domingo, 29 de abril de 2018

Sociedad Red: Volver a lo básico


Estamos en un escenario cada vez más abierto y expuesto de relaciones entre personas, habilitado por una realidad digital, hiperconectada y tecnológicamente modificada. Esta realidad, establece nuevos escenarios de aprendizaje y desaprendizaje que centran su atención sobre el individuo y la forma como él se hace parte de este contexto.

Sin perjuicio de lo anterior, esta realidad advierte sobre situaciones que son de especial interés para la sociedad, como quiera que vivimos en comunidad y la tecnología no puede ser la voz cantante en el desarrollo y evolución de los seres humanos. Sobre este particular, el profesor Onrubia (2016) de la Universidad de Barcelona, anota una serie de características del entorno actual sobre las cuales hay que estar atentos y tomar distancia prudente y crítica para armonizar los avances tecnológicos, la globalización y la dinámica social.

Dichas características son:
  • Abundancia y facilidad de acceso a la información: El exceso de información puede ocasionar “infoxicación”, es decir, ruidos informativos, desorientación y manipulación de la información creando confusión o imaginarios falsos que manejan la opinión.
  • Rapidez de los procesos y acelerado cambio tecnológico: El deseo desaforado de velocidad, puede limitar los espacios de reflexión sobre realidades claves, creando un escenario para motivar la superficialidad y falta de estructuración conceptual, que comprometan las comportamientos requeridos frente al desarrollo tecnológico.
  • Complejidad e interdependencia: Las relaciones entre los diferentes actores del entorno pueden crear o desarrollar situaciones emergentes, las cuales confrontan el nivel de preparación de las empresas para avanzar en medio de un escenario inestable e incierto.
  • Cultura de la imagen: Se advierte un prevalencia de lo sensorial, lo dinámico, lo emocional y lo espectacular, sobre lo abstracto, lo analítico, lo estático, lo racional y lo cotidiano. Un contraste que deja poco espacio para descubrir y conocer en profundidad, sino impresionarse con el brillo instantáneo de un momento.
  • Homogenización de la cultura: La generación y distribución de contenidos por grupos humanos dominantes, impone tendencias y formas de ver el mundo, las cuales son consumidas de forma pasiva por el resto de participantes del entorno global.
  • Desigualdad digital: No solamente por acceso a la tecnología, sino por el uso y prácticas sociales entre diferentes grupos de personas. Esta nueva dinámica establece estratos sociales digitales, diferenciados por uso y acceso a la información, creando masas digitales muchas veces muy informadas con datos de poca confiabilidad y profundidad, y otra bien documentada, con información verificada y validada.  
Estas características deben alertar las reflexiones tanto de empresas como de las personas con el fin de crear estrategias que permitan desarrollar competencias digitales adecuadas entre los nuevos participantes de una sociedad digital, de tal forma que sea posible encontrar espacios de reflexión y diálogo que aumenten la sensibilidad del entorno sobre el tratamiento de la información, y sobremanera se habiliten canales que vuelvan a lo básico del ser: esa mirada sospechosa y descreída que quiere salir al encuentro del otro y no descubrirlo sólo desde una “pantalla”.

El Editor

Referencia
Onrubia, J. (2016) ¿Por qué aprender en red? El debate sobre las finalidades de la educación en la nueva ecología del aprendizaje. En  Gros, B. & Suárez-Guerrero, C. (eds) (2016) Pedagogía red. Una educación para tiempos de internet. Barcelona, España: Octaedro-Instituto de Ciencias de la Educación. Universidad de Barcelona. 13-36

lunes, 23 de abril de 2018

Lidera_X_Go


La palabra liderazgo es una de las expresiones más utilizadas en todos los ámbitos de la vida personal, profesional y empresarial. Esta palabra, como todos los materiales, sufre de fatiga estructural, como quiera que todos podemos hablar de ella y dar una lectura de lo cada uno entiende sobre este particular. En este sentido, hablar de liderazgo comienza a convertirse en un “commodity”, donde todo mundo supone sabe qué debe hacer, qué tiene que conocer y basado en ello, poder actuar.

El liderazgo como práctica y concepto, se ha convertido en una expresión de la manera como se logran objetivos, como se dirigen personas y como se inspiran individuos. Esta palabra, cuya etimología encuentra dos lecturas una en el mundo latino y otra en el anglosajón, se convierte en un signo de contradicción para las personas y las organizaciones, pues  cualquiera que sea su aproximación, mantiene por lo general un ejercicio de tensión creativa donde ella ocurre.

