos ser presa de prejuicios
cognitivos que limitan nuestra capacidad de aprovechar al máximo el momento. El
académico se refiere a ellos como ojos
miopes (respecto de la forma en que
entendemos y asumimos el riesgo) y almas
tímidas (sobre la forma como elegimos
cuando enfrentamos los inciertos).
Los ojos miopes implican que no somos
capaces de imaginar, visualizar y soñar con las oportunidades potenciales que las
situaciones desconocidas pueden generar. Afirma Schoemaker “estamos demasiado seguros de nuestra visión
única sobre el futuro, y no se tienen suficientemente en cuenta las opiniones
alternativas”(Schoemaker, 2002, p.251). Quebrar la vista de ojos miopes implica
cuestionar nuestros saberes previos, abrirnos a explorar y encontrar nuevas opciones,
intentar nuevos rumbos y sobremanera, avanzar y desarrollar nuevas capacidades
y competencias desde el ejercicio práctico de experimentar y aprender.
Las almas tímidas están asociadas a la sensibilidad de las personas a la pérdida
que a la ganancia, la fuerte aversión a la ambigüedad y el sesgo de aislamiento.
Esto implica que los individuos entienden las pérdidas como castigos, los cuales
crean temores o miedos, que limitan su actuar. De igual forma, el no conocer
previamente el resultado de las decisiones, crea zonas de incomodidad, que
unido con la visión de las pérdidas, incrementa y refuerza un imaginario,
muchas veces irreal, sobre lo que ocurre. Finalmente, cuando la percepción del
riesgo que se tiene de una situación, se saca del contexto donde ocurre, un
mayor nivel de atención y expectativa se produce, creando una zozobra sin fundamento
que aísla completamente y afecta la emocionalidad de la persona impidiendo su
movilización.
Superar el sesgo de
almas tímidas, es necesario entender que el porvenir no está
completamente determinado por nuestras acciones, ni completamente fuera de
nuestro control. Necesitamos un equilibrio sensato entre las oportunidades
ilimitadas que nos ofrece el futuro y la comprensión que requerimos para
hacerlo realidad. Para ello, es necesario utilizar herramientas que, a
criterio del Profesor Schoemaker (2002, p. 217), permitan: a) desarrollar múltiples perspectivas de futuros, b) crear una visión estratégica que equilibre
el compromiso y la flexibilidad y c)
monitorizar en tiempo real el entorno para ajustar dinámicamente cuando se
requiera.
En consecuencia, “alejarse de la orilla” es una
experiencia real de aprendizaje, una declaración para romper con la inercia de
nuestras propias certezas, desconectar nuestros saberes previos, identificar
las nuevos elementos en el escenario y construir nuevas distinciones que nos permitan
reinventar la experiencia y los conocimientos, para tener como dice la
escritura “una pesca abundante” allí donde nadie creía que era posible.
El Editor.
Referencia
Schoemaker, P. (2002) Profiting from uncertainty: strategies for succeeding no matter what
the future brings. New York, NY. USA: The Free Press – Simon &
Schuster.
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