En tiempos de
incertidumbre, caos y volatilidad, creer que se tiene control de una situación
es un pensamiento ingenuo y muchas veces bien intencionado. Sin embargo, la
realidad nos muestra que lo que llamamos “control”, no es más que una ilusión
que creamos en nuestra mente y reiteramos en nuestro imaginario, para encontrar
“seguridad y tranquilidad” en un momento específico de la vida.
En este sentido, las
personas y las organizaciones deben desarrollar capacidades para mantenerse “surfeando”
en el escenario inestable del contexto actual, con el fin de hacer evidentes sus
cegueras cognitivas, sus propios sesgos de comprensión y sobremanera, sus propios
miedos sobre el futuro. La sensación de vulnerabilidad que implica el "no saber", constituye una lectura
de debilidad que lleva a la empresa o a la persona, a un escenario no deseado
que los deja expuestos a sus propios temores y saberes limitados para mirar
hacia adelante.
Los conocimientos
aprendidos y estandarizados, definen un capital clave de la empresa y de la
persona para movilizarse en escenarios conocidos. Sin embargo, generan una gran
limitación para activar su capacidad de desaprender y dejar fluir, los acontecimientos
y eventos inestables, muchas veces desconocidos por la realidad. Esto supone
que existe un conocimiento que no sabemos que está, pero que podemos acceder
cuando nos dejamos sorprender por el ambiente; y otro que está oculto en
aquello que no sabemos que no sabemos y declaramos que queremos aprender.
Este nuevo
conocimiento latente y emergente que vive en las cegueras cognitivas establece
la nueva frontera de saberes que está lista para dar el siguiente gran salto en
la humanidad: inyectar nuevas percepciones, visualizar las cosas actuales desde
diferentes ángulos, y reinventar los métodos, técnicas, procedimientos y
modelos disponibles en la actualidad. Este conocimiento que podemos llamar salvaje,
indómito y brioso, es el que transforma y eleva la reflexión de lo actual para
leerlo en clave de futuro (Indset, 2017).
No puede haber futuro
sin conocimiento salvaje, sin creatividad que combine las ideas pasadas,
reinvente las propuestas presentes y rete las ideas futuras. Un ejercicio de
co-laboración para pensar colectivamente, sin restricciones autoimpuestas, y en
especial, con momentos de frustración y oscuridad, que demuestran la entereza y
determinación de una persona o empresa que se resiste a mantenerse en la zona
cómoda.
Por tanto, si tratas
de controlar tu dominio de conocimiento, “como experto”, tenderás a dejar de
aprender, a explorar y dejarte sorprender de las inestabilidades del entorno.
Sentirse torpe, algunas veces perdido y sin fundamentos claros, recuerdan que
la ilusión del control, es un deseo que detiene tu crecimiento, limita tu manera
para preguntar y no te deja experimentar la novedad, como aquel que no conoce e
inicia su camino. Darse la oportunidad para aprender es ver las posibilidades
que experimentan los aprendices y retar la visión de los expertos que sólo ven limitaciones
y marcos de conocimiento.
El conocimiento salvaje
crea por tanto “disparadores”, que sugieren nuevos pasos, que quiebren el status
quo actual, para crear ideas y acciones discontinuas y disruptivas, las cuales
algunas llegarán a ser implementadas y otras no. En este sentido, se hace
necesario adaptarse rápidamente al entorno actual, reinventar los lentes con los
que vemos el mundo y quebrar las reglas existentes que corresponden a estereotipos
creados por personas que no les conviene que el mundo cambie.
Recuerda que, mientras
se manifieste la inevitabilidad de la falla, te sientas necesitado y dispuesto a desaprender, siempre
habrá oportunidad para crear, pensar y cambiar.
El Editor
Referencia:
Indset, A. (2017) Wild knowledge. Outthink the revolution.
London, UK: LID Publishing.
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