Vivimos tiempos
acelerados, llenos de adrenalina y muchos retos. Lo que hemos aprendido entra
en crisis con la realidad que debemos enfrentar. La necesidad de aprender cada
vez más rápido nos lleva a aumentar nuestra apertura para ver situaciones que
están fuera de nuestros paradigmas y modelos que hemos hecho de nuestro
entorno.
Lo anterior nos
lleva una tensión permanente entre arriesgarnos y mantener la prudencia, entre
lanzarnos a explorar y encontrar nuevas oportunidades, pero igualmente a
concretar aspectos claros de aquello que queremos lograr. Cualquiera que sea la
situación el riesgo y la cautela estarán jugando para movilizar o no a las
personas y empresas para superar sus propios temores y conjugar aquellos que se
definen desde sus propios negocios.
Si bien no existen
fórmulas establecidas para saber qué tanto debemos arriesgar y cuanta prudencia
debemos tener, si se dispone de estrategias que nos permiten abordar la
realidad de aprender y desaprender, no con la velocidad que se quisiera, pero
si con el espacio requerido para concretarlo. Dos conceptos pueden ser de utilidad
en este sentido: los errores deliberados y el análisis de escenarios, técnicas
claves que nos habilitan para fallar anticipadamente y por ende, aprender y
sorprendernos antes que las cosas ocurran.
Los errores deliberados,
técnica desarrollada por Paul Schoemaker, nos indica que debemos motivar
aquellos errores cuyo beneficio es mayor al costo de cometerlos. Esto es, crear
una zona emocional y psicológicamente segura, donde las personas pueden
desarrollar un potencial creativo, para pensar sin restricciones y quebrar los supuestos
de la realidad analizada. Un ejercicio que permite repensar el sistema donde
fue inicialmente creada la situación problemática y descubrir nuevos elementos
para estudiarla.
Aplicar esta
técnica, aumenta la capacidad de entendimiento de la realidad y potencia la
confianza de las habilidades de la persona, como quiera que en este escenario,
sabemos que vamos a experimentar y a motivar acciones cuyos resultados aún no
conocemos y de los cuales, podemos aprender y extraer alternativas antes nunca
vistas. En este sentido, el error como categoría deja de existir y sólo
existirá una forma diferente que no estaba prevista en lo que conocíamos.
De otra parte, el análisis
de escenarios es una forma de caminar sobre las posibilidades y no sobre las
probabilidades. Es un ejercicio de construir el futuro y navegar sobre los
inciertos, creando un mapa sobre un territorio desconocido, para establecer una
manera de darle forma a algo que no ha ocurrido o que puede no ocurrir. En este
sentido, los escenarios nos permiten plantear situaciones que llevan a tensar
los supuestos de la realidad actual y concretar reflexiones que retan los
paradigmas de aquellos que sólo ven en el corto plazo.
Aplicar esta
técnica, nos permite potenciar la imaginación de las personas, abrir las
puertas para conectar eventos que parecen aislados, para que desconectando los
puntos de la realidad actual, se puedan reconectar con los nuevos puntos
identificados, y construir un mapa extendido de las situaciones futuras, donde
la única realidad es la posibilidad de habilitar el pensamiento fuera de la
zona cómoda.
Así las cosas, el
riesgo y la prudencia, son parte del mismo continuo donde operamos,
equivocarnos de manera anticipada en un entorno seguro y con la confianza de
que lo que hagamos es parte del ejercicio; así como proponer realidades
alternas y escenarios novedosos para pensar y darle forma al futuro, son dos
propuestas para que nuestra confianza aumente y la prudencia tenga elementos
concretos que la habiliten cuando las condiciones sean requeridas.
El Editor
Referencias
Schoemaker, P.
(2011) Brilliant mistakes. Philadelphia,
USA: Whartonn Digital Press.
Chermack, T. (2011) Scenario planning in organizations. San
Francisco, USA: Berrett Koehler.
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