sábado, 5 de septiembre de 2015

De las conversaciones difíciles a las conversaciones productivas

Con frecuencia se suele escuchar, “tengo una conversación difícil pendiente”, “no sé cómo decirle las cosas” y otra cuantas que nos alertan cobre condiciones particulares que encierra un diálogo con la otra persona. Siguiendo a Kofman (2013, p.136-137), una conversación difícil es difícil porque nos sentimos amenazados y retados a nivel de la tarea, la relación y la persona.

A nivel de la tarea, anota Kofman, existen pensamientos y sentimientos relevantes que no se comparten con el otro, generando un desbalance de conocimiento y reconocimiento de interlocutor como “legítimo otro”. Se generan inconformidades sobre la manera como se hacen las cosas, por qué ocurre una cosa o la otra y qué debería ocurrir después.  Todas estas preguntas al final buscan un “responsable”, alguien en quien hacer los señalamientos y descargar una porción del enojo que produce no tener claridad de las expectativas sobre el resultado.

A nivel de la relación, se ocultan los supuestos y expectativas que llevan a desacuerdos y resentimientos con el otro, sentimientos que comprometen la experiencia de consideración y aprecio por el prójimo, pues somos víctimas de rutinas de comportamiento que nos atrapan en una realidad construida sobre “pedazos de información” que no revelan la condición real de la situación. Un proceso natural que se completa en nuestro cerebro, que detectando vacíos de “datos”, completa con “fragmentos de la realidad” y experiencias previas, que no necesariamente hace parte del discurso e imaginario compartido con el otro.

A nivel del ser, las personas se sienten avergonzadas y amenazadas cuando su autoimagen es desafiada o cuestionada. Se polariza el pensamiento en una lógica de todo o nada. Cualquier cosa que no esté en grado de perfección es horrible y cualquier reconocimiento o alabanza termina siendo un insulto. Esta condición manifiesta una rutina defensiva interna que protege la seguridad psicológica de la persona y revela temores profundos que han permanecido ocultos y protegidos de cuestionamientos directos e indirectos.  

" ¿Cuántas veces hemos motivado conversaciones difíciles por someternos a nuestros supuestos y lecturas parciales de la realidad? "

Para superar estos disparadores claves de las conversaciones difíciles el mismo autor indica una serie de rutinas y prácticas que buscan transformar la realidad del contexto donde ocurren dichas conversaciones educando la voluntad, desafiando los supuestos y renovando el pensamiento.

Para lograr lo anterior se debe tener en cuenta:

En una conversación productiva, el objetivo es que los otros conozcan el impacto de sus acciones sobre su interlocutor. Una posición que manifiesta la transparencia de una apuesta personal para encontrarse con el otro y comprender por qué una persona actúa de una forma u otra. Lo anterior supone una experiencia de aprendizaje, entendiendo esta como la construcción colectiva de saberes, que aún se encuentren ocultos en su interacción, son capaces de conectar dos formas de ver el mundo.

En una conversación productiva, no atribuimos intenciones a las actuaciones de las personas. Somos un radar receptor de señales, muchas de ellas inconsistentes o ruidosas, que no permiten enfocar con claridad en el sonar, las reales consideraciones y alcances de las actuaciones de otros. Debemos suspender el juicio automático de la realidad y descubrir aquello que nuestros propios lentes nos impiden ver. Un ejercicio que le da el beneficio de la duda al otro y que parte del principio de la buena fe.

Finalmente en una conversación productiva, construye un estado mental y de ánimo que produce bienestar. Es un diálogo que no excluye a sus participantes, sino que los conecta desde sus propias perspectivas, para sintonizarse con la plenitud de su ser y motivar cambios de comportamiento y actitud que transforma sus creencias sobre el otro; una propuesta que armoniza la experiencia personal en clave de la vida de su interlocutor.

Una conversación difícil no debe ser la práctica permanente de un equipo de personas, sino una manera para recodar, que en nuestro continente latinoameriano, tenemos la posibilidad de construir realidades vinculantes y de bienestar, que revelan conversaciones sanas y sabias escritas desde la geografía de la historia personal de cada uno de nosotros.

El Editor

Referencia

Kofman, F. (2013) Conscious business. How to build value through values. Boulder, Colorado.USA: Sounds true.

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