En la expresión anglosajona, liderazgo (leadership), se habla de lead: dirigir, orientar, el que ha recibido el encargo de ser guía para otros. Una definición que ha sido explotada y motivada desde múltiples enfoques y propuestas, hasta convertirse en un mantra de la administración para aquellos que están en posiciones ejecutivas. Ser líder, implica un ejercicio que va hacia otros, que conecta las expectativas de personas para concretar un resultado esperado y beneficioso, tanto para el líder, como para la organización y sus liderados.

En la expresión latina, según las reflexiones del Prof. Landolfi (s.f.), liderazgo viene de la raíz latina lid, que significa disputa, querella o proceso, donde claramente la confrontación no significa riña, sino reto y apertura, para encontrar nuevas posibilidades en un entorno disfuncional y asimétrico. De esta forma, crear distinciones que lo movilicen fuera de la zona cómoda, experimentando en este ejercicio, malestar y queja, efectos naturales que son propios de los individuos cuando están atrapados en la inercia de lo conocido y validado.

Si el liderazgo mantiene su ruta conocida actual y fortalece su imaginario en las personas, como se advierte esta reflexión, sin asomarse a las nuevas realidades inestables del mundo y los negocios, corre el peligro que mantener sus propias recetas y convertirse en un gurú de un mundo que posiblemente ya no exista. En este contexto, se hace necesario que el liderazgo, ya no se escriba con “Z”, sino que se viva con “X”. Donde la “Z”, no sea la última y gastada expresión de lo que “creemos es” y nos transformemos con la “X” en cada nueva interacción con un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo.

Para lograrlo hace falta, reflexionar en al menos cuatro (4) conceptos, que si bien, no buscan fundar una nueva teoría sobre ser líder, si quiere motivar una perspectiva dinámica y evolutiva que transforme la vida y haga que las cosas pasen. Los conceptos básicos son: acción, pasión, fisión y transformaXión.

Figura 1. Lidera X Go (Autoría propia)

Acción, es el llamado a mantenerse en movimiento. A continuar encontrando cada día nuevas razones para aprender y desaprender; una forma de recorrer el camino, descubriendo nuevas aproximaciones, desde diferentes puntos de vista.

Pasión, es descubrir la esencia de la vocación, de ese llamado que cada persona tiene donde el talento detona su potencial para servir mejor. La pasión, no es fuego que se desborda sin control, sino fuerza y poder interior que se quema en el servicio con los demás.

Fisión, es el proceso de ruptura con lo cotidiano, para sentirse cómodo con lo incierto y ambiguo. Cada día es necesario poder habilitar la fisión personal y profesional, con el fin de ver en el margen de las hojas y poder ver aquello que otros no han visto.

TransformaXión, no es solamente cambiar de forma o mudar de lo conocido, sino una renovación de la vida interior, que se nutre de la fuerza de lo sagrado, para cambiar el mundo exterior. Sólo desde aquello que es invisible a los ojos humanos, es posible transmutar lo que somos para ser “otros distintos”.

Reinventar el liderazgo con “Z” implica quebrar un jarro dorado y bien construido desde la vista académica y comercial que busca constante aprobación por parte de sus practicantes. Vivir el liderazgo con “X” significa reconstruirlo y reinventarlo desde cada perspectiva individual con cuatro (4) hilos dorados (acción, pasión, fisión y transformaXión), para que cada vez que el mundo demande nuevos retos, existan formas inéditas para construir jarrones humanos con distintos matices, capaces de reinventarse todo el tiempo, es decir, morir a sí mismos y sus propios apegos, para revelar el potencial y tener fruto abundante.

El Editor

Referencia
Landolfi, H. (s.f) Etimología de la palabra líder. Recuperado de: http://www.sabiduria.com/liderazgo/etimologia-de-la-palabra-lider/

sábado, 14 de abril de 2018

Ser "otros distintos"

Las organizaciones mejor preparadas para enfrentar el futuro no son las que creen en sí mismas por lo que son, sino por sus posibilidades de dejar de serlo. No se sienten fuertes por las estructuras que tienen sino porque saben que podrán cambiarlas cuando sea necesario” (Gore, 2015, p.115). Esta frase configura una realidad que tanto organizaciones como personas deben considerar para navegar por las aguas turbulentas e inesperadas de la realidad actual.

