Tres expresiones resumen la
inestabilidad propia del mundo moderno y el desconcierto de empresas y
personas: el dinero ya no es suficiente, el mundo está fracturado y donde están
tus prioridades, están tus oportunidades.
Estas tres expresiones nos hablan
de cambios fundamentales en la manera como se concibe el mundo, como se manejan
las expectativas de las personas y la necesidad de balancear la vida laboral
productiva y la vida personal evolutiva. Las tres expresiones, establecen un
nuevo paradigma de progreso y logro, que dista mucho de la estabilidad que se
enseñaba en casa.
El mundo lleno de fracturas
sociales, económicas, políticas y hasta tecnológicas, exige una posición
diferente de liderazgo, más allá del carisma, del mando o influencia política.
Demanda una comprensión sistémica del entorno para conectar expectativas y
oportunidades que canalicen esfuerzos para contribuir al logro de los
objetivos. Una visión de conjunto, que supere la vista de silos, arraigada en
nuestro ADN, para salir al encuentro de los contextos de los otros y desde allí
tender redes de conexión que construyan puentes entre tejidos sociales y
realidades emergentes.
Movilizar personas en un
contexto, donde todos están en sintonías diferentes, a velocidades distintas y
con intereses diversos, es desarrollar un liderazgo de fronteras invisibles,
que trasciende las expectativas de las personas, para conectarse con una
lectura común, de conjunto, que entienda el cambio como una oportunidad para
transformarse y transformar a otros. Aquellas pequeñas intervenciones que
generan grandes cambios y coyunturas inesperadas.
Los jóvenes de hoy, desarrollan
en un entorno tan competitivo como el actual, capacidades que en otro momento
no se veían como necesarias para entrar al torrente indomable del mercado y
sobrevivir en él. La necesidad de aprender de forma constante, el cambiar de
entorno cada 2 o tres años, disfrutar lo que se hace y compartirlo con otros,
relacionarse con otras culturas y abrirse al mundo, son las nuevas condiciones
que hacen interesante el ir a trabajar, el ir a desarrollar un proyecto de vida
y no solamente a realizar una tarea y ganar un salario.
En este sentido, liderar un
proyecto de vida en el mundo actual es asumir la incertidumbre como maestra, la
inestabilidad como fundamento del decidir y la ambigüedad como insumo para
innovar. Un ejercicio de liderazgo que, como lo indica Williams (2015, p.43), entiende
cómo la gente ve y usa el pasado, qué es importante alcanzar en el presente
y cuál es su relación con el futuro, tres narrativas que revelan el permanente
descubrimiento del mundo, las expectativas que se tienen sobre su desarrollo y
la convicción de aquello que se quiere lograr en el mañana.
Así las cosas, la dinámica actual
nos motiva a cruzar fronteras invisibles, conectar historias de personas y
crear puentes entre las diferencias, un ejercicio como agente de cambio local y
global que define un liderazgo, más allá del reconocimiento y el prestigio, que habilita la colaboración, superar los
límites creados y construye realidades superiores.
El Editor
Referencia
Williams, D. (2015) Leadership for a fractured world. Oakland, CA. USA: Barret Koehler
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