Muchas veces cambiar
de opinión es un proceso de confrontación interno, de comprender que existe
otro paradigma que puede explicar mejor lo que conocemos. Un proceso incómodo
donde se concreta una tensión con nuestros saberes previos y donde nuestras más
profundas creencias son puestas a prueba (ver figura1).
Figura 1. ¿Qué significa cambiar de opinión? (Elaboración propia)
Cambiar de opinión
es un proceso saludable, no un actitud de debilidad o rebajamiento. Cambiar de
opinión es una oportunidad para encontrarnos con las lecturas de la realidad
del otro, reconocer sus bondades y limitaciones, pero sobremanera, encontrar
nuevas perspectivas del entorno que nos permitan revelar rasgos inéditos de la
realidad, antes ignorados o inexistentes.
Cambiar de opinión,
es una elaboración que hacemos en nuestro interior, donde estimulamos vistas
alternativas, donde cuestionamos nuestros modelos mentales y validamos, si aún son
vigentes para alcanzar lo que queremos lograr. Cambiar de opinión, es desconectar
nuestros marcos de entendimiento del ambiente, para simular y experimentar con las
nuevas ideas y así, reconectar y renovar nuestra lectura del entorno y de la
realidad.
Abrirse a cambiar de
opinión, es una ruta de aprendizaje y desaprendizaje que establece un
itinerario de transformación personal, que no solo advierte una reinvención de la
manera como entendemos el mundo, sino una forma para diferenciar los elementos
claves de los retos de la vida y las relaciones interdependientes que las conectan.
De este modo, es posible ver el tejido emergente de nuestra sociedad y entender
cómo hacemos parte de ella.
Cuando una persona
cambia de opinión, lo que ha ocurrido es una actualización de los saberes y
creencias internas, una apertura individual para cambiar la forma de entender la
realidad, que opina que sus modelos mentales, siempre estarán incompletos y
poco precisos para superar sus retos y destruir la comodidad de sus certezas.
Nada permanece estático, nada deja de evolucionar, por tanto, cambiar de
opinión es una invitación sana y sabia para caminar los senderos de la incertidumbre
y la inestabilidad, y seguir avanzando.
Quien no cambia de
opinión, se parece a los barreras o muros, construidos por el hombre creyendo
que así podrán estar a salvo de la amenazas del mundo exterior. La realidad es que,
cualquier fortaleza que se construya, no protege, sino que disuade a sus
posibles agresores, sabiendo de antemano que en algún momento será superada dicha
protección. En este sentido, los muros configuran una falsa sensación de
seguridad, las cuales crean imaginarios tontos, que no son sostenibles ni
confiables para no actualizar y motivar formas alternas de comprender su propio
hábitat.
Cambiar de opinión
es hacer más fuerte y más ágil los propósitos de la vida, una manera de ir a la
ofensiva, tomando decisiones inteligentes e incorporando saberes necesarios,
que permitan, no construir una postura sólida y definida, sino una reflexión
actualizada, vigente, útil y válida para encontrar fuentes inexploradas de
sabiduría, que serán necesarias para avanzar y superar nuestros retos y así, actualizar
nuestra caja de herramientas.
El Editor
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