Existe una profesión
que algunos conocen como “reclutador de personas” y otra más ejecutivas los
denominan “cazatalentos” o en inglés “headhunter”. Ambas tienen como función
seleccionar el “mejor talento” para su cliente, que por lo general es una
organización grande y con presencia internacional. La pregunta que surge en
este escenario es ¿qué busca este tipo de profesional para encontrar sus
candidatos?
De acuerdo con
Arancha Ruiz, en su libro “¿Qué busca el headhunter?”, la respuesta tiene
varias aristas. Por un lado “se piden
líderes para el cambio y profesionales globales, ágiles y creativos capaces de
seguir el ritmo de la transformación” (Ruiz, 2016, p.20). Por otro, se
busca que cuenten con “capacidades
digitales, talento altamente cultivado, que cuestionen todo, que tomen decisiones
basadas en datos y que tengan obsesión por el cliente” (ídem).
Pero ¿qué es el “ritmo
de la transformación” ?, ¿qué transformación es la que son capaces de seguir
estos profesionales? Preguntas que no responde la mencionada autora. Podemos
inferir que habla de una transformación en dos vías, una digital de la sociedad
donde se encuentra y otra personal, frente a los eventos que su entorno le
presenta.
En la primera vía,
la transformación digital, que es el reconocimiento del mundo digitalmente
modificado, presenta un desafío novedoso para los profesionales del siglo XXI:
cultivar y mantener su empleabilidad frente a la acelerada obsolescencia del
conocimiento (Cano, 2016). La cualificación del personal no está supeditada a la actualización
de conocimientos requeridos para un cargo particular, sino en el desarrollo de
capacidades distintivas que permiten una lectura distinta de la realidad, que
sorprenden al entorno y crean un movimiento que cambia el curso de los
estándares conocidos.
En la segunda, la
transformación personal, esa que es la que búsqueda de la conexión con el ser
interior, con el motor del progreso constante, advierte un reto complementario
al inicialmente comentado: cultivar y mantener la fe, la esperanza y el amor
frente a la “cosificación” de las relaciones y las personas. La competencia que
se exige frente a esta realidad, no es qué tanta capacidad de escucha tienes, o
qué nivel de compromiso has alcanzado, o qué motivación te mantiene alerta,
sino qué tanto has servido a los demás, qué tanto has salido de ti mismo para
encontrarte con el otro, qué has hecho distinto para hacer que las cosas pasen.
Mientras el “headhunter”
terreno persigue aquellos capaces de seguir la transformación digital, el “headhunter”
divino persigue tus actos de generosidad, tus ejercicios de dominio de sí, tus
conquistas personales y tus lecciones aprendidas. No te elige como el
headhunter terreno, por tu ““alta
cualificación”: educación, idiomas, experiencia consolidada, habilidades
digitales, de comunicación e interacción social” (Ruiz, 2016, p.21), sino
por la apertura, la donación, la entrega, la generosidad y el deseo de aprender/desaprender,
que son los signos distintivos de una persona cuyas emociones no conocen
frontera y se adaptan a cualquier entorno conocido o por conocer.
Recuerda que si bien
el “headhunter” terreno te juzga y atrae para concretar una transacción
administrativa que concluye o no una posibilidad concreta para ingresar a una
organización, el “headhunter” divino sólo te atrae, te motiva y cautiva para
que puedas expandir tus horizontes y capitalizar todo tu potencial, más allá de
los linderos que otros han querido imponerte, sin interesar la organización
donde quieras estar. Una experiencia educativa que funde la divinidad en tu
humanidad, haciendo de ti su mejor talento.
El Editor
Referencias
Ruiz, A. (2016) ¿Qué busca el headhunter? Lo que saben los cazatalentos y cómo
emplearlo a tu favor. Barcelona, España: Editorial Conecta.
Cano, J. (2016) Leer, reflexionar, experimentar y desaprender. Lecciones básicas para los profesionales del siglo XXI. Recuperado de: https://www.linkedin.com/pulse/leer-reflexionar-experimentar-y-desaprender-lecciones-jeimy
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