¿Qué distingue a un líder, de un
jefe? ¿Qué distingue a un líder, de un gerente? Preguntas que en el contexto de
la vida organizacional cotidiana muchos se hacen, observan y perciben. Al
parecer hay algunos acuerdos tácitos en la práctica del ejercicio empresarial
para dar respuesta a estas preguntas, como quiera que con sus comportamientos y
expresiones los revelan.
Un jefe usa de manera preferente
pensamiento lineal, basado en causa y efecto, donde siempre debe haber explicaciones
lógicas y detalladas. Un líder se inclina por el pensamiento complejo, por el
entendimiento del contexto y sus diferentes lecturas; no se confía de lo que ve
a simple vista, sino que indaga para no hacer afirmaciones inadecuadas.
Un gerente está pendiente de al
menos tres cosas claves para asegurar su desempeño: los comportamientos de las
personas, la distribución de los recursos (generalmente financieros) y la
rendición de cuentas. Un líder no pierde de vista lo anterior y mantiene su
vista de manera genuina sobre quién es su gente, cómo la puede desarrollar y
cómo con ellas hace la diferencia.
Un jefe entiende el control de
las actividades, como la restricción de acciones para limitar la incertidumbre
y tener un resultado predecible cada vez. Un líder entiende el control como la
oportunidad para encontrar nuevas formas de movilizar un resultado, que ajustados
a las condiciones organizacionales, asume
riesgos calculados y así logra efectos novedosos.
Un gerente entiende el aprender
como un proceso donde se acumulan conocimientos y destrezas, que hacen de la
ejecución de actividades una práctica virtuosa de negocio. Un líder entiende el
aprender, como la experiencia que se genera de un quiebre conceptual en el
hacer, que hace tránsito en la mente de sus colaboradores, transforma su
práctica e introduce nuevas formas de hacer que las cosas pasen.
Un jefe construye su práctica de
negocio desde la pedagogía del éxito, esa que busca los errores para mostrar
superioridad en el saber y en el hacer, un ejercicio de poder que se define
desde el cargo. Un líder sabe que desde la pedagogía del error es posible
reconstruir la realidad de sus colaboradores y descubrir en profundidad formas
alternas de lograr resultados, más allá de los previstos inicialmente.
Un gerente establece un proceso
formal de innovación, que demanda asegurar unos entregables y logros, con el
fin de activar el mejoramiento continuo de su grupo. Un líder confronta la
realidad del hacer con prácticas de otras industrias o empresas, para rasgar el
velo de lo cotidiano y dejar que la imaginación de los colaboradores haga el
resto, dentro del contexto de las exigencias organizacionales.
Cuando alguien te hable de jefes
y gerentes en el contexto de una organización, recuerda que hay un ejercicio
subyacente que es el que hace las cosas realidad, no desde los indicadores
duros de los marcos balanceados de gestión, sino desde la conexión y realización
personal de cada uno de los colaboradores, que han dicho “sí” en corazón y lo
reflejan en su actuar cada día al llegar a compartir y construir con otros.
El Editor
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