Considera la siguiente escena
planteada de un ejecutivo moderno en el más reciente libro de Chris Lowney: “Va corriendo de una reunión a otra, consulta
constantemente su correo electrónico, apaga el fuego después de encenderlo y
hace incontables llamadas telefónicas”, es adicto al whatsapp y almuerza
generalmente con sándwich o ensaladas de vegetales y alguna proteína. ¿Te
parece conocida esta escena?
Pareciera que el tiempo no
alcanzara, que la angustia por llegar y cumplir conduce a las personas a ritmos
desequilibrados que perturban la lectura natural de vida, donde el disfrute de
lo intelectual y espiritual, queda rezagado y confinado para aquellos que “pierden
el tiempo” y aparentan estar en contacto consigo mismo. La reflexión es un lujo
que no se pueden dar los ejecutivos del siglo XXI, parece que fuese la consigna
de la vida acelerada por entregar un resultado.
El fundamento de la excelencia, constituida
en el ADN de los profesionales se confunde con la idolatría de los resultados,
la esclavitud del reconocimiento y la pérdida del criterio de opinión. La
excelencia no resulta exclusivamente de una vista material de los logros
alcanzados, sino de un reconocimiento permanente de nuestros “pies de barro”,
donde la opiniones de los demás cuentan y el ejercicio de riesgo no busca
certezas, sino oportunidades para aprender.
Tomar distancia de la dinámica
agreste del mundo contemporáneo, es una necesidad para encontrar y afinar
nuestra posición frente la incertidumbre, un espacio para deconstruir nuestra
propia realidad y encontrar nuevas razones para hacer que las cosas pasen. Esto
supone darle un espacio privilegiado a la renovación interior para descifrar
las “mentiras del éxito del mundo” y activar el camino del autodominio y
gobierno de sí, que ha sido marcado desde antiguo como calzada de gracia y
poder.
Mientras estemos en la dinámica
de los negocios, poco podemos tener espacios para aclarar la mente, y así surcar
sus más profundos temores, miedos y limitaciones. La mente presenta un sin número de posibles lugares
para distraernos de nuestro foco y provocar una agenda paralela que nos atrapa
en la “inacción”. Por tanto, para superar esta propuesta se hace necesario salir
de zona cómoda y recuperar el control de la vida, fundado en una decisión
trascendental, que es darle sentido y propósito a la misma.
Al lanzarse en esa conquista de
la “inacción” en medio de la dinámica de lo informático y de los negocios, la
incertidumbre hará su aparición para preparar el camino de los que atraen la
prosperidad en sus vidas, de aquellos que saben que se enfrentan con lo
inesperado y que se reinventan cada día desde la lectura de las expectativas
del mundo y las doctrinas de lo novedoso.
Por tanto como anota William
Ramos, “mientras usted desee vivir mejor
y disfrutar de la prosperidad y siga estancado sin penetrar por el camino de la
incertidumbre, jamás podrá saber de lo que en realidad podrá ser capaz y jamás
podrá salir de la fosa fría en donde reina el desaliento”. Así las cosas,
la velocidad del mundo nos envuelve y nos condena, pero de igual forma nos define y
nos libera. Hagamos un alto en el camino para que reinventando nuestras vidas,
puedan conjurarse nuestros miedos y temores, y así hacer una lectura del futuro que llega en medio de las contradicciones, las dudas y el abandono.
El Editor
Lowney, C. (2014) Papa Francisco. Lecciones de liderazgo.
Buenos Aires, Argentina: Gránica.
Ramos, W. (2015) Más allá del límite. Cómo avanzar en medio de las dificultades que sacuden y cambian el curso de la vida. Bogota, D.C, Colombia: Ediciones Paulinas.
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