¿Cuántas organizaciones y personas están dispuestas a “dejar de ser”, es decir, mudar lo que son en la actualidad, para incorporar los nuevos aprendizajes de las situaciones inciertas que el contexto vigente les presenta? Quien quiere evolucionar, requiere cambiar, renovar su “caja de herramientas” para construir posibilidades novedosas y ver lo venidero con ojos renacidos en las misteriosas aguas de lo impredecible y de lo ambiguo. Lavarse la cara en estas aguas es declarar en presente, la apuesta del futuro.

La fortaleza de una organización o de una persona, no está en sus fundamentos rígidos y estáticos, sino en la capacidad de apertura a las lecciones aprendidas, en la capacidad de generar simulaciones y prototipos que le permitan avanzar fuera de la zona cómoda, en la oportunidad de equivocarse rápidamente, para recorrer el camino hacia su nuevo destino, desaprendiendo sus saberes previos, conectando con los retos de su entorno.

Una persona y/o organización es competente para enfrentar las inestabilidades de su ambiente, cuando es capaz de aprender a ser distinta de lo que es. Esto es, tener la habilidad de reinventarse frente a las situaciones complejas, tomar riesgos inteligentes frente a las adversidades y ajustar sus propias estructuras internas para sintonizar las prácticas existentes con los desafíos que impone su hábitat.

Comprender que la vida es un permanente enriquecimiento de lo que vemos, entendemos y compartimos, es tener claridad de nuestros principios y valores que nos mantienen en el camino, y al mismo tiempo la capacidad de hacer los ajustes requeridos en nuestras prácticas y acciones, que nos permitan recorrer el camino, aprendiendo del paisaje y disfrutando cada paso que se da.  

La verdades absolutas cada vez se ven menos. Los conceptos incuestionables cada vez más se resquebrajan. Los mandatos más temidos, con el tiempo se debilitan. Cuando entendemos que los conceptos y las visiones del mundo dependen de elementos tiempo, modo, lugar y contexto, es claro que debemos mantenernos en movimiento y buscar posturas emergentes que habiliten nuevas comprensiones de la realidad y del mundo.

Negarnos a salir de nuestra comodidad conceptual, de nuestros saberes previos y seguros, es detener el avance necesario de nuestro potencial y de las organizaciones. Una afrenta al plan de la divinidad, que no quiere el “el hombre se condene”, sino que se “salve”. Es decir, conquiste sus propias limitaciones, haga plena su vocación en el ejercicio de sus talentos y se abra a la generosidad de lo sagrado que vive en él, desde el principio de los tiempos.

El Editor

Referencia
Gore, E. (2015) La educación en la empresa. Aprendiendo en contextos organizativos. Buenos Aires, Argentina: Editorial Gránica.

sábado, 7 de abril de 2018

Cambiar de opinión


Muchas veces cambiar de opinión es un proceso de confrontación interno, de comprender que existe otro paradigma que puede explicar mejor lo que conocemos. Un proceso incómodo donde se concreta una tensión con nuestros saberes previos y donde nuestras más profundas creencias son puestas a prueba (ver figura1).

Figura 1. ¿Qué significa cambiar de opinión? (Elaboración propia)


Cambiar de opinión es un proceso saludable, no un actitud de debilidad o rebajamiento. Cambiar de opinión es una oportunidad para encontrarnos con las lecturas de la realidad del otro, reconocer sus bondades y limitaciones, pero sobremanera, encontrar nuevas perspectivas del entorno que nos permitan revelar rasgos inéditos de la realidad, antes ignorados o inexistentes.

Cambiar de opinión, es una elaboración que hacemos en nuestro interior, donde estimulamos vistas alternativas, donde cuestionamos nuestros modelos mentales y validamos, si aún son vigentes para alcanzar lo que queremos lograr. Cambiar de opinión, es desconectar nuestros marcos de entendimiento del ambiente, para simular y experimentar con las nuevas ideas y así, reconectar y renovar nuestra lectura del entorno y de la realidad.

Abrirse a cambiar de opinión, es una ruta de aprendizaje y desaprendizaje que establece un itinerario de transformación personal, que no solo advierte una reinvención de la manera como entendemos el mundo, sino una forma para diferenciar los elementos claves de los retos de la vida y las relaciones interdependientes que las conectan. De este modo, es posible ver el tejido emergente de nuestra sociedad y entender cómo hacemos parte de ella.

