sábado, 8 de septiembre de 2018

Anticipar: Comprender la vulnerabilidad


Es claro que siempre estaremos expuestos a la inevitabilidad de la falla, pero no por esa razón debemos esperar a que los eventos ocurran. En este sentido, el anticipar debe ser una capacidad básica, tanto de las personas como de las organizaciones, para tratar de estar delante de la curva y actuar de forma previa para prevenir y comprender aquello que puede ser contrario a lo que queremos o, potenciar una oportunidad que no vemos.

De acuerdo con Weick y Sutcliffe (2007) los eventos inesperados pueden tomar tres formas: a) un evento que se esperaba, no ocurre, b) un evento que no se esperaba que ocurriera, sucede y c) un evento impensable acontece. Estas tres condiciones, establecen un conjunto de condiciones para pensar y diseñar zonas de reflexión que le permitan, tanto al individuo como a una empresa, preparar escenarios concretos, basado en su contexto, con el fin de aumentar su capacidad resiliente frente la creciente volatilidad e inestabilidad de los mercados y su entorno de negocios.

En este sentido, observar la realidad implica, siguiendo los desarrollo clásicos de Perrow (1999) comprender en detalle tanto las interacciones de los objetos, así como su nivel de acoplamiento, es decir que tan cercanos están uno del otro los elementos que se estudian en el ambiente. Considerando esta propuesta, cuanto más fuerte sea el acomplamiento de los objetos y sus interacciones sean mas invisibles e impredecibles, estaremos en una zona inestable e incierta donde la materialización de un evento inesperado es inminente, con efectos en cadena que pueden generar situaciones no documentadas y con escasa capacidad de control.

Así las cosas, Perrow (1999) define un “accidente normal” como “la interacción inesperada de dos o más fallas (debido a las interacciones de los objetos) que causa una cascada de anomalías (por el acoplamiento fuerte de los elementos)”. En esta definición, lo normal no hace referencia a la frecuencia con que ocurre, sino en el sentido de revelar una condición natural e inevitable. Si bien muchos de los desastres se pueden prevenir, existe la aplicación de malas prácticas que pueden acelerar un colapso, más allá de las relaciones entre los dos elementos antes mencionados.

Frente a un ambiente donde lo inesperado y lo inestable es la constante, sabiendo que cada vez más habrá convergencia de tecnologías, disciplinas y saberes, se hace necesario afinar una serie de nuevas prácticas que permitan, tanto a personas como corporaciones, mantenerse atento a la evolución de su entorno, para dar cuenta de su retos y visiones de futuro. Siguiendo a Weick y Sutcliffe (2007), se detallan cinco actividades básicas para mantener una atención activa y consistente que advierta aquellas situaciones que pueden alterar las estrategias futuras y la promesa de valor:
  • Realizar el seguimiento de pequeños fallos
  • Resistir la simplificación excesiva de las explicaciones
  • Mantener la sensibilidad de las operaciones
  • Mantener y desarrollar capacidades de resiliencia
  • Aprovechar la diversidad de conocimientos especializados
En consecuencia, el reto de anticipar en un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo, es el ejercicio de toma de decisiones para capitalizar la vulnerabilidad humana o empresarial, que permita una lectura relacional del ambiente, encajar piezas de información recolectadas desde diferentes puntos de vista, incentivar posturas distintas de la comprensión de la realidad, incorporar las lecciones aprendidas y desarrollar una función de inteligencia que construya e influencie el futuro. 

El Editor.

Referencias 
Weick, K. & Sutcliffe, K. (2007) Managing the Unexpected. Resilient Performance in an Age of 
            Uncertainty. Second Edition. San Francisco, CA. USA: Jossey-Bass. 
Perrow, C. (1999) Normal accidents. Living with High-Risk Technologies. Princeton, NJ. USA: 
            Princeton University Press.

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