Cuando se habla de liderar, no
puede haber otra palabra que aparezca en el escenario que servir. El ejercicio
de liderar, no es otro que donarse y encontrarse con el otro. Bien anota Roca
(2012, p.33), “en el liderazgo el orden
de los factores altera el producto. (…) No
te equivoques: en el medio permanecerás, porque ni eres el primero, ni el
último, y porque no eres el centro ni el protagonista. Serás líder cuando
aceptes tu papel secundario, (…) sirves
y … lideras”.
En este sentido, conforme pasan
los días los líderes deben “mudar de piel y reinventarse a sí mismo” para
mantenerse fuera de la zona cómoda, pues como dice Roca (2012, p.68) “no existe mayor inseguridad que tu propia
seguridad acomodaticia”, lo que necesariamente implica que “no hay mayor seguridad que el cambio
constante, que te mantiene despierto como líder”. Insiste este autor y
concluye la meditación 113 con una advertencia: “Duérmete, y despertarás en el pasado”.
Por tanto, el líder debe
distinguir entre el devenir y el futuro. Sobre este particular Manuci (2006,
p.33) establece que mientras “el devenir
es una dinámica abierta de sucesos emergentes que no garantiza un futuro”, “el futuro es una construcción; es el punto
donde la organización coloca el sentido de su existencia”. En esta
revisión, el autor declara: “el futuro se
construye, el devenir se gestiona”. En consecuencia, no podemos estar en
manos del devenir, sino lanzarnos a definir la “pintura del futuro” para que, como
afirma Manuci (2006, p.35) podamos “desafiar
las creencias, los modelos mentales y los hábitos con los que la organización
define su propio espacio de competencia” y así crear un mapa enriquecido
del presente con las memorias del futuro.
Cuando el líder se lanza a
construir el futuro, debe saber que estará dispuesto a aceptar la
contradicción, el desconcierto, la ambigüedad y la volatilidad como fundamentos
de su ejercicio, como quiera que así podrá transitar por el camino de las
posibilidades, más que el de las probabilidades. Así las cosas, deberá recabar en
su “caja de herramientas” las habilidades suficientes y necesarias para, desconectar
los puntos conocidos de sus modelo mentales y luego, lanzarse a reconectar, en
presencia de otros elementos del entorno, la nueva realidad que desea elaborar
y conquistar.
Si aceptamos entonces que, como
advierte Manuci (2006, p.59), “el futuro no está determinado por el pasado”, y
que “pequeños cambios pueden generar grandes transformaciones”, el líder debe enfrentarse
a la incertidumbre de su entorno, para motivar pensamientos que recalibren
trozos de información, revelen destellos en su ideas y asocien las diferencias
en sus análisis, para que la imaginación, la creatividad y la intuición dibujen
la visión del futuro donde estará transitando y dando cuenta de su compromiso
para hacer que las cosas pasen.
Un líder no puede crear el
futuro, sino está dispuesto a cuestionar su propia práctica y lanzarse a cruzar
aguas profundas y desconocidas. Un ejercicio que no sólo lo debe cuestionar en
su devoción al servicio, sino en su práctica de la humildad que, como afirma Roca (2012,
p.42) “desnuda la arrogancia, la vanidad
y el ego”.
Referencias
Roca, J. (2012) El líder que llevas dentro. Inteligencia
espiritual para triunfar en la vida y en la empresa. Bogotá, D.C, Colombia :Ed.
Planeta.
Manuci, M. (2006) La estrategia de los cuatro círculos.
Diseñar el futuro en la incertidumbre del presente. Bogotá, D.C, Colombia :
Ed. Norma
No hay comentarios:
Publicar un comentario