Cuando una persona cambia de opinión, lo que ha ocurrido es una actualización de los saberes y creencias internas, una apertura individual para cambiar la forma de entender la realidad, que opina que sus modelos mentales, siempre estarán incompletos y poco precisos para superar sus retos y destruir la comodidad de sus certezas. Nada permanece estático, nada deja de evolucionar, por tanto, cambiar de opinión es una invitación sana y sabia para caminar los senderos de la incertidumbre y la inestabilidad, y seguir avanzando.

Quien no cambia de opinión, se parece a los barreras o muros, construidos por el hombre creyendo que así podrán estar a salvo de la amenazas del mundo exterior. La realidad es que, cualquier fortaleza que se construya, no protege, sino que disuade a sus posibles agresores, sabiendo de antemano que en algún momento será superada dicha protección. En este sentido, los muros configuran una falsa sensación de seguridad, las cuales crean imaginarios tontos, que no son sostenibles ni confiables para no actualizar y motivar formas alternas de comprender su propio hábitat.

Cambiar de opinión es hacer más fuerte y más ágil los propósitos de la vida, una manera de ir a la ofensiva, tomando decisiones inteligentes e incorporando saberes necesarios, que permitan, no construir una postura sólida y definida, sino una reflexión actualizada, vigente, útil y válida para encontrar fuentes inexploradas de sabiduría, que serán necesarias para avanzar y superar nuestros retos y así, actualizar nuestra caja de herramientas.

El Editor

domingo, 1 de abril de 2018

Disrupción espiritual


Se habla frecuentemente en la actualidad sobre la disrupción digital, de ese fenómeno de la tecnología que cambia las reglas de juego en un entorno de negocios. Casos como los de Netflix, Spotify, Uber, Amazon, Airbnb revelan como algo que en el mundo análogo funcionaba de una manera, en el mundo digital ha cambiado de forma y devuelve mayor control a los usuarios de estas plataformas.

Esta realidad, que termina convirtiéndose un servicio a la medida y basado en las expectativas de los clientes, establece una propuesta atractiva y renovada de la forma como se entiende ahora la dinámica del mundo y los retos que implica diferenciarse en un entorno cada vez más agresivo, complejo e incierto, donde los clientes cambian rápidamente de gustos y requieren nuevas experiencias.

Bajo este contexto, ¿será que al mundo le hace falta una disrupción espiritual? Si bien, muchos están en búsqueda de una experiencia trascendente, para lo cual exploran propuestas alternativas que mezclan misticismo, con simbología y temas energéticos, para sentir que están conectando una realidad superior, parece que no logran concretar su deseo. El tema en el fondo es, la necesidad humana de encontrar grandes manifestaciones visibles que les muestren caminos mágicos y express que los pongan frente a los efectos de la divinidad y sus matices de iluminación para encontrar un camino diferente a lo tradicional y gastado.

Una disrupción espiritual empieza por conectarnos con nosotros mismos con nuestros sentimientos, con nuestras emociones y caminar hacia nuestro interior, buscando respuestas a los retos que la vida misma nos revela. En este proceso, bien asistido por las mociones y orientaciones de cualquier religión conocida, es posible encontrar experiencias de consolación y descubrimientos, que reconectan al hombre con su verdadera vocación, el ser trascendente.

Un ser que ha sufrido una disrupción espiritual, es un individuo que ha experimentado el ejercicio de ruptura interna, de metanoia y transformación en el cual un hombre viejo es dejado atrás y un hombre nuevo nace desde su propia limitación. Una persona con disrupción espiritual ha experimentado el círculo de muerte y resurrección, no como un acontecimiento de un momento del año, sino como una constante de renuncias y renovaciones que implica superar y reinventar sus saberes previos, para lanzarse a conquistar horizontes que la divinidad le sugiere desde el incierto y la inestabilidad.

La disrupción espiritual, al igual que la disrupción digital, desacomoda a muchos, desinstala de las posiciones cómodas, y motiva movimientos hacia entornos donde la novedad se construye desde la propia historia de cada persona. La disrupción espiritual es el “paso”, la “dinámica” de lo sagrado, que no sólo recoge la experiencia pasada e histórica de un modelo probado, sino que habilita un espacio de aprendizaje, para construir nuevos modelos de espiritualidad donde solo existen posibilidades y desafíos para hacer del hombre una mejor versión de sí mismo.

El Editor