Se habla en la
actualidad de competencia, como palabra clave para fortalecer y desarrollar a
las personas de cara a los retos de una realidad inestable y dinámica, donde la
empleabilidad es una condición básica cada vez más exigente para los
profesionales del siglo XXI.
Mientras en el
pasado el trabajo se hacía según especificaciones y órdenes, era fragmentado y
especializado, se exaltaba la habilidad, la destreza y la velocidad de la
ejecución en el plano manual, con horario y calendarios de trabajos fijos,
homogeneidad de cualificaciones y escasa autorrealización, en los tiempos
modernos prima la autonomía, la iniciativa, la responsabilidad y la
creatividad; se privilegia una vista de la totalidad y sus relaciones, que
explore la velocidad de la percepción, la reacción y la anticipación, con
flexibilidad en los horarios y calendarios; una gama diversificada de competencias,
donde la inversión personal y del ser hacen parte sustancial de la autorrealización
de los trabajadores (Echeverría et al, 2014, p.44).
En este sentido,
estos cambios revelan la transformación individual que debe existir en cada
persona, con el fin de asumir su posición clave en un entorno, donde continuamente
deben distinguir nuevas prácticas para mantenerse con la evolución de las
condiciones del medio. Por tanto, ser competente en un mundo como el actual “no puede reducirse ni a un saber específico
ni a una capacidad específica. La competencia exige pasar del saber hacer al saber actuar, ir más allá de lo prescrito” (Echeverría et al,
2014, p.77).
Lo anterior en
perspectiva sistémica, es “darnos cuenta
de nuevas posibilidades … lo que implica cuestionarse los supuestos,
significados, valores y normas que generalmente damos por sentados” (Espejo
y Reyes, 2016, p.63) con el fin de hacer nuevas distinciones que se vuelvan acciones prácticas incorporadas en nuestra
humanidad, las cuales no solo nos permiten construir el mundo y
desempeñarnos en él, sino constituirnos como individuos únicos y particulares (ídem,
p.64).
En consecuencia,
como afirma Echeverría (2014 et al, p.78) “el
profesional competente se caracteriza predominantemente por saber innovar, más
que por los saberes rutinarios. Es decir, por poner en práctica conductas y
actos pertinentes en situaciones inéditas”. Esto es, en la lectura
sistémica, un entendimiento de una realidad en un contexto particular que
revela una red de interacciones que producen totalidades, para hacer frente a
los desbalances de complejidad propios de aquella: bien rediseñando las
prácticas actuales o clasificando y agrupando las inestabilidades de la
situación observada (Espejo y Reyes, 2016).
Así las cosas, si
entendemos la empleabilidad como la
capacidad de adecuación a un mercado de trabajo en constante cambio y situarse
favorablemente ante las oportunidades de empleo (Echeverria et al, 2014), un profesional altamente empleable es
aquel que a) vivencia y anticipa situaciones problemáticas, b) cuestiona y
repiensa las prácticas existentes en un contexto particular, c) desarrolla e
incorpora nuevas distinciones y finalmente d) crea nuevos significados
compartidos, “que apuntan a incrementar las posibilidades de acción para otros,
y que, en ningún caso, restringe la viabilidad de ellos” (Von Foerster, 1984,
mencionado por Espejo y Reyes, 2016, p.26).
De manera que, un profesional competente en lectura sistémica,
es aquel que es capaz de observar su realidad y hacer distinciones, identificar
nuevos bordes inexplorados de esta, para desencadenar cambios en su contexto
particular y ofrecer significados distintos que pueden o no estar enraizados en
la comunidad de la que hace parte. Un balance que exige reconocerse como observador
para describir el sistema desde el
exterior, asignándole atributos y estudiar sus interacciones con el
entorno, o ubicarse en su interior,
donde las propiedades surgen de las relaciones entre sus componentes y el
entorno se visualiza como una fuente de inestabilidades (Espejo y Reyes, 2016,
p.15 y 16).
El Editor
Referencias
Espejo, R. y Reyes, A.
(2016) Sistemas organizacionales. El
manejo de la complejidad con el modelo del sistema viable. Bogotá,
Colombia: Ediciones Uniandes – Universidad de Ibagué.
Echeverría, B. (Coordinador), Isus, S. Martínez,
M. P. y Sarasola, L. (2014) Orientación
profesional. Segunda reimpresión. Barcelona, España: Editorial UOC.
Gracias x compartir tus reflexiones! Es un gusto leerte!
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